Capítulo 4

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Me siento peor que una estúpida, cosa que mi cerebro no cesa de repetir camino al elevador. Otra putisecretaria de Grey, rubia y perfecta por supuesto, se despide de mí con una sonrisa que no le correspondo. Pongo los ojos en blanco y me entrego a esperar eternamente mi medio de escape... Hablo del elevador, no es que tenga una cápsula de escape o algo por el estilo. ¿Cómo he podido arruinar así una entrevista que a esa perra de Kate le costó 9 meses conseguir, incluso después de haberse tirado a todos los relacionadores públicos de Grey? Nunca me lo perdonaría.

Estúpida, estúpida, estúpida, estú...

—¿Tiene un abrigo, señorita Steele?

Doy un respingo.

—¡Mierda! Digo... ¡Sr. Grey! ¡Por Dios, no lo oí venirse... digo, venir! —se podría freír un huevo en mis mejillas ruborizadas.— ¿S-se asegura de que llegue a la puerta? ¡Qué considerado de su parte!

—No. Debo tomar el ascensor para despedir algunos empleados.

—Vaya... Umm... ¿Y no tiene otros intereses fuera del trabajo?

—Tengo intereses variados, señorita Steele. Muy variados... —dice, sonriendo maliciosamente sin mover los labios.

—¿Para qué son el látigo, el antifaz y las esposas? —pregunto, reparando recién en los extraños accesorios que lleva puestos.

—El jefe debe imponer respeto. Hablando de aquello, mis falsos padres me enseñaron que el respeto y la educación van de la mano, y no he sido muy cortés al despedirme de usted. Anastasia Steele. Sólo recuerdo su nombre porque su gafete de visitante terminó en la tráquea de Evans.

—¡Oh, por Dios!

—Tranquila, pensaba despedirlo hoy de todas maneras. Siempre quise escuchar llorar a su ahora viuda. En fin. Cuando usted estaba en mi oficina buscando su grabadora, noté que llevaba en la cartera una copia de La huésped. ¿Le gusta leer, señorita Steele?

—Mucho. De hecho, estudio literatura inglesa en la Universidad de Washington. —Y pregunto sin pensar—: ¿Cuál es su libro favorito, Sr. Grey?

—Son tres: Historia de O, Justine y Tess de los d'Urberville. Los conoce, supongo.

—Lo siento, sólo he leído a Stephenie Meyer, Emily Brontë y Thomas Hardy.

—Tess de los d'Urberville es de Hardy.

—...

Gracias a Dios en ese momento se abre el elevador.

—Hasta que nos encontremos de nuevo, señorita Steele —dice en tono de amenaza.

Yo no respondo. Ni siquiera articulo una sonrisa. Mientras muerdo mi labio, no puedo quitar mi vista de sus ojos grises y de sus pectorales que de alguna manera parece que se quieren salir de su camisa.

—Anastasia.

—Christian.

¿Christian? ¿¡En serio le he llamado "Christian"!? ¿¡Pero qué co-

—¡Burro!


50 sombras de Grey: La versión de InciclopediaOnde as histórias ganham vida. Descobre agora