#37 - LA PRIMERA VEZ QUE TE PENSÉ.

1.5K 41 5
                                    


—¿Vas a estar bien? —Me preguntó mamá después de verme llorar lo suficiente, sentada en la orilla de mi cama sosteniendo mis manos.

—No sé si lo estaré pronto, pero sé que lo estaré. —Solloce, seguido de un profundo suspiro.

Hubiera deseado contarle de manera clara todo lo que estaba pasando, pero había decidido enfrentar esta situación sin tener que involucrar a mis padres. Ya llegaría el momento en que lo supieran, por el momento quería callarme. Me parecía vergonzoso tener que exponer el problema sumándole más preocupaciones de las que normalmente tienen por mi.

—Ora, tomate un tiempo con Dios, habla con El. Que las angustias que te acongojan no eclipsen la verdad de que Él siempre está al control de las cosas y nada se le escapa, Él no duerme, siempre vela por ti, te lleva grabada en las palmas de sus manos, nunca lo olvides. —Llevó mi brazo derecho cerca de su rostro y beso la palma de ella.

Todo era tan complicado de entender, todo parecía un invento, no había más que confusión después de todo lo que me había dicho. Nos acostumbramos a ver de manera superficial a las personas, y nuestros ojos determinan en base a ello si es buena o mala, nos olvidamos que existe un corazón cuyas intenciones solo las sabe Dios. A ese Dios que por alguna extraña razón no había podido oír con claridad todo este tiempo, no era que no me hablara, era que yo no le había oído. Eso había ocurrido con Tito, solo había visto lo externo de él, a pesar del mucho tiempo que le trate antes de ser su novia, e incluso los momentos donde abrimos el corazón ya siendo novios, jamás percibí algo que no me fuera grato, y si lo percibí no quise entenderlo. ¡Qué engañoso es el corazón!

—¿Por qué estás tan sucia?

—Estaba haciendo limpieza en el ático. Después me quede dormida. —Concluyo rápidamente su pregunta. —¿Qué tienes que decirme? —Le veo con cierta reserva.

—¿Recuerdas el día que no pase a recogerte porque mi mamá tuvo un accidente al caer por las escaleras? —Le dije que sí sin decir nada más, —No se cayó. —Respondió sin dudarlo.

—¿Cómo que no se cayó? —Fruncí el ceño dudosa. —¿De qué hablas? ¡Explícame!

—Zoé, —intentaba mirarme a los ojos pero no me sostuvo mirada, —me apena tener que decírtelo, pero... mi padre...

—¿Tu padre qué? —Le interrumpo apresurándole a hablar.

—...Es un hombre que no controla su carácter. Siempre ha sido un hombre agresivo, aunque ante la congregación se muestre sonriente y manso. Todos estos años, desde que le nombraron pastor, me ha costado creer que el hombre de la casa y el que está en el pulpito liderando la iglesia es el mismo. He llegado a odiarlo, y de tanto, me he convertido en su reflejo. —Me vio a los ojos y sus labios temblaban.

Estaba inmóvil, ni si quiera sabía que decirle, todo empezaba a tener sentido. Incluso las palabras de papá empezaban a sonar atinadas y correctas: "un hombre que no puede cuidar de su familia, no es un hombre que pueda cuidar bien de la iglesia, que es la familia de Dios", dijo esa tarde mientras volvíamos ese día del hospital.

—¡No lo puedo creer! —Respondí, y sin previo aviso me invadió el miedo. Frente a mis ojos estaba mi novio, quien de seguir los mismos pasos de su padre podría agredirme sin temor alguno.

—Pero... —titubeó. —No tengas miedo yo nunca te haría daño. He sufrido demasiado con esta situación. Me he callado demasiado tiempo, y nadie lo sabe. Solo tú. —Guardó silencio un momento. —No me mires de esa forma. —Su dedo índice tocó uno de mis pómulos.

Advertí su incomodidad al fijar mis ojos en él. Pero de qué otra forma podía mirarle, estaba fuera de mi poder comprender esta situación. Su padre, mi pastor, al hombre que tantas veces abrace con cariño y aprecio, el hombre que tantas veces le he escuchado decir que el hombre debe tolerar y respetar a su mujer, ¿en verdad era todo lo contrario? Todo lo bueno que te puedes crear respecto a la vida de una persona y que tardo años en construirse, se puede derrumbar en un abrir y cerrar de ojos. Quería sentir compasión por él, por Tito, por el supuesto sufrimiento que decía llevar por tanto tiempo, pero dolorosamente no podía. Me sentía traicionada y burlada en todos los sentidos, incluso me sentía en peligro a su lado. Crecí viendo como mi padre resolvía las cosas con mamá en privado, ante mis ojos él jamás le levanto la voz, no osó agredirle verbal, física ni psicológicamente; incluso papá terminaba riendo primero después de alguna diferencia con ella. No podía imaginar un hombre diferente a mi lado, pero tampoco quería discriminar a Tito por esta situación, hasta cierto punto él no tenía la culpa, pero como decía papá: "no se nace con carácter, eso se elige día a día con las decisiones que tomamos", y me dolía descubrir que Tito había estado eligiendo ser como su padre, consciente o inconscientemente.

POEMAS PARA ZOÉWhere stories live. Discover now