Capítulo 15

1.5K 61 1
                                    

Nos sentamos mirándonos el uno al otro como idiotas.

—Encuentro totalmente irresistible y fascinante tu falta de personalidad —dice por fin.

—Y yo encuentro totalmente irresistible y fascinante tu falta de simpatía.

Dios mío. El sentimiento, por llamarlo de alguna manera, es mutuo.

—Supe que tú y la señorita Kavanagh se mudarán a Seattle.

—¿Cómo lo supiste?

No contesta, sólo sonríe de manera muy perversa.

—Estarás más cerca de mí. ¿Qué harás después de graduarte? ¿Has enviado una aplicación para trabajar en mi compañía?

—Umm... no. ¿Qué tiene que ver tu compañía con la liter...?

—¿Acaso no te gusta mi compañía?

Y además es ingenioso.

—Termina tu desayuno.

—Gracias, pero no doy más.

—Come. Anastasia, tengo un problema con la comida desperdiciada, come...

—Necesito líquidos, estoy deshidratada. La resaca, ya sabes...

—Come lo que está en tu plato, Anastasia.

—No puedo comer todo esto.

—Maldita sea, ¡come!

Frunzo el ceño mientras trago mi comida de mala gana. Por Dios, es tan irresistible cuando se pone agresivo y autoritario...

—¿Dónde dormiste anoche?

—En mi cama.

—Oh.

—Sí, fue toda una novedad para mí también.

—¿No tener... sexo?

Qué rara se siente esa palabra en mi boca.

—No, dormir con alguien.

—Pero si no tuvimos sexo.

—Me refiero a literalmente dormir con alguien.

—Pero si tampoco dormiste conmigo. Yo estaba inconsciente.

Christian cierra los ojos como quien ha oído la estupidez más grande del mundo. Toma el periódico y me ignora durante largos minutos. Cuando termina, le envía cierta información privilegiada a su corredor de bolsa y me mira.

Muerdo mi labio.

—Me gustaría morder ese labio —susurra en un tono siniestro.

—¿Por qué no lo haces?

—Porque no voy a tocarte hasta tener tu consentimiento escrito, Anastasia.

¿Qué?

—¿Mi "consentimiento escrito"? ¿Qué significa eso? ¿Desde cuándo me respetas?

—Lo discutiremos más tarde. ¿A qué hora sales del trabajo?

Mierda, mi trabajo. Casi lo había olvidado. Pongo los ojos en blanco.

—A las 8.

—Bien. Cenaremos en Seattle esta noche.

Saca su BlackBerry gris y marca un número muy rápido.

—Taylor, necesitaré a Charlie Tango esta noche. A las 8 y media. Sí, pilotearé toda la noche de Portland a Seattle.

Y cuelga. Nada de "por favor" o "gracias".

—¿Tú piloteas?

—Sí. Sé hacer muchas cosas según lo requiera la situación, como Superman.

—¿La gente siempre hace lo que le dices?

—Si quieren conservar sus empleos, sí.

—¿Y si no trabajan para ti?

—Créeme, puedo ser muy... persuasivo —dice con una risa malvada.

Lo miro alucinada. ¿Cómo pasamos del café a un vuelo a Seattle con el capitán Grey en apenas dos citas? Si se le puede llamar "cita" a mi secuestro, claro.

—Te recogeré en Clayton's a las 8 en punto y te llevaré en helicóptero a Seattle.

—¿Helicóptero?

—Charlie Tango.

—Oh. Pensé que era un amigo argentino o algo así.

—No tengo amigos.

—Vaya. Me pregunto por qué.

—¿Quieres terminar tu puto desayuno de una vez?

Iré en helicóptero a Seattle con Christian Grey. Y él quiere morder mi labio.


50 sombras de Grey: La versión de InciclopediaOn viuen les histories. Descobreix ara