Capítulo 16.1: Al rescate

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Una vez que Dusk se acercó a la marca humeante que habían quedado en el lugar en que había estado la princesa Celestia, él tomó en sus cascos las cenizas que quedaban y las miró con unos enormes e inexpresivos ojos mientras su labio temblaba y las lágrimas comenzaban a brotar, entonces comenzó el caos. Los gritos comenzaron a escucharse por todo el gran salón, gritos de terror, de asombro, de desesperación, todos los ponies comenzaban finalmente a reaccionar horrorizados luego de ver todo aquel espeluznante espectáculo, todos vieron como aquella yegua oscura que todos creían que era solo una leyenda de cuentos infantiles había aparecido ante ellos y había destruido a su querida princesa, nadie había podido reaccionar, todos habían quedado asombrados o simplemente paralizados por el miedo, pero ahora que todo había terminado, el gran salón de la alcaldía se había hecho pequeño para todo el caos que comenzaba a quedar dentro de él, con ponies corriendo y gritando por todos lados.

Entre todo ese caos, cinco yeguas se acercaron rápidamente a Dusk, quienes habían quedado asombradas y horrorizadas como todos los demás, pero luego de ver al unicornio morado derramando lágrimas por su difunta maestra, habían corrido de inmediato hasta él, dejando de lado su temor, ira y desconcierto para ir a acompañar al potro que habían conocido hace unos días, simplemente porque a pesar de todo el remolino de emociones que sentían, ninguna de ellas pudo soportar verlo en ese estado.

"¡¡DUSK!!" Gritaron al unísono las cinco yeguas, preocupadas, acercándose hasta Dusk.

Dusk escuchó a las yeguas y sintió sus cascos tocándolo, pero él siguió en el mismo estado, con una mirada inexpresiva mirando las cenizas mientras las lágrimas brotaban de sus ojos sin parar.

"T-Todo estará bien, Dusk." Dijo Rarity acariciando el rostro de Dusk mientras intentaba que él la mirara, intentando ocultar su propio miedo para consolar a ese potro tan especial para ella.

Por su parte Pinkie Pie lo abrazó mientras Fluttershy y Applejack también tocaba su lomo para intentar consolarlo, en tanto Rainbow Dash se mordía el labio, deseando actuar tan cercana con Dusk como sus amigas, pero no pudiendo hacerlo debido a su personalidad y a que todos la verían abrazando a un potro, un acto excesivamente femenino que no podía permitirse, así que simplemente se quedó parada a su lado, aunque la realidad era que en el estado en que estaba el salón, nadie le hubiera puesto real atención.

"Y... ¿Qué debemos hacer ahora?" Preguntó Rainbow Dash, intentando parecer calmada pero estando en el fondo tan asustada como las demás, más aún al ver de reojo las cenizas que sujetaba Dusk en sus cascos.

"Ra-Rainbow Dash..." Dijo repentinamente una pegaso color verde claro que se había aproximado, era Helia, la compañera de la patrulla del clima de Rainbow Dash que se acercó hasta su capitana con una sonrisa nerviosa y con terror en sus ojos. "E... esto es una broma ¿Verdad? Es otra broma, c-como la que me hiciste el otro día, con las sombras y todo eso...." Terminó de hablar la pegaso, agarrando desesperadamente a Rainbow Dash y acercando su rostro mientras seguía sonriendo nerviosamente. "¡Dime que todo esto es una broma!"

Rainbow Dash miró desconsolada a Helia mientras ella misma comenzaba a perder la temple y empezaba a contagiarse con el temor de su compañera.

"L-Lo siento... está no es ninguna broma..." Dijo Rainbow Dash con una mirada preocupada.

"Jeje..." Sonrió Helia nerviosa antes de caer desmayada y unirse a otras cuantas yeguas del salón que se habían desmayado por el miedo.

Tras ver a su compañera caer en la desesperación, Rainbow Dash, al igual que las otras cuatro yeguas volvieron a mirar a su alrededor, viendo como la mitad de los ponies corría de un lado a otro mientras los otros o se habían desmayado o se acercaban desesperados hasta la alcaldesa y los guardias reales, intentando obtener alguna ayuda, ayuda que no tenían ya que tanto la alcaldesa como los guardias no tenían idea sobre qué hacer o a quién recurrir en tal catástrofe, la única pony que podía resolver tal desastre había sido incinerada frente a sus ojos, ahora nadie sabía a quién recurrir. Fue así que la entereza que habían demostrado las cinco yeguas para ir a asistir a Dusk, poco a poco fue flaqueando y sus emociones comenzaron a contagiarse del miedo que reinaba en el salón.

Dusk Shine en busca de la felicidadDove le storie prendono vita. Scoprilo ora