Capitulo 57

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CAPITULO 57

SAMANTHA

Arthur y Jessi Bolton.

Dos imbéciles que no esperaba encontrarme el día de hoy siendo tan cínicos como para estar en una estúpida fiesta de la alta sociedad mientras su hija está luchando contra un puto acosador a una ciudad cercana de este lugar. Verlos me provoca arcadas de asco con solo recordar estos cuatro años en los que Margery no ha hecho otra cosa que no sea llorar y decaer porque no tiene su puto apoyo.

Ver a Jessi tan arreglada como yo me repugna porque ella bien podría ser Margery, pero no, ellos decidieron ignorarla. Decidieron creer que dejó de existir junto con Max.

Y Arthur... joder, es la viva imagen de lo que Max podría haber sido si no hubiese muerto en ese accidente. Solo que los ojos de él son los de Margery y los de Jessi los de Max, tenerlos en frente solo me trae recuerdos de mi infancia con sus hijos que me provocan unas inmensas ganas de llorar.

¿Cómo pueden estar aquí tan tranquilos?

¿Cómo pudieron dejar a Margery?

De pronto, la madre de Margery mira sobre mi hombro como si su propio fantasma del pasado apareciese, pero sé quién es y sé por qué se espanta. Gregor y Max siempre se habían parecido a un punto casi espantoso, solo que el hermano de Margery siempre era dulce y mi prometido no.

— Arthur. — dice Gregor con voz tensa, rodeando mi cintura con su mano.

La madre de Margery intentó, pero no pudo, el contener las lágrimas en sus ojos mientras miraba a Gregor de la cabeza a los pies. Seguramente trayendo a su memoria la imagen del hijo que perdió ¿Por qué no se comporta de la misma forma cuando de Margery se trata? ¿Por qué solo se muestra dolida por el fantasma de Max?

— Gregor... estás... — intenta hablar el padre de Margery, pero es otro que no sabe cómo hacerlo.

Es como si su propio karma se presentara frente a ellos y yo lo disfruto como nunca. Primera vez en toda mi vida que quiero ver el dolor y el sufrimiento en el rostro de alguien.

Ellos creían que Margery podía ser feliz solo con su cochino dinero, después de la primera terapia no quisieron volver a saber de ella. No vieron como lloró por los antidepresivos, como Gregor tenía que estar con ella en el suelo tarareando nanas para que no intentara hacerse daño cuando la depresión post pérdida le nublaba el juicio.

No vinieron los meses posteriores a la perdida en donde veíamos a Margery pero ella no nos veía a nosotros, donde yo misma debía obligarla a comer o incluso cuando tuvimos que sacarla a rastras de la antigua habitación de Max porque no paraba de llorar y gritar de dolor mientras abrazaba las cosas de su hermano.

Ellos solo son unos cobardes que la dejaron sola cuando más los necesitó. Que no fueron buenos y la sostuvieron cuando estaba tan rota que ni siquiera sonreía de manera sincera.

¿Qué, acaso ahora sí se van a interesar por la hija que tienen? Ahora que ya no tienen nada en donde apoyar o lágrimas que limpiar, ahora que la mierda de mi mejor amiga es más grande y asfixiante que la que tenía hace cuatro años.

— ¿Max? — pregunta en un hilito de voz la madre de Margery, intentando alcanzar a mi prometido.

Me interpuse entre ambos, mirándola con rabia.

— ¿Y Margery? — le suelto, haciéndola retroceder hasta su marido de nuevo — ¿Por qué no preguntas por Margery? Por tu hija.

— Sam... — intenta calmarme Gregor.

— ¡No! — lo callo con rabia, mirándolo por un segundo antes de fulminar con la mirada a las personas frente a mí — Ellos tienen que escucharlo, tienen que saber lo malnacidos que han sido con ella.

Enamorada del CEO ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora