Capítulo 49

859 30 0
                                    

Muerdo mi labio. Estoy de pie frente a la puerta de la habitación 612 del hotel más exclusivo de Savannah (Nota: Averiguar el nombre del hotel más exclusivo de Savannah). Desde luego que extrañé a Christian las pocas horas que estuve sin él, pero no sé qué puedo esperar de él, o qué espera de mí. ¿Soy sólo un juguete para él? ¿Su juguete favorito que no quiere compartir con nadie más? No estoy segura de que me ame. Pero me compra cosas. Maldito monstruo controlador, bastardo.

Golpeo tímidamente la puerta. Christian abre. Está en camisa, corbata y chaqueta, sin pantalones y hablando por teléfono. Me ofrece un gin tonic y acepto, aunque mi Diosa Interior ya está viendo doble a causa de los Cosmopolitans. Miro alrededor, la habitación es hermosa, como la suite del Heathman, con minibar y muebles ultramodernos.

Cuelga.

—Christian...

—¿Vienes a hablar o a follar?

Antes de poder responder, me arranca el vestido y me empuja contra un sofá. Me golpeo la parte posterior de la cabeza contra la pared.

—Quiero ver cómo te das placer a ti misma, Anastasia.

—¿Eh?

—No me jodas. ¿Nunca te has... masturbado... en tu vida?

—No... —digo, sonrojándome.

—Oh, Anastasia, ¿qué voy a hacer contigo?

Me empuja hacia atrás y pone su rostro entre mis piernas, mientras su lengua recorre mi... ¡Ahhhhhhh! Mi Diosa Interior está haciendo el salto con pértiga.

Cuando termina, veo mi tampón colgando de su boca.

—¿Qué pasa? ¿Tengo espinaca entre los dientes?

Eso fue... dulce. Mierda, debe haber sido el mejor orgasmo de mi vida. Y sin azotes ni nada por el estilo. ¿Será que por fin mi amor por Christian ha...?

—Aún no hemos terminado —dice, mientras sujeta bolas chinas en una mano y un látigo de cuero o flogger en la otra.

—Por favor, no me pegues... —le susurro, suplicante.

—Si te dejas golpear brutalmente hoy, mañana te llevaré de paseo en aeroplano. Ahora date vuelta.

Christian nos conduce de vuelta a Seattle en su Audi. Está más callado (y hermoso) que de costumbre.

—¿Por qué viniste a Georgia, Christian? Te dije que volvería —murmuro, mirándolo ansiosamente.

—Anoche estuve cenando con una vieja amiga que me sugirió que viniera a buscarte —responde sin despegar sus ojos del camino.

—¿La señora Robinson?

—Claro. Por eso dije VIEJA amiga.

—¿Cenaste con esa vieja pederasta después de haber cenado con tu familia?

—Soy un hombre de negocios, Anastasia. Las cenas y almuerzos de negocios son mi especialidad. Sí, la señora Robinson y yo somos socios.

¿"Amigos" y encima socios? Frunzo el ceño.

—¿Por qué tú sí puedes cenar con la señora Robinson y yo ni siquiera puedo saludar a José, a Paul, a...? Bueno, esos son todos.

—Porque sólo somos amigos. El fotógrafo intentó aprovecharse de ti, ¿recuerdas?

—Sí, pero ella se aprovechó de ti...

—Tenía 15 años. A esa edad uno se mata a pajas, así que no diría que se "aprovechó" de mí.

—Pero...

—No sigas hablando del tema o te golpearé cuando lleguemos a mi apartamento.

—Me golpearás de todas maneras.

—Exacto.


50 sombras de Grey: La versión de InciclopediaWhere stories live. Discover now