#40 - DONDE TODO COMENZÓ.

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Empecé a trabajar de medio tiempo en una de las consultoras más importantes de Oklahoma con ayuda de las conexiones de papá mientras terminaba la carrera y hacia mi servicio como estudiante, tiempo después la residencia. El por su parte en Cancun, había hecho crecer la consultoría política que emprendió después de haberse separado de la empresa para la que trabajaba. Me involucre a distancia en su empresa hasta donde pude, mi vida se dividía entre escuela, trabajo, tarea, algunas reuniones en la iglesia y tan pocas salidas de recreación que casi era un ermitaño. Tiempo después cuando Diannela se graduó de la carrera, antes que yo, se hizo cargo de las cosas que a mí ya no me eran posible atender con papá, como excelente abogada que era.

"Demián, hoy saldré temprano de la clínica por si gustas ir a caminar, o lo que quieras. Mil abrazos y bendiciones".

Esos y muchos mensajes más como los de Sofía, llenaban mi buzón de voz. Solo atendía a Sofí, y no siempre.

Tres meses antes de mi graduación había empezado a participar como conferencista en alguno de los talleres que la consultoría Solutions realizaba para diferentes organizaciones. Aunque disfrutaba demasiado hacerlo, cada taller me llevaba toda una semana de trabajo agotador, sin contar el trabajo previo ya que estaba como el organizador principal de dichos eventos y asesor financiero de dos medianas empresas que estaban creciendo a pasos agigantados.

—Él es Demián, está por graduarse como economista en la ORU, —comento el señor Robert, director general de Solutions cuando me presento al frances Pierre Lean, dueño de P&D Travel, y al argentino Sergio Echeverry fundador de una tienda de muebles de lujo, —que su juventud no les engañe, es un genio.

Aunque en las primeras reuniones que tuve con ellos siempre se mostraron un tanto dudosos de mi eficacia, mi constante empeño, así como búsqueda de soluciones y vías factibles para su crecimiento me hicieron ganarme su respeto como alguien que pareciera muy experimentado en el ramo.

Cada noche al llegar a mi departamento, después de bañarme, me sentaba a trabajar en mi tesis hasta la madrugada. Perdí la cuenta de las veces que el teclado de la computadora se convirtió en mi almohada. Y aunque estaba ganando mucho dinero para alguien como yo que además de ser el más joven del equipo nunca había producido tanto dinero por mi cuenta, vivía agotado. En más de una ocasión me decía a mí mismo: "mañana no volveré al trabajo", pero antes que el sol saliera ya estaba de pie organizando mi día para después correr a la universidad y de vuelta a la rutina.

—Es el trabajo duro, constante y duro, pero también inteligente lo que hará que sobre salgas en la vida hijo. Sobre todo la bendición de Dios. Eres nada sin Él. —Me aconsejaba papá cuando hablábamos.

En mis pensamientos ya no había cabida para cosas que me desgataran emocionalmente. Ella era un pequeño eco que perdía fuerza, se hacía débil aunque dolieran las vibraciones del ayer.

Pero entonces llegó el día. Allí estaba papá y mamá, orgullosos de verme graduar con honores. También Diannela que me dio un pellizco cuando mi nombre se mencionó, (pero estuve distraído escribiéndole a Sofía que por esos días desgraciadamente había vuelto a Venezuela por el fallecimiento de su abuelo paterno, y me escribía para decirme que regresaría días después de mi graduación para graduarse ella).

—Eres mi orgullo, aun si no lograras nada en la vida, yo te amo. —Dijo mamá siendo la primera en abrazarme.

—También te amo, pero jamás hubiera permitido que fueras mediocre. Te admiro hijo. —El abrazo de papá me estrujo por completo.

—¡Mi mocoso! Ya eres todo un hombre. Te quiero. Jamás te cases, eres mío, desde que te di el primer golpe. —Reímos con los comentarios de Diannela.

POEMAS PARA ZOÉWhere stories live. Discover now