#33-ENTRE RECUERDOS.

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Por algunos segundos el silencio fue incómodo. Pero no presione a que respondiera. El cielo se iluminó con un relámpago espeluznante seguido de un trueno que nos estremeció. Diannela abrió los ojos grandes como platos e intentó acercarse, pero le impedí que me interrumpiera. Se acurrucó en la chaqueta rosa de piel que llevaba puesta y se recogió el cabello ajustándose los auriculares. Del otro lado de la línea se escucharon gritos.
-¡No manches! ¿Viste eso? -Preguntó con voz temerosa.

-Por supuesto que lo vi, -respondo, -sobre todo aquí en la calle frente a tu casa, en este árbol enorme que carece de hojas, se vio aterrador.

-¡¿Afuera de dónde?! -Pregunta asombrada.

-De tu casa. Vine a despedirme de ti. Mañana no sé si te pueda ver. No me perdonaría no despedirme de ti.

El silencio volvió una vez más. "Dice que está afuera", escuche su voz muy baja decirle a alguien. "¿En serio? ¡Pues sal! ¡Sal, Zoé!" le respondió la segunda voz. Una tercera, murmuraba cosas que no entendí, la bocina del celular se oía muy despacio.

-Oye ¿Con quién estás? -Pregunte pero no respondió. -¿Bueno? ¿Sigues allí?

-Hey perdona, es que Martha y Carolina vinieron a quedarse esta noche. Mañana temprano iremos a hacer unas compras y poco después de medio día nos iremos a Londres.

-Parecen niñas de orfanato. Siempre quieren comer y dormir en tu casa. -Bromee.

-¡Cállate grosero te estamos oyendo! -Si distinguió la voz chillona de Martha.

-Estas en alta voz. Así que cuidado con lo que dices, -Responde Zoé con una ligera risa que se le escapa.

Otro relámpago baño el oscuro cielo de esa noche con un trueno que se escuchó a la distancia. Sentí una gota caer sobre mi nariz. Levante la mirada al cielo y se vestía de un negro profundo y elegante, un rugir circulaba en el aire. En cualquier momento el diluvio caía sobre nosotros.

-¡Ay ya dile adiós y vámonos! ¡Qué miedo, Demián! Si empieza a llover nos mojaremos. -La queja de Diannela me alerta del clima.

-Oye, ¿yo te invite? ¿No verdad? Usted se quiso pegar. A mí no me preocupa mojarme.

-¡Ugrr! Ya, pues apresúrate. -Se dio media vuelta indignada. Qué prisa podría yo tener esa noche. ¡Ninguna! Si lo único que deseaba era oír su voz, sentirla cercana.

-¿Tu hermana está contigo? -Pregunta Zoé.

-Sí, ya sabes. No me quiere dejar ni a sol ni asombra con estas cosas. -Diannela me pica las costillas y me truena los dedos apresurándome.

-Tu hermana es un amor. -Me dijo.

-Te la regalo. Te la puedes llevar a Londres. -Ríe. Diannela observa el cielo, no se da por enterada que hablamos de ella. -Así tendrás algo mío. -Añado.

-Mejor vete tú con ella. -Habla Martha. -Ya son mayores de edad. Antes que Tito se case con ell...ammm... -La voz de Martha se ahoga en un quejido.

Claro ahí estaba una vez más la realidad a la que me enfrentaba y ante la cual no podía hacer nada. En los años que vendrían, vería mis posibilidades más lejanas de estar a su lado. ¡Ah, los destiempos de la vida! Ese deseo infinito de volverlo atrás y aparecer antes que nadie en su vida. Pero no era más que un suspiro de utopía. Lo que estaba pasando era una realidad, y no se resolvía volviendo en el pasado sino con cara al futuro.

-Disculpa a Martha, recuerda que es tu fan, y nos idealiza juntos. Siento mucho sus comentarios. -Dijo tratando de excusarse. -Carolina pelea con ella intentando amordazarla. -El tono de su voz me decía que estaba viendo algo divertido.

POEMAS PARA ZOÉWhere stories live. Discover now