Capitulo 44 (Gregor)

63 4 1
                                    

GREGOR

El parto de la bebé se adelantó a la fecha y ahora tengo que correr por todas las calles de Madrid valiéndome madres las multas, escuchar los aullidos de dolor de Sam a mi lado están acabando con mi cordura.

Llamé a mis padres y a Margery lo más rápido que pude para que estén atentos a nosotros a partir de ahora. Los primeros me prometieron llegar a la clínica en una hora, la segunda se desesperó y comenzó a gritarle a James que debía viajar a España. Todos estábamos preocupados por Sam, este embarazo siempre había sido peligroso para ella.

— Gregor... por favor... — me llama entre llantos, intentado regular su respiración — Si tienes que elegir, elige a la bebé...

No. Me niego.

Ella va a salir bien de ese parto, es fuerte...

— No, Sam, no pienses eso, tú vas a salir bien de allí y ella también. — le grito desesperado, acelerando con todas mis fuerzas para llegar a la estúpida clínica, ya faltan solo dos cuadras — ¡No les va a pasar nada a ninguna!

Si eso sucede me muero, ambas son mi vida, no puedo perderlas.

— Prométemelo. — suplica, mirándome con todo el miedo reflejado en sus ojos — Por favor.

Joder, no puedo.

No puedo hacerle eso a ella, no cuando ha luchado tanto por la bebé, no cuando llegó hasta aquí a pesar de toda la mierda que teníamos encima en Estados Unidos. Golpeé un costado del volante con rabia, sorteando a los imbéciles que no saben conducir en esta ciudad.

— Lo prometo. — le aseguré, apretando mis manos en el volante.

Así la pierda a ella, así no vuelva a amar a otra persona como lo hago con Sam, voy a cuidar de nuestra hija pase lo que pase.

Cruzo en dirección a la clínica frente a nosotros, derrapando el coche por un momento antes que lo estabilice con precisión, evitando que Sam se golpee con algo de mala manera. Estábamos frente a la entrada de emergencias y ya el hermano de Mikhail traía a un par de enfermeras con una camilla para Sam.

Al final me sirvió aceptar los putos entrenamientos con los Rossi.

Me bajé del coche rápido, viendo al hermano de Mikhail bajar a mi mujer con el mayor cuidado posible mientras las enfermeras se encargan de acomodarla en la camilla para entrar a la clínica a las carreras.

No miré coche, persona o puertas, solo las seguí sin quitarle los ojos a Sam, a mi vida entera que está siendo destrozada en esa camilla con cada contracción.

— ¡No aguanto! — aúlla ella, moviéndose en la camilla con muecas de dolor.

— No está del todo dilatada. — anuncia la enfermera, asomándose por el vestido de Sam mientras corren a la sala de partos — Necesita esperar un poco más.

— ¿Qué más quieren que sufra, coño? — grité, tomando mi cabello con fuerza.

Otra enfermera se me acercó con lástima, tomando mi brazo con una mano y señalándome el pasillo contrario al de Sam con otra. Ni siquiera estoy escuchando lo que dice, solo veo a Sam sufrir de camino a esa habitación.

— No voy a dejarla sola. — aseguro, intentando pasar a la enfermera, pero se me atravesó de lleno en mi camino — Ella está sufriendo.

— Pero usted no puede entrar así. — me dice con seriedad, empujando mi cuerpo al pasillo que me señaló — Tiene que cambiarse si quiere estar con su esposa.

— ¡Joder!

Di media vuelta a regañadientes.

###

Esperar con Sam a que termine de dilatar me está destruyendo, ella no para de llorar, de suplicarme que llame a las enfermeras para que le den anestesia mientras yo trato de mantener la calma. Ya le administraron mucho medicamento, solo que el cuerpo de Sam los salta demasiado rápido para mí gusto.

— Ya no puedo, Gregor, no puedo. — llora, tomándome de la mano con fuerza — No puedo, me duele demasiado.

— Un poco más princesa, un poco más. — supliqué con la voz ahogada con mis lágrimas.

Yo también estoy sufriendo con ella, joder, no puedo ayudarla aun cuando me está suplicando que la ayude. Ya no sé si quiera tener más hijos después de esto, la que está sufriendo es Sam y no es justo.

¿Por qué no me pueden dar parte de su dolor a mí también?

— No quiero morir, Gregor, no quiero. — solloza, apoyando la cabeza en la cama sin dejar de llorar — Quiero ver a mi bebé crecer, que me diga mamá.

— Y lo harás, princesa, tú eres fuerte.

— No me siento fuerte. — admite con los ojos cerrados.

Yo tampoco, créeme que me siento inútil ahora al no poder ayudarte.

— ¿Sabes cuál nombre quiero para nuestra hija? — murmura Sam, mirándome con labios temblorosos.

La miré esperando que me lo dijera, y lo hizo, con una amplia sonrisa tan llena de confianza que me hizo sonreír también, creyendo en ella, en el nombre de nuestra hija y en que este momento pasará.

Que los tres regresaremos a casa.

— Es hermoso. — digo con seguridad, apoyando una mano sobre nuestra bebé — Eres hermosa, tú y tu madre.

— Te amo, Gregor.

Estaba a punto de decirle que yo también la amo, que lo hago con todas mis fuerzas y que sé que vamos a regresar juntos a nuestra casa, pero la doctora de Sam entró a la habitación colocándose unos guantes de látex y pidiéndome que me hiciera a un lado para ver cómo va Sam con sus dilataciones.

Le faltaban diez centímetros cuando llegamos, o al menos eso dijo la bruja que no quiso terminar con su sufrimiento.

— Estas lista, preciosa. — avisa la doctora, quitándose los guantes y gritándole a las enfermeras de afuera — ¡Traigan epidural, esta mujer está lista para dar a luz!

— ¿Qué pasa? — pregunta Sam entre la conciencia y la inconsciencia.

El dolor la ha estado mareando por momentos.

— Ya es hora, princesa. — sonreí, dejando un beso en su cabeza antes que la camilla fuera arrastrada afuera con la doctora y las enfermeras a cada lado.

Detrás de mí, Sam soltó el suspiro de alivio característico por recibir un poco de alivio para su dolor. Ya tenía tres horas que no escuchaba ese suspiro tan largo.

— ¿Listo? — pregunta la doctora, mirándome por un instante.

— Sí.

La ropa me está asfixiando y me siento ridículo con todo, pero por mi hija y por Sam estoy dispuesto a hacer esto una y otra vez. 


////

Hemos llegado oficialmente al final del maratón, lo siento no pude publicarlos seguido :(

A partir de aquí comienza la recta final de la historia y... Vienen sorpresas (Por si no lo había aclarado este libro es el inicio de una saga, les diré el nombre al final del libro para que se hagan una idea jeje)

Gracias por llegar aquí y darme ánimos para escribir, de verdad no saben lo mucho que me emociona saber que me están apoyando. Nos leemos luego, no voy a tardar mucho :-*

Enamorada del CEO ImbécilWhere stories live. Discover now