Capítulo 38

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Christian está de pie sobre mí. Sólo lleva puestos unos viejos jeans rasgados como los del vocalista de Nickelback, nada más. Está empuñando una fusta de cuero. Yo estoy atada a la cama, jadeando y mordiendo mi labio. De repente, golpea fuertemente mi clítoris con la fusta y estallo en mil pedazos.

Despierto. Estoy jadeando y cubierta de sudor (espero). Santo infierno, ha sido sólo un sueño. Debí haberlo notado cuando vi que Christian no llevaba puesto su clásico traje gris. Pongo los ojos en blanco. Mierda, no sabía que se pudiera soñar con el sexo. ¿Fue algo que comí? Por lo sudada que estoy, empezaré a llamarlos "sueños húmedos".

Me levanto y me encuentro con Kate en la cocina. Está releyendo el discurso que dará en la graduación.

—Ana, por Dios, te ves terrible. ¿Cómo estuvo la cena con Mr. Perfecto?

—Comimos ostras.

—Uff... odio las ostras, pero no te pregunté por la comida. ¿Cómo era Christian? ¿De qué hablaron?

Trato desesperadamente de pensar en algo que me haya dicho Christian que no tenga que ver con azotes o inserciones anales.

—No le gusta Wanda.

—Ana, a nadie le gusta esa carcacha. Ni en un museo te la recibirían. ¿Pero eso es todo de lo que hablaron?

—Oh, Kate. Sólo hablamos de... umm... negocios. Cosas aburridas.

Kate se da por satisfecha con la respuesta pues sabe que soy aburrida.

Mientras, yo me sonrojo al recordar mi extraño sueño. ¿Qué demonios ha sido eso? ¿Es así como serán las cosas si me someto a Christian Grey? Mi Diosa Interior me dice que sí, mientras da saltitos y me anima agitando pompones de porrista.

Ray, mi padrastro-papá, ha conducido desde Montesano exclusivamente para asistir a la graduación. Llegamos a la Universidad y nos vemos inmersos en una corriente de humanidad punteada con omnipresentes togas negras y rojas que se dirigen al gimnasio.

—Buena suerte, Annie. Pareces nerviosa. ¿Ocurre algo?

Mierda, ¿por qué ha elegido justo este día para ser tan observador?

—No, papá. Es que este es un gran día —digo, mordiendo mi labio.

Hoy voy a ver a Christian.

El auditorio está lleno de gente. Me siento protegida por mi toga negra, anónima. No es que resalte demasiado sin ella. Mi corazón late con fuerza y estoy jadeando. Él está aquí, en algún lugar...

A las 11 aparece el rector, seguido por los vicerrectores y los profesores, todos vestidos de negro y rojo. Los últimos en subir al escenario son Kate, que va a dar el discurso de despedida, y Christian. Christian destaca por sobre todos con su traje gris a la medida y su cabello cobrizo brillando bajo las luces del auditorio. Se ve tan serio. Cuando se sienta, desabrocha su chaqueta y vislumbro su corbata... ¡mierda! ¡Esa corbata es...! Sí, definitivamente es la misma que usó conmigo la primera vez. No puedo quitar mis ojos de él, no sólo porque su belleza distrae tanto como siempre. Es obvio que lleva puesta esa corbata a propósito. Muerdo mi labio.

Dos chicas que están sentadas a mi lado empiezan a comentar sobre él.

—Oh... por... Dios. ¡Es tan sexy!

—Debe ser Christian Grey.

—¿Estará soltero?

—Ni idea, pero sólo sé que daría lo que fuera por ser la esclava sexual de ese hombre si tuviese la oportunidad.

Por Dios, son irritantes.

—Dicen que es gay —interrumpo, para ver si así se callan de una puta vez.

—Oh. Qué desperdicio... —responde una de ellas.

El rector empieza a recitar su aburrido discurso. Mientras lo hace, noto que Christian comienza a escanear sutilmente la sala en busca de su presa. Me hundo en el asiento, intentando pasar desapercibida, pero fallo miserablemente. Los ojos grises e inexpresivos de Christian Grey se clavan en los míos y comienzo a temblar como jalea. Me retuerzo incómodamente y me ruborizo.

De repente, la sala estalla en aplausos cuando Kate se apodera del escenario. Me siento tan orgullosa de ella que por un momento mis erráticos pensamientos sobre Christian son dejados de lado. Al menos por una fracción de segundo. Presto total atención a pesar de haberla escuchado ensayar mil veces el mismo discurso con anterioridad. Cuando termina, todos se ponen de pie y la ovacionan por más de 10 minutos.

El rector entonces vuelve a tomar la palabra.

—Y ahora, damas y caballeros, es un honor para mí presentar a un hombre que no necesita presentación. Gerente general de su propia compañía de extraordinario éxito. Un hombre auténtico y, sobre todo, un importante benefactor para nuestra Universidad. Por favor, démosle la bienvenida a Christian Grey.

Mierda beatificada, Christian va a dar un discurso.


50 sombras de Grey: La versión de InciclopediaWhere stories live. Discover now