#8 - HAZ LO QUE TÚ QUIERAS.

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Sigo pensando si algo me está haciendo falta terminar mientras observo el comedor impecablemente limpio y ordenado, mi obra de arte perfecta. Siento picazón en la cabeza como si una estampida de piojos cruzara de sien a sien. Me rasco la cabeza, miro mis uñas y las examino cual forense en busca de pistas y pruebas de culpabilidad. Me cruzo de brazos, tamborileo con el pie derecho mientras asiento todo mi peso sobre el izquierdo, y una vez más me vuelvo a rascar la cabeza. De repente, caígo en cuenta que falta poco menos de una hora para las siete de la noche y el causante de que haya erradicado todas las bacterias que por años se han acumulado en los rincones más pequeños de esta casa, (puesto que mamá al convencerse de que soy pésima para la cocina me mandoó a limpiarla exhaustivamente), está por llegar.
-Eh, cariño, ¿no piensas bañarte?

Escucho la voz ronca y hermosa de papá por las escaleras. Trae puesto unos jeans de mezclilla azul marino, con un suéter de cuello v, exponiendo la camisa blanca impecable. Se va pasando los dedos por su cabello negro ondulado siempre tan organizado y sedoso mientras baja escalón por escalón. Me pregunto constantemente por qué no puedo organizar el mío de la misma manera y como nunca encuentro una respuesta, me entristezco y prefiero mantenerlo rebelde.

-Veo algunas moscas ya rondándote la cabeza. -Me dice sonriendo mientras se acerca y pone su mano sobre mi hombro, -Ándale señorita que ya es tarde.

-Ya voy pa'. Sólo estaba asegurándome que todo esté en orden.

-Aquí lo único que estará fuera de orden será el Tito haciéndonos mal tercio en nuestra cena, pero bueno, ya lo invitamos.

Lo miro entornando los ojos y frunciendo los labios para al final esbozarle una sonrisa tierna ante su coqueta sonrisa burlona. Subo corriendo las escaleras para arreglarme y me detengo a la mitad para decirle:

-Oiga, Don Isaac Echegaray, es usted un "amortz" ¡Gracias por ser tan lindo!

Me mira fijamente desde el umbral de la entrada del comedor y con su seriedad tan perfecta que le caracteriza, baja la mirada y se agarra la muñeca acomodándose el reloj, y me vuelve a mirar. No me dice nada, pero sé que en el fondo me lo dice todo cuando me contempla con esos enormes ojos color miel.

-Báñate. -Se dió media vuelta y caminó rumbo a la sala.

Asiento con la cabeza y termino de subir las escaleras. Me gusta vivir al extremo, faltan solo 30 minutos y empezaré a hacer un show por todo el cuarto. Para empezar ni siquiera sé que ropa debería usar. Nunca sé. Las mujeres nunca saben. Cada fin de curso escolar viajo con mis padres a algún lugar fuera del país e invierto todos mis ahorros en comprarme ropa. Tengo un closet de diez metros de largo por dos de alto, dividido en tres secciones: ropa, zapatos (con sus respectivas repisas), y accesorios; incrustado en una pared mi cuarto. Una de las cosas más fascinantes, es ir de compras. Pero lo que más me causa placer de hacerlo son dos cosas: comprar con dinero que yo me gané y regalarla cuando se necesita. Papá es socio de un bufete de abogados muy importante en la ciudad, así que gracias a él y sus ingresos, pero sobre todo a Dios, vivimos bien y económicamente no nos falta nada. Aunque dice que todo lo que tenemos siempre tiene un fin, y es dar. Desde muy chica aprendí que no es el típico padre fácil de manipular ante los berrinches de sus hijos, y eso que yo fui la única. Me enseñó que para tener hay que trabajar, pero que siempre es la bendición de Dios la que enriquece, y que la vida se vive por etapas, que hay etapas de carencias, y etapas de abundancia. Y en cualquiera de ellas debemos vivir contentos con lo que tenemos, porque ninguna etapa es para siempre, sólo Dios. Así que desde que tengo memoria ha intentado de muchas formas hacerme que me gane las cosas. He allí el por qué disfruto gastar dinero que me gano de diversas formas, desde lavarle su auto, hasta venderle comida a mis amigos de la escuela. Pero la parte más satisfactoria es cuando nuestra iglesia hace brigadas asistenciales a lugares marginados de la ciudad y puedo vaciar parte de mi closet para darlo a quien en verdad lo necesita. Al principio cuando mamá me dijo que era bueno que lo hiciera no me pareció buena idea, y aunque lo hice, lo hice de mala gana dando cosas que en verdad no servían. Pero cuando vi la cara de agradecimiento de esas niñas que se conformaron con muy poco, entendí que si aún con mis actos mezquinos y egoístas podía dibujar sonrisas en las que encontraba a Dios sonriendo y diciendo: "estuve desnudo y me vestiste", no tuve más pretextos para desprenderme de lo que suponía mío. Creo que en verdad a uno no le duele desprenderse de lo que tiene cuando comprende que nada es suyo, aunque lo haya obtenido con mucho esfuerzo, porque sólo tenemos lo que la mano de Dios nos ha dado, y es exactamente eso lo que devolvemos, lo que Él nos dió.

POEMAS PARA ZOÉWhere stories live. Discover now