Capítulo 24

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La tina es una piedra gris, profunda, de forma ovoide, muy diseñada. Nunca había visto una tina tan hermosa en mi vida. Christian se inclina y abre la llave, de la cual sale un chorro de agua que comienza a llenar la tina. Vierte un aceite de baño con aspecto caro dentro del agua de la tina. Hace espuma mientras la tina se llena de agua, huele a cloro y a dulce y sensual jazmín. Christian se pone de pie, me observa con ojos oscurecidos, como si quisiera ahogarme en la tina, desgarra su bata gris de un tirón y se introduce.

—Ven —me ordena.

Hago lo que me dice. Es una oferta que no puedo rechazar. Estoy de pie en la entrada del baño. Camino hacia delante mientras disimuladamente contemplo su físico. ¡Mierda! Él es simplemente delicioso. Mi Diosa Interior se desvanece y se desmaya en algún lugar de la parte posterior de mi cabeza. El agua está seductoramente caliente.

—Sé que ese labio es delicioso, puedo dar fe de ello, pero ¿podrías dejar de morderlo? Me hace querer follarte, por alguna extraña razón, y debes estar dolorida después de la brutal paliza que te he dado.

¡Dolorida las pelotas! ¿Acaso no entiende que es precisamente lo que quiero? Me sonrojo y muerdo mi labio aún más fuerte, hasta que...

—Tu boca está sangrando.

Me rindo. Jadeo, automáticamente liberando mi labio, y frunzo el ceño. Me inclino hacia atrás, apoyándome en su musculoso pecho, y creo sentir su creciente erección en la espalda...

—Oh, olvidaba que tenía una de estas aquí.

Lo miro, sorprendida, mientras despega de mi espalda una paleta.

—Te dije que mis gustos eran variados. Debo ser el único multimillonario del mundo que acostumbra chupar paletas en la tina.

¿Eh?

Le quita el envoltorio y la acerca muy sensualmente a mi boca.

—Quiero que te familiarices bien con estas paletas. Son de mi marca preferida. Estoy muy unido a ellas.

¡Oh, por Dios! Abro la boca sorprendida al descubrir que es de mi sabor favorito: uva.

—Quiero que la chupes por mí.

Se ve deliciosa. Me encuentro cara a cara con su sonrisa maliciosa. Está disfrutando de mi expresión de asombro. Me doy cuenta que estoy mirándolo a los ojos. Trago saliva, me sonrojo y muerdo mi labio. Él quiere que chupe su paleta. Umm... de acuerdo, aquí vamos.

Humedezco mis labios con la lengua. Deslizo la punta de la paleta suavemente hacia el interior de mi boca, entibiándola con mi jadeo. Es suave y dura, no muy pegajosa. Pongo los ojos en blanco. Mi respiración es irregular. Mis papilas explotan al asimilar el gusto artificial a uva de la paleta. Veo que Christian cierra los ojos. Está extasiado.

—Ohhh, sí, así se hace. Chupa esa paleta.

Su mirada de placer me hace chupar aún más duro. Estoy comenzando a sentir la áspera textura del chicle del centro de la paleta. Toma la paleta por el palito y la empuja hasta mi campanilla. ¡Aghhh!

¡Por Dios, me ahogo! Siento cómo la paleta baja y se queda atascada en mi garganta. ¡Mierda! ¡Me estoy poniendo del mismo color morado de la puta paleta! Christian no parece darse cuenta de ello hasta que abre los ojos.

—¡Oh, mierda!

Me toma con firmeza por detrás y me hace la maniobra de Heimlich hasta que la paleta sale eyectada por mi boca, pero al mismo tiempo dejo escapar también un sonoro pedo que resuena en las frías paredes del baño.

Nos quedamos mudos e inmóviles por largos minutos.

—Yo...

—Creo que realmente ha sido suficiente por hoy...


50 sombras de Grey: La versión de InciclopediaWhere stories live. Discover now