21| Plan

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Cassian cambió el tercer cartucho de su arma en el día como si este ya formara una extensión más de su cuerpo. Su compañera de vida estuvo lista para ser usada tan pronto y apareció un infectado que corrió directo hacia él. Falló el primer disparo, el segundo tumbó el cuerpo del infectado y se acercó para disparar una vez más en su corazón.

Fue entonces que Keshan se acercó a paso sereno, como si estar aquí afuera no significara nada para él. Nunca se iba a acostumbrar a verlo vestido con un uniforme militar de lo más básico.

—¿Novedades? —preguntó como acostumbraba, normalmente las escuchaba, sin embargo, que Keshan se las confirmara traía calma a su corazón.

—Ninguna, el área está despejada. Hoy es nuestro último día aquí.

Que el alfa estuviera aquí significaba que era hora de comer. Cassian se colgó el arma al hombro y caminó hacia la ciudad. Las grandes puertas de Alfa se abrieron sin temor alguno, presuntuosas de su seguridad y entraron para toparse enseguida con el primer punto de control.

El aerosol desinfectante los roció por completo, limpiaron su rostro con toallas húmedas y se lavaron los dientes con esa asquerosa pasta dental que hoy en día ya no les sabía tan amarga. Después pasaron por el segundo punto de control que les sacó muestras de sangre, revisó sus ojos y la presión arterial. Tragaron saliva al ver que el aparato no parpadeaba. Una vez y lo hizo pasaron al tercer control.

—Nombres —pidió el soldado en turno.

—Cassian Ritson.

—Keshan Montheú.

El movimiento de cabeza les dio permiso para avanzar. Cassian se relajó una vez y Keshan señaló el auto y treparon para ir a casa.

Nunca se acostumbraría a los anuncios de los edificios, a las luces y los adornos que no parecían de este mundo una vez y entraron a Cedra y salieron de ella. Era la utopía perfecta en medio del fin del mundo. Era la única ciudad en el mundo que no había cambiado desde el 2078 y parecía querer recibir el 2099 con un evento enorme que atraería la atención tanto de ciudades vecinas como de infectados.

Los preparativos iban mejor que nunca.

—¿Quieres pasar a comprar algo? —Keshan aceleró para brincar un semáforo—. El General dijo que no hay necesidad de volver hasta mañana.

—Me parece bien, ¿qué hay de William?

—Finalmente lo dieron por perdido y se volvieron locos por perder a un omega de Alfa. Planean que Cedra pague una compensación por su pérdida.

Eso no le gustó. Aunque era entendible su reacción furiosa y desesperada: Los omegas en Alfa se estaban acabando y ahora habían perdido al único omega reclutado ante el servicio militar.

El joven cadete se suponía que estaba bajo el cuidado de un alfa poderoso que lo buscaba únicamente los fines de semana. Nunca se había preocupado por su bienestar y sólo se lo llevaba en esa limusina lujosa para regresarlo envuelto en regalos.

Keshan subió el volumen de la radio cuando sonó una canción que le gustó y con eso Cassian dio por hecho que no hablarían más. Perfiló su mirada hacia los dedos que tamborileaban el volante, la manera en la que recorrían el cuero que lo cubría y esa extraña forma que el alfa tenía por hacer ronronear el deportivo aerodinámico.

Las llantas apenas y rozaban el piso y el movimiento era como ir sobre un camino de plumas.

—Como sea, fue lo mejor para William —Keshan volvió a subirle más a la música—. Tú y yo podemos continuar con nuestras vidas sin tener pesadillas o remordimientos. Ya nos dieron la paliza de nuestras vidas y degradaron, ¿qué otra cosa podemos hacer si no es divertirnos?

La Caída de CedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora