Capítulo 19

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Llego jadeando, por fin, al último piso del edificio de apartamentos donde me espera mi amado Christian Grey. Antes que golpee la puerta, ésta se abre y una mano me arrastra hacia adentro. Es Christian. Estamos en un vestíbulo gris. En el centro hay una mesa gris con flores grises. Más allá hay un pasillo gris que conduce a otra habitación, gris. Dios mío. "Enorme" es una palabra demasiado pequeña para esto.

-¿Quieres algo de beber?

¡Ugh! La última vez que bebí estuve a punto de ser besada por un mojado. Pero no tengo valor para rechazar su oferta.

-Voy a beber un poco de vino blanco. ¿Quieres acompañarme?

-Sí, por favor.

-¿Pouilly Fumé está bien?

-Este... claro, es mi favorito -digo, frunciendo el ceño.

Abre una enorme cava y saca una botella que dice "1756". Me sirve su contenido en una copa de cristal que vibra al acercar los labios.

-Toma. ¿Tienes hambre?

¡No otra vez con la comida! Niego con la cabeza. En eso, noto que un elegante piano gris de cola adorna el vestíbulo.

-¿Tocas?

-Sí.

-¿Bien?

-Soy el mejor intérprete contemporáneo de Schubert, Brahms y Liszt en toda la Costa Oeste. Me lo dijo una vez el director de la Academia Juillard, con lágrimas en sus ojos.

-Oh.

-Bébete toda la copa.

Obedezco. Apuro mis sorbos y siento el alcohol quemando mi garganta. Veo estrellas y empiezo a perder un poco el equilibrio. Estoy entonada. Muerdo mi labio.

-Ana, deja de morderte el labio. Es muy distractor. Dame un segundo.

Desaparece por una puerta y en exactamente un segundo vuelve a aparecer con un documento en la mano.

-Bien. Basta de estupideces. Estamos aquí para firmar un contrato. Eso es lo que Liscarkat-2 quiere y eso es lo que haremos.

-¿Qué es eso?

-Es un acuerdo de confidencialidad. Mi abogado insiste en ello. Por si terminas inválida o algo peor.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Lo sabrás en su momento. Firma.

-¿Y si no quiero firmar?

-Entonces digamos que el muro de Berlín que tienes entre las piernas seguirá en pie.

-Está bien, firmaré.

-¿No vas a leer primero?

-Nah, estoy ebria y veo todo borroso.

Me da una pluma. Firmo donde dice "He leído y acepto los términos y condiciones de uso".

-Anastasia, siempre deberías leer lo que firmas. Especialmente con tipos como yo.

-Christian, no hablaría de ti ni con Kate. Claro, le he contado todo lo nuestro hasta ahora pero las cosas serán distintas a partir de este momento. Después de todo, tan sólo perderé la virginidad con el hombre más rico, poderoso y guapo de Seattle. No es algo como para gritarlo a los cuatro vientos, ¿o sí? Confía en mí.

-Punto bien planteado, señorita Steele.

Le devuelvo el documento ya firmado.

-¿Significa que ahora por fin haremos el amor? -pregunto, mordiendo mi labio.

-Yo no... "hago el amor". Yo follo. Duro. No. Todavía debes firmar otros papeles. Además aún no tienes ni idea de lo que te espera.

Yo follo. Duro. ¡Triple mierda!

-Ven, quiero mostrarte mi... sala de juegos.

Me lleva de la mano al pasillo. Mueve un libro de la pequeña biblioteca que lo adorna y la pared se abre. Hay una puerta de titanio con un tablero. Christian introduce un código de 10 dígitos. Se abre otra puerta con analizador de retina. Pone su ojo izquierdo y, al terminar de leerlo, la compuerta se abre, mostrando otro pasillo casi interminable. Giramos a la derecha. Luego a la izquierda. Subimos. Bajamos. Finalmente, llegamos a una puerta blanca. Muerdo mi labio.

-Puedes irte en cualquier momento. El helicóptero está listo para llevarte cuando quieras irte, puedes pasar la noche aquí y volver a tu casa por la mañana. Lo que decidas está bien.

-Sólo abre la puta puerta, Christian.


50 sombras de Grey: La versión de InciclopediaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora