Capitulo 66

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CAPITULO 66

MIKHAIL

-Treinta y seis horas después-

Las idas a la fosa se están haciendo más frecuentes para los tres y eso está desgastando no solo mis fuerzas, sino también las de Castilla y las de Margery conforme estamos lidiando con las cadenas y los presos que nos quieren muertos.

En cinco días hemos luchado diez veces sin parar, y en una de esas terminé en una sección con Margery donde Diego esperaba que yo la matara, pero lo mandé al diablo arrojando un hacha hasta su silla en la parte alta del estadio. Después de eso le quedó claro que no podía volver a intentar ordenarme matarla.

Ya estoy harto que al mundo no le quede claro que ella es intocable.

— ¿Lista? — pregunto en voz baja, preparando el pañuelo con alcohol.

Asiente en silencio, colocando el trozo de madera cubierto por tela — que la gente de Marcelo nos dejó antes de salir a vigilar — en su boca.

Entramos a la famosa hora cero, donde las cámaras no funcionan y puedo salir sin que Diego lo note. Desde hace dos noches lo he hecho para venir a ayudarla, con la ayuda de la gente de Marcelo he logrado salir de mi celda para estar con Margery en la suya.

Castilla sigue algo inestable por la muerte de la mujer, y aunque a Margery le afecte de la misma forma, todo el dolor y los traumas de este año la mantienen un poco más colectada que él en estos momentos.

Apoyo el pañuelo sobre el corte superficial de su espalda, haciéndola gritar de dolor, apretando el trozo de madera entre sus dientes. Es algo sin importancia, pero si no se lo limpio la fiebre por infección la va a debilitar más de lo que ya está por no comer bien.

Sin su ayuda, los tres nos estamos alimentando de la mierda en estos calabozos.

Paso la tela sobre los cortes, haciéndola temblar, y por poco y me detengo pero retrasarlo no lo hará menos doloroso.

— Bien hecho, muñeca. — la calmo, cubriendo el corte desinfectado con una gasa, como ella hacía por mí la primera vez — Ya está listo.

Escupe el trozo de madera en el suelo con fuerza, limpiando sus labios con el dorso de su mano, suspirando.

— Esta vez dolió menos. — admite, cubriéndose con la camisa que le di cuando nos trajeron aquí.

Tenerla expuesta con el top que tenía no era opción, además que debo admitir que verla con mi ropa me gusta demasiado, incluso si está dañada como esta.

Esto es insano e incorrecto, pero con Margery Bolton lo correcto y lo moralmente aceptable se fueron al caño desde que estuvimos al borde de la muerte hace meses con la captura. Además que lo aceptable siempre me ha valido mierda desde que tengo memoria.

Ella se gira en su puesto, mirándome con media sonrisa, que correspondo mientras se aparta el cabello del rostro con una mano. Ya lo tiene más largo que cuando me pidió que se lo cortara en una de esas casas abandonadas, ahora le llega a la altura de sus hombros y se ve hermosa a pesar de tenerlo cubierto de mugre y, posiblemente, de la sangre de los presos de la fosa.

Se acerca con esa confianza del diablo que me acorraló en un principio, sentándose a horcajadas sobre mí con diversión sádica en sus labios. Volviendo a hacer que mi pecho se sienta vivo como no ha estado en años, tal vez nunca.

Esta mujer es una puta perdición para mí.

— Ya pasó tu cumpleaños. — dice con tristeza, limpiando algo en mi rostro con un puchero.

Enamorada del CEO ImbécilOù les histoires vivent. Découvrez maintenant