#13 - ESCRIBIENDO...

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Vi cómo me veía de lejos mientras su padre aceleraba y hacia avanzar el auto. No sé si se dió cuenta pero la vi, de cercas o de lejos siempre es tan bonita. Lo único feo de este momento es que no encuentro como deshacerme de estas dos chicas tan latosas.

—¿Y qué te ha parecido la escuela? —Me cuestiona Karla

—¿Te gusta Cancún? —Añade Verónica

—Ammm... en realidad no tengo ni una semana aquí, así que no puedo dar una respuesta concreta a sus preguntas.

—¿No me digas que no has salido a pasear?

Sólo tengo dos posibles conclusiones para intentar entender esto último, o yo no me expreso bien, o estas chicas no ponen atención cuando se les responde. Lo siento, quisiera ser más tolerante ante este tipo de personas, pero en casa se me enseñó a no hablar cuando no tenga nada importante que decir y estas chicas hablan mucho y no dicen nada, les respondo y no entienden o no quieren entender, lo que me lleva mostrarme rígido ante preguntas tan absurdas después de haberles respondido que acabo de llegar a la ciudad y que lo único que conozco es mi casa, el camino a la escuela, y la escuela. Y claro, a Zoé.

No me importa si no conozco nada más en toda esta ciudad, no me importa si Cancún tiene las mejores playas, los mejores antros, y asombrosos parques turísticos, la belleza podría resumirla en ella. Conocer a Zoé hizo que mi mundo girara tan rápido que terminara vomitando mis palabras "qué de bonito puede haber en Cancún", ella. Punto.

—No soy así como de... ammm... cómo me explico ¡fiestas, paseos, diversión! y esas cosas. O sea no soy aburrido, vivo la vida al máximo, la disfruto quizá como nadie más, sin sonar jactancioso. Pero quizá nuestros conceptos de diversión sean diferentes. Por tanto si me dices eso de "pasear", podría responderte claramente que desde que llegue: no. Ya sea en tu sentido, o en mi sentido. Pero si te respondo que sí salí a pasear interpretaras mis paseos como algo aburrido, ¿me expliqué? —No respondieron nada, silencio absoluto.

—Bueno olvídenlo, no se preocupen, soy nuevo, ya iré descubriendo. —Tomo mi noble corcel, mi bicicleta y empiezo a dirigirme a la salida. —Me voy que tengan lindo día. —Intento despedirme.

—Queremos ir al cine ahora, ¿no vas? —Dijo Karla.

—No gracias, tengo que llegar a casa. —Me justifico.

—Bueno pero ya será para la otra, ¿ok?

—Ya lo veremos, hasta luego. —Respondo deseando que ese día nunca llegue.

"Chao, guapo", responden. Me dirijo a casa recordando todo mi día y mi maravilloso encuentro con Zoé. Si ya tuve el privilegio de traerla a la escuela, tendré algún día el privilegio de llevarla a casa. Por el momento puedo dejar que su padre haga tan digna labor. Tomé otra calle y al parecer estoy perdido, ¡yo y mi actitud de niño explorador en medio de mi tan espantoso deseo de llegar a comer a casa! Me detengo un momento en una avenida, miro a ambos lados e intento cruzar pero el semáforo se pone en rojo, así que subo a la banqueta para avanzar y veo estacionado en un restaurant de Sushi en una pequeña plaza comercial el carro del papá de Zoé. Marco al celular de mamá...

—Qué paso, Demian. —Responde mi señora madre.

—Se dice: "hola hijo amado, en quien tengo complacencia", —bromeo.

—Cállate tonto. —Responde entre risas. —Qué ocurre ¿todo bien?

—Sí, todo bien. Sólo que tengo hambre, ¿qué hiciste de comer?

—Enchiladas. ¿Pero acaso se le ofrecía algo especial a su excelencia?

—Mamá, no es momento de bromas ¿quieres que te compre Sushi?

POEMAS PARA ZOÉWhere stories live. Discover now