Capítulo 8

1.7K 79 12
                                    

José anuncia con su acento gracioso el final de la sesión. Parece respirar aliviado. Le estrecha la mano a Grey, pero la mirada de éste se posa en mí. Y se aproxima, abriéndose paso entre sus aduladores y los asistentes de José. Se acerca rápida e implacablemente como una avalancha de testosterona de la que no puedo (o no quiero) escapar.

—¿Puede caminar conmigo, señorita Steele?

—Claro, p-pero después debo llevar a mis amigos a la Univ...

—¡TAYLOR! —grita, haciéndome saltar.

—¿Sí, Sr. Grey? —responde uno de los miembros del séquito. Tiene el aspecto de uno de esos matones de la mafia que les quiebran las piernas a los soplones. Quizás lo fuera.

—Lleva a la señorita Kavanagh y a Pancho Quesadilla...

—José —le corrijo, frunciendo el ceño y mordiendo mi labio.

—Lleva a la señorita Kavanagh y al fotógrafo de vuelta a la Universidad, por favor.

—En seguida, Sr. Grey.

—Taylor es uno de mis sirvientes de confianza y mi chofer privado. A veces hasta le pago. Tus amigos están en buenas manos.

¿Qué es esto? ¿Qué quiere de mí?

Mierda... ¿Qué hice mal?

—Me preguntaba si me acompañarías a tomar una taza de café.

Creo que mi corazón tiene una erección y termina de un salto en mi garganta, ahogándome. ¿Christian Grey me está pidiendo una cita? ¿A mí, una Mary Sue con la personalidad de una servilleta? Me tardo unos segundos en asimilarlo y balbuceo una respuesta:

—¿N-no será mucha molestia?

—De ninguna manera —dice, mostrando una deslumbrante, descontrolada, natural y gloriosa sonrisa mostrando los dientes. Y le creo.

¡Oh, Dios mío!

—P-pues entonces... pase usted.

—Después de usted, señorita Steele.

Voy a tomar un café con Christian Grey. Y odio el café.


50 sombras de Grey: La versión de InciclopediaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt