CAP - #5 SI NO SALES CON ÉL

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Había esperado el fin de semana con tantas ganas que los días se me habían hecho tan eternos y a la vez tan veloces, una bella y extraña paradoja. Y llego el día. Por la mañana me levanté con esa sensación en el estómago de cierto miedo y ansiedad por no saber dónde y cómo resultaría la cita, lo que me hizo recordar las palabras de carolina: "Mira, con que la comida no te suelte el estómago y termines tu cenita en algún baño público, date por bien servida..."

Corrí las cortinas de mi habitación y abrí las ventanas para respirar el fresco aire del día, "este es el día que hizo Dios, me alegrare, y me gozaré en el...y por la noche cenaré con Tito", me dije con los brazos abiertos, entornando los ojos mientras se dibujaba en mis labios una bonita sonrisa. "Toc-toc...", sonó la puerta.

-¿Zoé, ya estás despierta? -oí la voz de mi mamá del otro lado de la puerta. -Hija, tu papá ya se está arreglando recuerda que si no estás lista a tiempo te va a dejar y se te hará tarde para llegar a la escuela.
-Ya voy mamá, me estoy arreglando. -Le dije dirigiéndome con prisa al baño quitándome a velocidad de la luz el ridículo pijama de Tinkerbell que Valu me había regalado en mi cumpleaños número 16.
-Son las seis y media, Zoé, tu papá se va en 15 minutos. -dijo mi mamá con tono de urgencia.

-Cinco minutos mamá, ¡cinco minutos! -Abrí la regadera a todo lo que da metiéndome bajo el agua y ¡waaaaa! ¡Rayos mamá! ¡Está calienteeee!
-¿Qué? ¿Qué dijiste, Zoé? -me cuestionó mi madre a gritos no despegándose de la puerta. Siempre me he preguntado el porqué de esa paranoía de las madres de cuestionar todo lo qué haces y por qué lo haces, a todas horas, sobre todo por las mañanas teniendo en cuenta que en este momento el tiempo apremia y uno debe detenerse a contestarles porque si no es muy seguro de que estalle la guerra de nervios "madre vs hija".

-Oiga señorita, ¿me puede explicar por qué razón, motivo o circunstancia estoy oyendo el ruido del agua de la regadera? ¡Zoé, te estoy hablando!
-¡Ay mamá ya te dije que me estoy arreglando!, me acabo de quemar con el agua caliente de la regadera, no sé por qué esta tan caliente ¿piensan pelar marranos con ella o qué?, ¿por qué papá no se ha dignado a ponerle color rojo y color azul para diferenciar cual es la manija del agua caliente y cuál del agua fría? -Le contesté graduando la manija del agua fría con la caliente para equilibrarla ni tan fría ni tan caliente.

-Zoe, tu papá no puede hacerse cargo de tu torpeza de las mañanas hija, te levantas como zombi todos los días a las prisas y ahora quieres que tu papá resuelva el problema de las manijas con colores. -Punto para mi papá, y bueno, también para mi mamá. -Apresúrate señorita, ya no te dará tiempo de desayunar, y ya no te maquilles que sólo te alborotas lo fea.
-¡Ya, mamá! Te recuerdo que soy tu hija.
-Te recuerdo que te pareces más a tu papá.

Oí sus pasos bajar las escaleras a toda prisa y me corrió un frio por la espalda pensando que mi papá ya estaba en el comedor y estaba a punto de irse. Salí del baño con una toalla envuelta en la cabeza y otra envuelta en el cuerpo. "Zapatos, zapatos..." ¡Dónde rayos están los zapatos! Me acomodé el uniforme que no planché la noche anterior y se veía mascado como por una vaca hambrienta en cautiverio, "Zoé, ¿ya planchaste tu uniforme?" me dijo mamá la noche anterior, y yo le dije que sí, porque creí que lo había planchado, pero creo que soñé. Me lo quité a toda velocidad, conecte la plancha y la puse sobre la cama cerca de la blusa del uniforme, mientras me iba a improvisar un exótico peinado resumido en un chongo. Me percaté de que los zapatos no estaban lo suficientemente limpios y recordé a la prefecta Kelly: "Zoé, la próxima vez que te vuelva a ver con la blusa desfajada y con los zapatos sucios te pondré a limpiar los baños de mujeres", me justifiqué diciéndole que se me hizo tarde, como era costumbre, que no volvería a pasar, y bueno, era cierto, soy despistada pero no sucia. Con un pequeño cepillo para zapatos los bolee lo más rápido que pude sentada sobre una silla, levanté la cabeza y no sé cómo la plancha había caído sobre la blusa achicharrando con la punta sin teflón la parte baja y trasera de la blusa, ¡mamaaaaá, quemé la blusa!

POEMAS PARA ZOÉWhere stories live. Discover now