Capítulo 33

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Su voz es fría, su falta de expresión completamente resguardada y difícil de leer. La capacidad de hablar me abandona. Maldita Kate por no instalar una alarma. Soy consciente de que estoy sin bañarme y asquerosa, y él está gloriosamente delicioso, con esos ojos de psicópata y sus pantalones grises haciendo eso cuando cuelgan de sus caderas. Y lo que es más, está aquí, en mi habitación.

Echo un vistazo, trazando una vía de escape. No, no la hay. Sólo está la puerta y la ventana. Finalmente mi bulbo raquídeo recuerda su propósito: respiro.

-¿Cómo...?

-¿Así que "fue un placer conocerme"?

-Pensé que responderías por correo electrónico... como la gente normal.

-¿Estás mordiéndote el labio deliberadamente?

Jadeo, liberando mi labio. Frunzo el ceño.

-¿Decidiste que fue un placer conocerme? ¿Te referías a conocerme en el sentido bíblico?

Oh, mierda. Me sonrojo.

-No pensé que estuvieras familiarizado con la Biblia.

-Fui a la escuela dominical, Anastasia. Me enseñó muchas cosas.

-No recuerdo haber leído sobre pinzas para pezones en la Biblia. Tal vez aprendiste a partir de una traducción moderna.

Se arranca los pantalones. Yo estoy boquiabierta. Mis ojos son atraídos por su colosal miembro. Mierda, se ve el triple de grande de lo que recordaba.

-Tal vez así podrás recordar cuánto placer fue conocerme.

Saca del bolsillo de su chaqueta una corbata gris y ata mis manos. Cualquier intento por luchar, por lanzarme contra él, por llamar a la policía, muere ante la belleza de aquel hombre tan hermoso y adinerado. Me empuja a la cama de una bofetada y empieza a quitarme los zapatos. Oh, no... no... ¡mis pies no! De verdad no querrá tener su nariz tan cerca de ellos.

-¡No! -protesto, tratando de patearlo.

-¡Si forcejeas, ataré tus pies también! ¡Si haces ruido, Anastasia, te amordazaré! ¡Cierra la puta boca! ¡Katherine está probablemente afuera escuchando en este momento!

Me callo. No puedo permitir que Kate se entere de que un millonario chantajeable está a punto de violarme.

-Estás mordiéndote ese labio, Anastasia. Ya sabes qué efecto produce en mí. Mejor iré a conseguir algo de beber.

Se arranca el resto de la ropa y sale, desnudo, de la habitación. ¡Dios mío!

Vuelve con una botella de vino.

Separa un poco sus duras y depiladas nalgas y extrae de su ano otra corbata gris, que usa para vendarme los ojos.

-¿Tienes sed?

Asiento, petrificada.

-Oh, Anastasia, ¿qué voy a hacer contigo?

Siento que sus labios se acercan a los míos. De repente, un sorbo de vino blanco tibio y ensalivado cae dentro de mi boca desde la suya. ¡Oh, Dios! Mi reflejo nauseoso se activa para evitar ahogarme y le escupo todo el vino de vuelta a su boca.

-¡Agh! ¡Mierda!

Puedo sentir a Christian tosiendo y dando tumbos por la habitación hasta que, de pronto, oigo que la ventana se quiebra y que algo cae a la calle. Después, silencio.

-¿Christian...? ¿S-señor?

Mierda. ¡Mierda!

Alguien golpea la puerta de mi habitación.

-¿Ana? ¿Estás bien? ¿Qué fue ese ruido?

-¡Por favor, Kate! ¡No entres!

Oigo que la puerta se abre.

-¡Ana! ¡Dios mío!

Quíntuple mierda.



50 sombras de Grey: La versión de InciclopediaWhere stories live. Discover now