Capítulo 29

996 39 3
                                    

Otra camarera, también ruborizada al ver a Christian, nos trae un plato de carne de venado. Después se retira igualmente al baño con un pepino en la mano.

—Come, Anastasia.

—En realidad no tengo hambre.

—Come —me ordena susurrando en voz baja, muy baja.

Frunzo el ceño y empiezo a comer.

—¿Así será nuestra... eh... "relación", si firmo el contrato? ¿Tú, ordenándome? —murmuro.

—Sí —susurra.

—Ya veo —murmuro.

—Y te gustará —susurra.

Pero claro. ¿A qué mujer no le gusta ser golpeada y sometida por un hombre?

—Anastasia, tienes que seguir tus instintos. En el fondo, tu sueño es ser mi sumisa, pero te estoy dando la oportunidad única de tomar una decisión por tu cuenta antes de firmar el contrato que arruinará tu vida. Haz la investigación, lee el contrato y discutiremos cualquier aspecto que no te guste. Estaré en Portland hasta el viernes. Llámame. Cenaremos el miércoles. Realmente quiero que esto funcione, y golpearte mucho.

¿Por qué yo? ¿Por qué no contrata una prostituta, o a alguna lectora de este libro? O mejor, a una de sus 15 sumisas anteriores... ¡Oh, no! ¿Eso seré yo para él? ¿Un simple número? ¿La 16 de 15?

—¿Qué pasó con las otras 15 chicas?

—¿Has oído hablar del asesino de Green River? Bueno, ese no fui yo porque en ese entonces era muy pequeño, pero se entiende la idea, ¿no? Cuando te dije que no me gustaba la necrofilia, hablaba en serio. Por eso estoy en busca de una nueva sumisa. Tú.

Mierda.

Bajo mi cuchillo y tenedor. No puedo comer más. Mi estómago está agitándose con toda esta nueva información y estoy mareada por el vino.

—¿Eso es todo? ¿Es todo lo que vas a comer?

Asiento con la cabeza mientras mastico mi último bocado. Él frunce el ceño y le hace gestos a la única camarera que no se está dedeando en el baño, aún.

—Señorita, empaque las sobras de ella para llevar.

Lo que al principio sería un suspiro de alivio se convierte en un eructo de frustración. ¿Cuál es su manía por obligarme a comer? Sólo porque él come como caballo no significa que todos seamos como él. Debe hacer ejercicio para mantenerse en tan buena forma. Mmmm... La imagen es distractora. Me sonrojo y muerdo mi labio.

—Estás pensando en mi cuerpo, ¿no? Claro, en qué si no.

Puede leer mi mente.

El resto del viaje hacia Portland transcurre en silencio. Llegamos a mi apartamento a las 5 de la tarde. Las luces están encendidas, por lo que presumo que Kate está empacando para mudarnos a Seattle, o se está follando a Elliot. O ambas cosas.

—¿Quieres entrar? —le pregunto a Christian. No quiero que se vaya aún.

—No. De repente recordé que soy el CEO de una importante empresa multinacional, así que se supone que tengo trabajo que hacer. Te recogeré el miércoles en tu trabajo, o donde sea que te encuentre. ¿De acuerdo? Y gracias por este fin de semana, Anastasia. Nunca me había divertido tanto sin pagar.

Sin esperar mi respuesta, cierra la puerta del auto en mi cara y acelera.


50 sombras de Grey: La versión de InciclopediaWhere stories live. Discover now