Capítulo 25

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Me visto avergonzada y en silencio en su habitación. Christian ya está completamente vestido en su traje gris, aun antes de salir de la tina.

—Ana, si firmas ese contrato, si te entregas a mí, podré llevarte a lugares que ni siquiera sabías que existen. Como Little Rock. ¿Has estado en Little Rock?

—No, nunca —digo, sonrojándome.

Muerdo mi labio.

—Deja de morder tu labio. Mira, ya me provocaste otra erección.

Christian Grey, el dios griego, el modelo de ropa interior, el tipo que salió en una temporada de Once Upon a Time, me desea.

—Anastasia, te deseo.

Muerdo mi labio.

—Anastasia, te lo advierto. Si vuelves a morderte el labio, tendré que castigarte.

Muerdo mi labio.

Christian finalmente se pone fuera de sí. Y se lanza sobre mí, como un tigre de Bengala. En su alocado frenesí me estrella contra la pared, golpeando mi cabeza, pero no me importa porque con un simple jadeo estamos desnudos otra vez. ¡Mierda sesquipedálica! Ata mis manos con su corbata y me toma con sus musculosos brazos, embistiendo mi cosa de abajo rítmicamente con su miembro. En eso, su segundo pene invade mi recto, perforándome el colon. ¡Pitufos en vinagre! Mi Diosa Interior está bailando la danza de los 7 velos.

De repente, oímos unas voces en el pasillo.

—Pero si está en la cama a esta hora es porque está enfermo. Christian nunca está en la cama a esta hora. De hecho, Christian NUNCA duerme. Casi parece un vampiro...

—Señora Grey, por favor.

—Taylor, he venido a ver a mi hijo.

—Pero, señora Grey, el Sr. Grey no está solo.

—Oh... bueno, mientras su amante no sea negro o puertorriqueño a mí me vale.

—No, señora Grey, es una dama.

—¡Una mujer! ¡No me lo puedo creer! ¡Y yo comprándole CDs de Kylie Minogue! Nunca pensé que viviría para ver a mi hijo con una novia.

Christian me observa con una mirada de horror, sin parpadear, como si quisiera asesinar a alguien.

—¡Mierda, es mi madre!

Me aleja de un golpe y ordena que me vista. Caigo al suelo y no logro amortiguar la caída por estar atada de manos. Noto que él ya está vestido, otra vez.

—No... puedo... moverme...

Desata la corbata y noto que el patrón del tejido ha dejado profundas marcas rojas en mis muñecas. Mis manos están moradas y adormecidas por la falta de sangre. De hecho, el maltrato me ha dejado llena de moretones y heridas abiertas. Es... sexy.

—No tengo ropa limpia. No puedo conocer a tu madre con la misma ropa llena de grasa de ferretería y fluídos corporales con la que llegué.

—Puedes usar algo mío. Vístete. Iré a calmar a mi madre y te espero en el vestíbulo en 5 minutos. Si no sales, vendré y te arrastraré yo mismo sea lo que sea que estés usando.

Santa mierda. La madre de Christian.


50 sombras de Grey: La versión de InciclopediaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt