c i n c u e n t a

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Volvía a ser verano, aunque todavía hacía una suave brisa que mecía los mechones de las melenas de las chicas. A principios de verano, las parejas empezaban a pasear por la orilla del río Han. Algunas simplemente caminaban de la mano, otras iban en bicicleta, otras se sentaban en el césped... Me pegué al cristal de la ventana del coche rojo de Kangjoon y sonreí al ver una joven pareja tumbada en el césped. Ella vestía con el uniforme del instituto, y él, con el pelo teñido de un rubio oxigenado y de apariencia alternativa, jugueteaba con el pelo castaño de la chica. Verlos me trajo algunos buenos recuerdos. Les deseé lo mejor para mis adentros, esperando que ellos dos sí pudieran salir adelante, esperando que ellos vivieran una historia de amor no tan complicada como la que yo viví.

Joon dijo algo. Me giré hacia él. Estaba concentrado en la carretera, con el ceño levemente fruncido.

— Perdona, no te he escuchado.

Me sonrió. — Dije que si luego necesitas que te recoja.

La sonrisa de Kangjoon siempre era amable, sincera, pero ya no me gustaba como antes. No me derretía por ella. Aun así, le devolví la sonrisa mientras negaba con la cabeza a modo de respuesta.

— Volveré sola, no te preocupes; no será tarde.

— ¿Podrías comprar un par de cosas antes de volver?

El verbo volver seguía resonando en mi cabeza. Volver, volver, volver. Me puse algo nerviosa. Las palmas de mis manos empezaron a sudar, repentinamente, así que tuve que pasarlas varias veces por la pernera del pantalón. Volver. Suspiré y asentí, dándole una respuesta rápida a Joon. Él me tendió una hojita cuadrada que sacó del bolsillo de su camisa. No la desdoblé ni la miré. Sólo me importaba una cosa: iba a volver a verle.

Sentía que me iba a encontrar con alguien sumamente importante, alguien como un presidente o alguien con un alto cargo que iba a estar rodeado de policías y seguratas con fusiles semiautomáticos entre los brazos. Sí, era alguien importante, pero no era ni presidente, ni concejal... Para mucha gente no era nada. Para mí, lo fue todo. Y quizá lo seguía siendo.

Kangjoon paró el coche enfrente de una cafetería bastante acogedora, de aire minimalista. Me quité el cinturón de seguridad y me despedí de él con una sonrisa. Ya no había besos rápidos de despedida en la mejilla, pero sí sonrisas cómplices.

— Te veo luego. — canturreé, saliendo del coche.

Joon se despidió con la mano. — Suerte. Espero que vuelvas viva.

Me reí amargamente. Cerré la puerta del sitio del copiloto y esperé a que arrancara de nuevo para cruzar la carretera. Suspiré, intentando quitarme el nerviosismo de encima. Agarré bien la correa de mi pequeño bolso, caminé decidida hacia la puerta de la cafetería, dejé que el aire gélido de esta me helara la piel. Un escalofrío me recorrió la espalda. A lo mejor eran los nervios que se agolpaban en mi tripa y no el aire acondicionado del café.

No me atreví a echar un vistazo a las mesas. Primero me acerqué a la barra, pedí un café latte con hielo a la mujer que estaba detrás y esperé pacientemente a que me lo dieran en un vaso de plástico. Después, con la pajita negra entre los labios y sorbiendo despacio el café, me giré para ver las sillas. Había pocas personas allí, pero tardé en encontrarle. Volvía suspirar y me acerqué a él.

Estaba leyendo. Tenía un taco de papeles a su lado. Al aproximarme a él, me di cuenta de que eran partituras. Sonreí. Debía de estar ocupado como primer pianista de la orquesta de Seúl. Su pelo ya no era gris, ni menta, ni parecía albino. Nunca le había visto con su color natural de pelo. ¿Para qué mentir? Le quedaba mucho mejor que el verde. Le vi mejor que nunca.

Hold me tighter (HMT2)  » Suga;BTS✔Where stories live. Discover now