EXTRA 1

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TIEMPO DESPUÉS



Dentro de la nítida oscuridad, el aroma de las feromonas se concentraba y se expandía por cada rincón de sus sentidos.

Tom sujetó a Kaz por la cintura y lo atrajo hacia su cuerpo, sus pieles pegajosas por el sudor y los fluidos volvían a la encantadora criatura más resbaladiza. Sus uñas se enterraron en su carne, asegurando su agarre como un ancla. Kaz correspondió el cortejo al liberar más feromonas y al gemir mientras sus manos se concentraban en tirar con fuerza de su cabello cuando bajó hacia su ingle. Kaz se mordió el labio, conteniendo el aliento al mover su cadera hacia adelante.

Su llamado no lograba conectar con su compañero, acabó frustrado porque de verdad lo deseaba. Pero se conformó con cerrar sus ojos al ser azotado por el placer. Sus estruendosos pensamientos sobre lo frustrante era no poder ser reclamado cesaron cuando Tom lamió su miembro y adentró sus dedos entre sus nalgas. Kaz echó la cabeza hacia atrás y gimió su nombre, perdido.

El calor de sus cuerpos estaba acalorando a ambos, Tom se levantó para cargarlo hacia la profundidad de la cueva y aceptó que Kaz lo abrazara, ronroneó, mimoso, cuando su criatura mordió su cuello y sorbió ese jugoso líquido que resbalaba por su piel.

—Date prisa —pidió la encantadora criatura—. Tom…

«Tommy»

Una voz superpuesta atravesó sus oídos. Fue apenas un susurró que cruzó de lado a lado.

—Kaz… Kaz… Kaz… —Tom lo recostó sobre el nido que había hecho para atraer a esta pequeña criatura—. Kaz…

Tom una vez despertó y encontró unos ojos morados mirándolo con curiosidad. Una criatura que era perfecta para él estaba recostada a su lado, desnuda y cubierta de un extraño líquido amarillo y morado que poco a poco se fue absorbiendo en su piel. Tom sabía que esta criatura era suya, no sólo porque podía darse cuenta de lo similares que eran, sino porque así lo sentía.

Sin embargo, pese a los constantes intentos por reclamarla, nunca había podido establecer un Lazo mediante una marca.

Tom volvió a deslizarse entre las piernas de su criatura, la sintió retorcerse, sucumbir a las vibraciones de su cuerpo. El eco de la caverna aumentaba el impulso de cada súplica.

—¡Tom…! —Kaz lo llamó una y otra vez, primero firme y después su voz se diluyó entre los pasillos de la cueva—. Ugh, sí… Hazlo más…

Kaz no podía enfocar su mirada, podía ver sólo una oscuridad borrosa y el brillo de unos ojos rojos y sedientos de él.

Fue entonces que Tom jaló el cuerpo de su criatura y la obligó a quedarse boca abajo.

—Marca —Tom subió entre besos, la piel de la pequeña criatura se erizó ante la idea. Sus ojos morados brillaron con emoción, desprendieron un brillo lleno de anhelo y se quedó quieta, esperando ser reclamada porque ella así lo quería—. Kaz…

«Te detesto…»

Tom se detuvo.

—¿Tom…?

«Tommy»

Tragó la bola de baba acumulada en su boca, le dolía el corazón, cada latido martilló su pecho, lo hizo creer que se lo habían arrancado. Y comenzó a llorar.

—Kaz… —Tom abrazó el cuerpo delgado de Kaz, lo confundió al grado de que sus feromonas se volvieron cálidas para él—. Me duele… Me duele cada que respiro, duele. No quiero que duela. No quiero…

Kaz se acercó, colocó su mano sobre su pecho y ejerció presión hasta que lo hizo caer de espaldas. Tom acarició por reflejo la espalda de la pequeña y tersa criatura que continuaba sudando a causa del celo. Hoy que era el primer día sería más intenso que los demás, por eso le sorprendió que Kaz buscara darle una clase de consuelo al besar su mejilla y labios. Sus pequeños besitos se esparcieron por todo su rostro y Tom lo detuvo cuando las feromonas de Kaz se volvieron más fuertes.

La Caída de CedraWhere stories live. Discover now