57| Tiempo

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—¿Estás molesto?

Keshan exhaló la última pizca de oxígeno en sus pulmones y se dejó caer sobre la mesa, el metal abollado tambaleó el vaso que Cassian había dejado frente a él y se estremeció cuando sus manos se deslizaron sobre su espalda. El alfa alzó su rostro, besando con ternura su frente.

—Contigo no —aclaró enseguida—. Kaz se llevó a Raven y lo dejó en libertad.

Cassian asintió, saboreando las palabras antes de decir cualquier cosa que aumentara o disminuyera su enojo. Su alfa se acercó apenas unos milímetros, tenía la intención de besarlo y Keshan buscó sus labios por instinto, deseando besarlo porque estos días no lo había visto demasiado. Y le hacía demasiada falta.

—¿Es duro salir afuera?

—Sí… No queda nada. Los edificios están demolidos y no hay más que cientos de infectados que se unen o nos atacan. Hoy nos topamos una horda pequeña que venía de la frontera, dijeron que su objetivo es salir del continente.

—¿Hay humanos?

—No, difícilmente te topas con uno. Todo está demolido, hecho trizas. Alfa parece un sueño guajiro por la forma tan… futurista que tiene.

Se sabía que las ciudades más grandes se habían fundado desde el inicio, por lo que mantenerlas estables y casi en perfectas condiciones no fue difícil, lo difícil llegaba cuando debían salir y aceptar que debían reconstruir países enteros si querían retomar sus vidas fuera de los muros.

—El mundo no es el mismo tras 20 años —Keshan suspiró—. Hoy en día las cosas están estables gracias a los Líderes, pero antes… —hizo una pausa—. El Primer Brote fue el más duro.

El caos, la desesperación y la lucha por obtener suministros traían consigo más muerte que el virus mismo. Los humanos luchaban por huir, se unían a grupos que desaparecían a las pocas semanas, se olvidaron las leyes y sobrevivía el más apto. Keshan había sido de los pocos privilegiados que lograron llegar a Alfa, no obstante, jamás olvidaría ese primer día cuando las risas del campo deportivo de pronto se volvieron gritos agónicos y aterradores.

El bullicio los primeros días fue excesivo.

Keshan se quedó un rato recordando el primer día.

[…]

Sucedió un sábado 12 de febrero del 2078 alrededor del mundo al mismo tiempo. De pronto todos comenzaron a vomitar sangre, morían casi a las pocas horas gracias a las hemorragias internas o fallo multiorgánico. Nada servía. Keshan se encontraba en el campo jugando un partido amistoso cuando un hombre en las gradas de pronto comenzó a vomitar sangre, seguido más hombres y mujeres se unieron.

Fue entonces que su móvil sonó con una llamada de su padre.

—Busca algo que te proteja el rostro. Pase lo que pase, no dejes que ningún fluido te salpique. Ven a casa lo más rápido que puedas. ¡Rápido!

No lo pensó mucho. Quizá fue gracias a que su padre se lo había dicho, pero Keshan corrió hacia el baño y cerró la puerta desde adentro sin importarle quién se había quedado con él.

—¿Kesh…? ¿Qué sucede allá afuera? Estás…

—Raven —Keshan sintió un alivio al verlo junto a varios compañeros más—. Chicos, no sé qué sucede, pero es peligroso. Afuera la gente se está muriendo.

—¡¿Qué?! ¡Mis padres están en las gradas! ¡Déjame salir!

—¡Mi padre dijo que es contagioso! ¡Espera! ¡No…!

La Caída de CedraWo Geschichten leben. Entdecke jetzt