48| Brote

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—¿Tom…?

Buscó a su alfa mucho antes de ser consciente, las feromonas estaban rodeándolo y acariciando sus sentidos; dulces y suaves, Kaz se acomodó mejor en la cama y se cubrió con los cobertores hasta la nariz en lo que se adaptaba del todo al ambiente oscuro del lugar. Las rendijas de la ventana por donde se filtraba la luz señalaron que todavía era de día y no había comido nada, por lo que el malestar de tener el estómago vacío y una ligera jaqueca arremetió como un látigo sobre su ser entero. Si no le daban de comer rápido iba a salir a crear su propio genocidio.

Sin embargo, no quería ser él quien saliera a buscar su comida, quería que se la trajeran hasta la cama y, de ser posible, lo alimentaran como a un bebé. Esperó paciente por Tom.

—¿Despertaste?

—Ya sabes la respuesta.

Tom se rio desde la puerta, el aroma de la comida incrementó el hambre y se sentó sobre la cama, impaciente por su comida, quería comer. Comer. Comer. Comer. Kaz no pudo pensar en nada más que en comer comida porque tenía hambre y quería comida.

Su alfa se sentó en la orilla y lo miró como si tuviera un lector en los ojos que le permitiera saber sus signos vitales, tras ver que todo andaba bien, tomó un trozo de lo que parecía ser una raíz hervida y se la dio con un poco de miel de abeja. Era lo más sencillo y extraño que Kaz había comido desde Cedra, a excepción de las ratas, claro.

—¿Esto es comestible?

—Sí, crecen bajo tierra y si las hierves tienen un sabor rico… O eso me dijo Keshan, él las trajo para ti, dijo que son nutritivas.

Kaz mordió la raíz, era raro, podía sentir todavía el sabor de la tierra en su boca, las hebras jugosas y la miel contrastaron bastante el pensamiento de que podría comerse una lombriz y sin querer recordó el día donde su abuela le dijo que podía comer unos gusanos que ella encontró enterrados. Casi vomitó ese día, pero logró comerlos a regañadientes porque ya llevaban casi dos días sin comer nada.

—¿Está rico?

—Sí, lo dulce es rico.

—Encontraron un panal —comenzó a explicar Tom, solía hacerlo siempre para mantenerlo al tanto de lo que ocurría en la ciudad. Se explayaba tanto en ello que a Kaz le resultaba curiosa la forma en la que Tom sentía la necesidad por contarle cada mínimo detalle—. Tu cuerpo está débil, pero no hay peligro.

—¿Qué es lo que me pasa? ¿Podrías decirme al menos por qué siento que me voy a morir todos los días?

—Es el virus, no es fácil para tu casta aceptarlo, pero se han dado casos.

—¿Cómo cuáles?

—Nox.

—¿Nox?

Tom asintió.

—Nox es un Líder, un omega que logró infectarse. Antes viajaba conmigo y se adaptó bien.

Eso llamó su atención, Kaz borró su sonrisa antes de recaer en esa pequeña confesión.

—¿Viajabas con un omega?

—Sí, estaba conmigo.

—Eh… ¿era tu novio?

—¿Qué es novio, Kaz?

—Ah, tu omega… ¿lo era?

—Nox era omega de algunos, le gustaba estar con ellos. Venía conmigo para los celos, le gustaba.

Se le cayó la raíz de la boca.

—Me dijiste que no habías tenido tiempo de practicar afuera…

—Con humanos —aclaró muy, pero muy tarde, algo que Kaz hubiera agradecido saber desde un inicio—. Nox estuvo conmigo durante su proceso de adaptación y después decidió ir a otro lugar. De vez en cuando viene a verme. Cuando venga te lo voy a presentar, ambos son omegas. Nox es muy fuerte ya que estuvo conmigo.

La Caída de CedraWhere stories live. Discover now