17| "Eres mío"

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—¡No lo mates!

William obedeció ante la orden de Juliana, el arma que sostenía perdió fuerza gradualmente y empujó a las dos chicas hacia el baño, donde él alcanzó a cerrar la puerta una vez y le disparó a Edgar en sus piernas y lo hizo caer al suelo. El infectado gritó de ira o dolor y se arrastró hacia la puerta. July emitió un grito corto y agudo antes de cubrirse la boca con ambas manos y fijar sus ojos en la cerradura que intentaba abrirse.

Del otro lado escucharon a Kaz preguntar si estaban bien y le respondieron que no saliera, que esperarían a que Tom y Cameron volvieran.

—Kaz está herido —July comenzó a llorar, la preocupación en su voz podía notarse—. ¿Qué pasa si se desangra…? No logré ver bien la gravedad de su herida y…-

—July, no pierdas la calma, Kaz está bien —William le gritó una vez más que debía ejercer presión en su herida y se mantuviera quieto—. Solo debemos esperar a que los alfas regresen.

Kaz no respondió, quizá porque la adrenalina del momento había pasado y abrir su boca resultaba doloroso. Afuera Edgar intentaba abrir ambas puertas y corría por toda la casa, desorientado por el aroma a sangre. Se estrellaba contra las puertas, exigiendo que le abrieran la puerta para poder cometer una locura de la que seguramente más tarde se arrepentiría. Los tres pegaron un salto y se juntaron cuando Edgar pareció tumbar algo en la cocina y golpear la puerta justo en la cerradura.

Deseó que Tom y Cameron llegaran pronto, Kaz estaba herido y necesitaba sutura urgente. No tenían equipo médico, ¿cómo iban a tratarlo? La ansiedad le ganó y William y se tronó los dedos de las manos y después tronó sus muñecas. July estaba mordiéndose las uñas y Juliana estaba sentada mirando la puerta como si en cualquier momento se fuera a abrir.

Edgar gritó antes de que un golpe hiciera temblar la puerta con algún objeto. Un tornillo cayó al suelo y el corazón de William se endureció y después estalló en latidos profundos y continuos.

—A este paso la va a tirar —Juliana alejó a William de la puerta y buscó en el baño algo que les pudiera ayudar.

Tenía a su mano jabón de cuerpo, champú y… ¡bingo!

Una loción aromática.

—Por favor que esto funcione.

Recordaba que en su primer curso de supervivencia a infectados impartido por Cameron constaba de confundir los sentidos de los alfas son aromas fuertes, como lociones y velas aromáticas. El jabón y el champú tenían un intenso aroma a jazmín que le provocó migraña a William la primera vez que lo usó y la loción aromática estaba como un adorno olvidado detrás del retrete. Quizá alguno de los tres la encontró y al olerla la dejó botada, pero hoy les iba a salvar la vida.

Eso esperaba.

Hizo una mezcla de aromas que filtró por la rendija de la puerta con la esperanza de que también llegara a la puerta de Kaz. Al inicio los gritos y correteos de Edgar se intensificaron, al poco tiempo se detuvieron, aunque todos sabían que no saldría del frenesí tras haber pasado… ¿casi 30 minutos? Juliana no tenía su reloj, pero si su memoria no la traicionaba tenían ese tiempo encerrados.

—Parece que estamos a salvo —William se dejó caer y suspiró.

—Eres asombrosa, yo jamás habría pensado en hacer eso.

—Me lo enseñó Cameron —Juliana miró con ironía las botellas vacías—. La primera noche que pasé fuera de Cedra ellos me dejaron en un edificio y se largaron tras decirme que encendiera velas aromáticas y no hiciera ni un jodido ruido o me comerían. Esa noche ni dormí por cuidar que las velas no se apagaran y también comencé a odiar el aroma a lavanda.

La Caída de CedraМесто, где живут истории. Откройте их для себя