Capítulo 13

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Está muy silencioso. Es de día. ¿Dónde estoy? Abro bien los ojos y me descubro en una cama amplia, cálida y cómoda, pero ajena, aunque extrañamente familiar. La habitación es enorme y lujosa. Siento que la he visto antes, pero ¿dónde? Mi cerebro palpita mientras hago un esfuerzo por recordar. Creo que estoy en un hotel.

Mierda. Estoy en el Heathman... en una suite. ¡Oh, mierda! Estoy en la suite de Christian Grey.

Descubro con una mezcla de pudor, horror y desconcierto que estoy en ropa interior. Ni rastro de mis jeans o al menos mis calcetines. Mierdísima mierda.

En eso aparece Christian Grey. Está en pantalones grises, sin camisa y con una toalla alrededor del cuello. Ha estado haciendo ejercicio. Pasa su mano a través de su cabello rebelde y húmedo por el sudor.

Sudor de Christian Grey.

—Buenos días, Anastasia. ¿Cómo te sientes?

Sin esperar mi respuesta, hace aparecer de la nada un vaso enorme de agua helada.

—Bebe —me ordena.

Tomo un sorbo. Siento cómo mi lengua seca se despega del paladar.

—¡Bébelo todo!

Obedezco.

—¿Cómo... cómo llegué aquí?

Se sienta en la cama lo suficientemente cerca como para poder verlo. Y tocarlo. Y olerlo. Oh... el sudor de sus axilas es embriagador. Mucho mejor que un trago de champagne añejo mezclado con tequila y cerveza.

—Llegaste inconsciente. Después de que te desmayaste, no me quise arriesgar a que ensuciaras con vómito la tapicería de cuero de unicornio de mi Corvette llevándote todo el camino a tu apartamento, así que mejor te traje aquí.

—¿Y me... desvestiste?

—Sí.

—¿Y... nosotros... no...?

—Nunca me gustó mucho la necrofilia, Anastasia. Además, si hubieras sido mía, ahora no te podrías sentar en una semana...

—Ahh. No entiendo.

Se dibuja una ligera mueca de frustración en su cara.

—Tuviste suerte. Imagínate qué hubiera pasado contigo si te hubieras quedado en aquel bar, divirtiéndote con tus amigos, en vez de ser abducida por un desconocido que rastreó tu celular para poder ubicarte.

—Espera. ¿Rastreaste mi celular?

—Sí.

—No tenías que hacerlo —digo, y ni yo me lo creo.

—De no haberlo hecho, ahora estarías en la cama con Marc Anthony...

—José.

—Estarías en la cama con el fotógrafo, gestando un "bebé ancla" para que en 9 meses más el bastardo pudiera postular a una green card.

—No lo creo. Anoche estaba con Kate.

—No, anoche la señorita Kavanagh estaba ocupada flirteando con mi hermano, Elliot.

¿Kate y el hermano de Christian? Ay, Dios. Ya se la debe estar follando.

—Además, ¿olvidas lo que intentaba hacerte el fotógrafo?

—José sólo se pasó de la raya.

—Bueno, estoy seguro de que no lo volverá a hacer. A esta hora ya debe estar por Tijuana.

—Eres muy duro. Disciplinario.

—No tienes ni idea... —dice, mientras intenta sonreír o algo parecido.

¿Por qué es tan jodidamente atractivo?

—Iré a tomar una ducha. El desayuno estará listo en 15 minutos o en lo que tarde en masturbarme.

Me recuesto en las sábanas. El desayuno estará listo en 15 minutos... esas palabras despiertan una reacción extraña dentro de mi cuerpo, una sensación desconocida hasta ahora. Es el único hombre que me ha provocado esto y todavía no sé por qué. No sé si es su inestabilidad emocional, o que me regale libros de 20 mil dólares sin apenas conocerme, o que me rastree como un acosador y no me permita divertirme con mis amigos. Me muerdo el labio intentando reprimir una sonrisa pícara. Deseo. Esto es deseo. Ahh, así que así es como se siente...

¿Dónde está mi ropa?


50 sombras de Grey: La versión de InciclopediaWhere stories live. Discover now