61| Es mi Alfa

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—¿Nombre?

—Juliana, 27 años, beta.

—Bienvenida, Julia, ¿en qué sección te gustaría vivir? La zona más alejada fue la menos afectada, ¿te interesa Ferye? Las casas no son compartidas como en las otras zonas.

El beta que la estaba interrogando era bastante amable, pero no lograba reconocer a ninguno de sus compañeros, o bueno, sí que había reconocido a uno.

—Tiempo sin verte —Ivory saludó apenas estuvieron solos en el control dos—. Juliana.

—Cállate… Oye, hace dos semanas llegó un chico nuevo, ¿tienes información?

—Oye, yo también estoy feliz de verte, creí que estabas muerta tras desertar de tu escuadrón. —Su ex compañero la regañó—. ¿Sabes cuántos chicos llegan a Cedra desde que Alfa la tomó? Dame nombre.

—Kaz Decon.

Juliana se mordió las uñas cuando Ivory alzó una ceja, su semblante impenetrable la irritaba y quería gritarle que dejara de ser un idiota.

—Sólo vine por él —decidió explicarlo—. Lo tomaré y saldremos de aquí, por favor… necesito decirle algo importante.

—¿No hay ningún registro de esa persona —respondió Ivory, pasaba su dedo índice sobre el papel buscando el nombre de Kaz, pero no había nada—. Debe haber un error.

—¿Error? Imposible, él vino, lo trajeron y sabemos que entró por estas puertas. Mide alrededor de 1.78, delgado, cabello semi ondulado negro, ojos marrones muy, pero muy oscuros, parecen negros. Tiene un lunar en su comisura izquierda y otro bajo su ojo derecho y piel blanca.

—¿Estás enamorada de ese chico? —Se burló su ex compañero, ambos guardaron silencio cuando llegaron dos soldados con otro uniforme, supo que eran de Alfa.

—Todo listo, bienvenida a Cedra, Julia.

—Terminé mi ronda, me retiro.

Ivory se fue por su lado, pero antes de separarse le indicó verla a dos cuadras, Juliana entró a Cedra y lo primero que sintió fue un aroma extraño en el aire.

¿Feromonas?

Edgar le había explicado que no estaba infectada, pero que su cuerpo se había adaptado casi por completo al virus, lo que significaba sentir en gran medida el aroma de la sangre y feromonas de manera más fuerte e intensa. Se le revolvieron las tripas con el aroma y se acercó a una tienda para comprar un pañuelo y alcohol.

—¿Y qué te trae de vuelta a Cedra? —Ivory la evaluó como un sensor, sobre todo, sus ojos se posaron en su hombro entablillado y en los rasguños de sus brazos. Esa había sido la principal razón por la que tardó demasiado en la revisión médica y tomaron muestras de sangre que no arrojaron nada, además, se notaba a simple vista que eran heridas viejas—. Parece que la vida allá afuera no es bonita.

—No sé de qué putas me hablas, yo fui feliz siendo arrastrada por un monstruo que me perforó la espalda y me destrozó el hombro —escupió altanera—. ¿Vas a ser de ayuda o algo así?

—Claro, tengo libre mi brazo derecho.

Juliana resopló, Ivory la sacaba de sus casillas.

—Imbécil, sin duda alguna te detesto.

—Ojalá me hubieras dicho eso mientras te follaba detrás del sendero, pero recuerdo que gemías tan alto que debía cubrirte la boca.

—Mierda, ¡tú…! —se atragantó con sus palabras—. De verdad que eres una mierda de alfa. Edgar es mucho más lindo, sí, sin duda alguna ese chico es mejor que tú y mira que está enfermo.

La Caída de CedraWhere stories live. Discover now