Él suspiró también, aliviado a más no poder, asintiendo ligeramente. Me sorprendió que me enseñara su dedo pulgar, dando a entender que todo había salido bien. Llevaba unos papeles en la otra mano.

— No tengo que volver hasta dentro de cinco días. — dijo, agachando la cabeza con una sonrisilla de soslayo que me hizo ver que de verdad había mejorado.

Me levanté de golpe. — ¿¡En serio!?

Yoongi me imitó, abriendo los ojos y la boca, fingiendo estar sorprendido. Abrió los brazos y movió la cabeza de una forma ridícula. — ¿¡En serioooo!?

— No te creo.

Chasqueó la lengua, me fulminó con la mirada y se apoyó contra el marco de la puerta de la pequeña sala de espera con los brazos cruzados sobre el abdomen. — Me gusta que confíes en mí tanto. Sí, mmh, noto la confianza desde Pyongyang. — replicó, sarcástico. Señaló con hastío el pasillo.— Pregunta a la doctora si quieres. ¿Por qué crees que tengo la necesidad de mentirte?

Cuando la doctora Kim corroboró que ya no era necesario que Yoongi fuera a consulta cada día, corrí hacia él y le abracé durante por casi diez minutos, riéndome como una loca. Poco más y me internan en el centro psiquiátrico.

— Estás bien, ¡estás bien! — repetí yo, colgada del cuello de Yoongi. Él correspondió al abrazo con una sonrisa que me hizo querer abrazarle por una hora más. Ahogué un gritito de emoción, le cogí de la mano, tiré de él hasta la consulta una vez más y le obligué a hacer una reverencia de noventa grados a la doctora. Yo también doblé la espalda para agradecer el trabajo a la mujer. — ¡Gracias!

Yoongi se deshizo de mi agarre enseguida, molesto, agitándose como un cachorro. Caminó por delante de mí unos cuantos metros. Sin darse la vuelta, todavía dándome la espalda, estiró el brazo hacia atrás y me tendió su mano.

— No, no me des la mano. Sólo quiero tu abrigo, tengo frío.

— ¡No controlo el puto tiempo, Yoongi! — protesté con una resignación fingida.

Empezó a reírse. — ¿Por qué me robas las frases?

Me quité el abrigo de paño gris, lo puse sobre los hombros de Yoongi y dejé que él lo acomodara y abrochara un par de botones antes de salir del hospital. Me pareció curioso que el abrigo le quedara casi mejor que a mí. — No lo sé, supongo que lo hago por recordar los viejos tiempos.

Él volvió a enseñarme su mano, con los dedos separados para que yo entrelazara los míos con los suyos. — Vamos a recordar viejos tiempos entonces.

*****

Milagrosamente, no llegué congelada a la casa de Jimin. Yoongi y yo cogimos el metro hasta allí para poder abrigarnos antes de salir a dar un paseo por el centro de Seúl. Estaba segura de que hacía mucho más frío del que debería hacer en noviembre porque salí de la casa con dos capaz de ropa más. Yoongi simplemente cogió un abrigo y se puso uno de sus archiconocidos jerséis negros. Dejé una nota a Jimin para avisarle de que no estábamos en casa porque habíamos salido, no porque Yoongi estuviera ingresado en el hospital o algo por el estilo.

Después, caminamos hasta la orilla del río. Yoongi permaneció en silencio todo el rato, con la cara ligeramente hundida en el cuello de su jersey de punto, puede que resguardándose del frío, o quizá ocultando que fruncía los labios con nerviosismo. No solté su mano a pesar de que hacía bastante frío como para no llevarlas en los bolsillos, pero él sí me soltó para acercarse al césped que cercaba el río. Caminó cuesta abajo con toda la tranquilidad del mundo, encajó las manos en los bolsillos de su abrigo marrón, encogido de frío, y se dejó caer el en suelo. Se sentó con las piernas cruzadas, mirando el agua.

Hold me tighter (HMT2)  » Suga;BTS✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora