Capitulo 40

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CAPITULO 40

SAMANTHA

Estoy haciendo todo mi esfuerzo para que no se note, pero estoy aterrada de lo que pueda suceder con nosotros ahora que mi padre sabe lo de mi bebé.

Sí, me emocioné como nunca al verla en esa ecografía tan clara y hermosa, al notar que su papá estaba igual de emocionado que yo y que responde a su voz y no a la mía. Pero al salir de allí, ver a las personas en la sala de espera y escuchar a Gregor enviando la dirección a mi papá para reunirse en uno de los hoteles de la familia de Margery...

Eso acabó con mis nervios.

Acepté comer porque mi hija lo necesita, pero si fuera por mí no ingería ningún alimento por mí falta de apetito, veo mi plato con patatas hervidas y carne y no me provoca mayor satisfacción que la de llenura.

— Todo estará bien, señorita Harris. — me intenta calmar el guardaespaldas de Margery, viéndome con media sonrisa desde el antiguo puesto de Gregor.

Ya había terminado su plato de comida y solo estaba aquí para cuidarme. Ver su rostro decaído me da un poco de pesar, él no merecía recibir un llamado de atención de esa forma.

— ¿Estás bien? — le pregunto.

— Lo estaré. — suspira, negando con la cabeza — Mi trabajo en esto es cuidar a su amiga, tener interés por ella es perjudicial para mí.

— ¿Por qué? ¿No la cuidaría mejor estando enamorado?

— No. — hace una mueca y pasa su mano por su rostro — Además — exhala, rendido — Margery es una niña aún, yo ya estoy en mi segundo año, casi tercer año, de universidad.

— Eso es una estupidez. — me quejo, girando los ojos — Gregor exagera a veces.

Me contesta en silencio, ladeando una sonrisa de tristeza y espera a que yo termine de comer sin volver a hablar en todo el rato. Gregor y Margery no volvían rápido y eso me tenía ansiosa ¿Qué podían estar hablando que les llevase tanto tiempo?

Miré el plato olvidado de mi mejor amiga, la carne a término medio que la espera y, no pude resistir la tentación, pinché un pedazo de la carne, llevándomela a la boca con un gemido de satisfacción por la explosión de sabores en mi boca. Era, simplemente exquisito.

Afuera se escucharon un par de detonaciones, unas que conozco muy bien y que pusieron en alerta a Michael que se levantó de su puesto con el ceño fruncido, rozando su propia arma oculta en el traje de guardaespaldas. Miré sobre mi hombro a la entrada, esperando encontrar a Gregor junto a Margery refugiándose como las demás personas, pero ellos no aparecían, lo que me provocaba ansiedad y miedo, dejando mi último trozo de carne en el plato, olvidado.

De nuevo, otras dos detonaciones se escucharon, las personas gritaron y mis ojos se llenaron de lágrimas por pensar lo peor. Por imaginar a mi novio y mi mejor amiga envueltos en ese problema que, aunque nadie me lo ha dicho, sé que tiene que ver con Mikhail, con la mafia en la que Gregor se vio obligado a entrar luego de haberle salvado la vida.

Michael se coloca en medio de mi cuerpo y la entrada, cubriéndome y exponiéndose, como han hecho todos ellos desde que nos enteramos del embarazo.

¿Cuándo voy a dejar de ser la damisela en apuros en todo esto? ¿Por qué ya no puedo hacer o lograr algo por mi cuenta?

Amo a mi hija, estoy feliz que esté bien en mi interior, pero...

Las sirenas de policía se escucharon fuera, las personas comenzaron a salir asustadas del local, llamando a familiares y amigos. Yo no tenía a nadie para llamar, hacerlo con Katie era anunciarle cosas malas que no necesitaba ahora en su embarazo, ella está más cerca de tener a su bebé que yo.

Enamorada del CEO ImbécilWhere stories live. Discover now