Capitulo 28

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CAPITULO 28

GREGOR

A primera hora de la mañana arribé a la casa de Sam. Ya había hablado con una ginecóloga fuera de la ciudad para que la viera en una clínica privada sin la presencia de sus padres. Ahora solo me faltaba ir con ella y saber su decisión, por suerte la mujer aceptó ser prudente con lo que escuche en el consultorio.

No pensaba llevarla ante un imbécil lengua suelta de aquí, para Sam siempre buscaré lo mejor.

Dejé el coche frente a la casa de Sam, sus padres estaban en la sala, sentados frente al televisor como solían hacer en los días libres del padre de ella. Me bajé de coche decidido a hacer lo que Kate me dijo, de darle una luz de esperanza a mi mejor amiga en medio de todo lo que suceda en esa casa.

Siempre lo he sabido, y lo he odiado a cada segundo porque nunca he podido hacer algo para ayudarla a ser libre; pero ahora... cuando tengo tan cerca el poderío de la empresa a la vuelta de la esquina, siento que puedo hacer más.

Llamé a la puerta con la barbilla en alto, escuchando a la madre de Sam preguntándole a su esposo si esperaban a alguien tan temprano o si su hija lo hacía, el hombre no respondió, como siempre. Con su silencio usual donde te van a juzgar siempre.

La madre de Sam vino a la puerta, gritándole a ella que se le hace tarde para el instituto y que debe desayunar antes de irse. Abrió la puerta con una sonrisa cortés preguntando lo que deseaba, pero al verme parado frente a ella su sonrisa se ensanchó y se hizo a un lado emocionada, invitándome a pasar.

Interés, eso es algo que siempre he notado en ella cuando la veo.

Le doy un leve asentimiento de saludo, sonriendo cortes pasé a la sala donde me esperaba el padre de Sam con el ceño fruncido.

De él heredó ella el cabello rubio, solo faltaban los ojos verdes para que fueran totalmente iguales. A veces verlo me recuerda a Strauss y eso me causa más desprecio de lo que ya hace. La madre de Sam, la mujer de cabello negro y los ojos miel de su hija, vino a sentarse junto a su esposo con una amplia sonrisa.

Lo único bueno de estos dos es la diosa del piso superior, ah, y tal vez su hermana que tiene más corazón que todos los Harris juntos.

— Gregor Castilla. — saluda su padre, mirándome con el ceño fruncido desde su puesto — ¿Viniste a presentarte finalmente como se debe hacer?

¿De qué diablos me está hablando?

Escucho unos pasos suaves en la escalera a mi espalda, viendo a Sam bajando los escalones con la mirada gacha y las mejillas hinchadas. Pasó toda la noche llorando ¿Por qué?

Ahora estaba usando ropa deportiva, con la sudadera negra que ha estado usando todos estos días para cubrirse cuando está en el instituto y no tiene mucho frío. No la he vuelto a ver con su otra ropa en mucho tiempo ¿Es por lo que pasó o por sus padres?

— Gregor, espero una respuesta. — me recuerda su padre, haciendo que Sam levante la cabeza de golpe, mirándome aterrada.

Regreso mi atención ante el padre de ella y me siento en uno de los muebles pequeños, entrelazando mis manos sobre mis rodillas, observándolos. Inmediatamente la madre de Sam notó las cicatrices en mis manos, fascinada y aterrada a la vez.

— De hecho, vine para...

— Gregor, ya es tarde, vamos. — me interrumpe Sam, entrando a la sala con nerviosismo, pidiéndome con la mirada que nos vayamos.

¿Qué le pasa?

— Samantha, guarda silencio. — la riñe su padre, haciéndome fruncir el ceño con molestia — Te dije que si iba a ser tu pareja debía venir a presentarse.

Enamorada del CEO ImbécilWhere stories live. Discover now