c u a r e n t a

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Jimin correteaba descalzo por toda la casa, ilusionado, como si acabara de llegar Papá Noel y acabara de dejar regalos para el pelinegro. Estaba emocionadísimo. Yo, en cambio, me senté en los taburetes de la cocina y me serví un café caliente. Lo bebí sorbo a sorbo, despacio, esperando a que mi teléfono móvil sonara una vez más.

Eran las siete de la mañana, casi las ocho, y tanto Jimin como yo nos habíamos enterado de que mi madre y mi hermano -con su novia, claro- estaban ya en Seúl. Jungkook había prometido llamarme en cuanto llegaran a la casa donde me crie, y Jimin y yo habíamos dicho que iríamos allí en cuanto mi móvil sonara.

Suspiré.

— Tía, ¿crees que estoy bien?

Miré a Jimin. Llevaba una camisa negra holgada, unos vaqueros ajustados del mismo color y se había peinado retirando mechones de su flequillo a los lados de su frente casi a conciencia. Asentí. — Sí, estás genial. — olfateé un poco el aire al notar un olor fuerte pero perfumado. — Jimin, no es nada formal. Son mi hermano y mi madre, no el dichoso Obama. No hace falta que te eches seis litros de colonia.

— Tú lo has dicho. Es Jungkook.

— Y su novia. — le recordé, sólo para oír cómo gritaba frustrado y reírme un rato.

Había estado lloriqueando casi toda la noche, así que aquella risilla me sentó mejor que el café cargado que tomaba para combatir el sueño.

No había recibido ninguna llamada de la doctora Kim o de Yoongi, y eso me preocupaba. Sólo quería saber si estaba bien; no tenía por qué volver al apartamento. De todas formas, Jimin le había dicho que prefería no volver a verle por allí, aunque sabía que, en el fondo, Jimin no le diría nada a Yoongi si se atrevía a volver a pisar el parqué de la casa. Jimin era demasiado bueno como para decirle que se fuera. Supuse que lo único que había pasado fue que el pelinegro había perdido los nervios por primera vez con Yoongi, y nada más.

— Vale, Hye. ¿Ahora qué tal?

Volví a girarme para ver a Jimin. Se había cambiado, y en vez de llevar una camisa, llevaba un jersey con rayas horizontales. — Es la cuarta vez que te cambias... — reí —Está bien.

Parecía satisfecho con mi insulsa opinión. — Uf, genial. No sabía qué ponerme. — me señaló. — ¿Vas a ir así?

Miré mis piernas. Todavía estaba en pijama, y la verdad, no tenía demasiadas ganas de ir hasta la habitación y buscar algo decente para reencontrarme con mi madre y mi hermano. Apenas había dormido y lo único que quería era estar en la cama el resto del día. Acabé lo poco que quedaba del café, dejé la taza sobre el mármol y me bajé del taburete de un salto, dispuesta a buscar algo de ropa y vestirme. Pero tuve que volverme lo más rápido que pude al oír mi móvil sonar y vibrar sobre la isla de cocina. Jimin, que estaba también con los cinco sentidos alerta, estiró el brazo para coger mi teléfono y responder a la llamada. Fui más rápida que él.

— Hola, ¿Hyesun? — oí al otro lado de la línea. Era una voz femenina, por tanto era obvio que no era mi hermano. Me resultaba familiar, pero no lo era tanto como la voz de mi madre.

— ¿Si? 

— Ah, soy la doctora Kim.

Apreté los dientes y miré a Jimin con algo de preocupación. Él pegó la oreja a mi mano, para intentar escuchar algo de la conversación telefónica. — ¿Ha pasado algo...?

— Sí. Digamos que Yoongi está teniendo... dificultades para distinguir lo real de lo ficticio. Tiene algunos síntomas psicóticos.— dijo. Escuché cómo tecleaba algo de nuevo. — Le hemos hecho algunas pruebas y no parece que haya consumido drogas o alcohol. Sus síntomas se están agravando bastante y hemos decidido que la mejor opción es que ingrese en el ala de psiquiatría por un tiempo.

Hold me tighter (HMT2)  » Suga;BTS✔Where stories live. Discover now