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Alice

Mi mañana la comencé de la peor forma posible. Choso me había hecho madrugar con el propósito de bañarme y cambiar los vendajes correspondientes.

Me ví en la obligación de arreglarme porque el día de hoy tuvimos muchas visitas. Vinieron unas personas a colocar herrerías de protección en todas las ventanas de la casa, al igual que protección en la puerta principal.

No solo eso, Satoru también había venido, no lo había visto en persona, pero Choso me avisó que ellos estaban colocando el sistema de alarmas.

Estuve en la habitación un buen rato, sentí que era mejor quedarme en el cuarto mientras los demás trabajaban en lo correspondiente.

Pasé horas en cama, les juro que me estaba aburriendo de no hacer nada, ni los juegos de mi celular me entretenían.

El sonido de la puerta me hizo elevar la mirada, mi expresión cambió a una de desagrado en cuanto lo ví entrar.

—A parte de zorra... lisiada —habló de manera burlona antes de cerrar la puerta y recargarse en esta. Me percaté de que traía un dispositivo en manos.

—No estoy lisiada ¡Estúpido ignorante! —enarcó una ceja en el momento que escuchó la forma en la que le hablé

—¿Con que esas tenemos? —avanzó unos pasos, hasta quedar cerca de la cama.

—¿Por qué debería respetarte? —cuestioné a la defensiva—. Me has estado llamando "puta" y "zorra" desde que me conociste —si le seguía permitiendo sus ofensas, se le haría costumbre tratarme de ese modo.

—Te hablo como lo que eres... —se sentó en la cama, viéndome con desprecio—. Una puta ramera que recogió Choso de las calles.

—Ese insulto de "ramera" es nuevo ¿Por qué me odias tanto? ¿Eh? —pregunté directa. Intentando ocultar que me afectaba su forma de expresarse.

Me dejó claro desde un principio que no le caía bien, pero era tanto su desagrado hacía mí que tenía curiosidad por ello. ¿Qué carajos le hice?.

—No te odio, niña idiota. Toda esta mierda de "llenar" la casa con protección, es por tu culpa —me aventó la tablet, haciendo que el dispositivo quedara cerca de mis piernas—. De por sí, eres un jodido estorbo  —acomodó sus gafas de sol, mientras sonreía—. Y con el brazo roto lo terminas empeorando.

—¡Fue un accidente lo que me pasó! —este tipo no era más imbécil porque no podía—. No es como si estuviese buscando meterme entre los autos para que me atropellaran.

—¡Qué conveniente! —contestó, dejando ver la sorna en sus palabras.

—¡Es la verdad! —¿Qué más le podía decir a este idiota para que me creyera? Si no quería hacerlo, era su jodido problema.

—La única verdad es que sigues siendo una...

—Di eso y te aviento por la maldita ventana, Satoru Gojo —la voz autoritaria de Choso se hizo presente en la habitación. Satoru y yo, llevamos nuestras miradas hacia la puerta, pues ninguno se había dado cuenta de su llegada.

—Estábamos bromeando, imbécil —se levantó de la cama, yendo en dirección a la salida.

—No me gustan tus putas bromas, menos hacía ella ¿Entendiste? —habló molesto, impidiéndole el paso.

—Sí, sí —contestó su amigo, sin darle importancia—, ya entendí.

— ¿Le diste lo que te pedí? —preguntó Choso, quitándose de la entrada.

—Sí, ya se lo entregué —señaló hacia donde yo estaba, ví que se refería a la tablet.

—¡Me lo aventaste! Mejor dicho —hablé alto para que ambos me escucharan, en especial Choso, ya que Gojo no me insultaria frente a su presencia.

—¡Sal de aquí! Tengo que hablar con Alice —le ordenó a su insoportable amigo y este no tuvo más opción que largarse—, te veo después.

Una vez solos, Choso cerró la puerta del cuarto con seguro. Se quitó la chaqueta y la guardó en el closet.

—¿Te explicó el sistema? —cuestionó sin verme, a la par de que comenzaba a desvestirse. Por un instante me alteré, después noté que se estaba cambiando de ropa.

—Me dijo lisiada ¿Eso cuenta como explicación? —respondí con enojo. Pues yo no le había hecho nada malo al albino idiota.

Choso se había puesto ropa cómoda, además de desatar su cabello. Observé con atención cada movimiento que hacía, se miraba tan bien de cualquier modo.

—Es un imbécil, solo ignóralo —contestó, sacándome de mi trance. Se sentó a mi lado, acariciando una de mis piernas—. Mira, voy a explicarte como funciona esto —agarró la tablet y me la dio en las manos. En ella se veían las cámaras externas de la casa y jardines—, son cámaras de movimiento, si alguien intenta forzar la entrada se activarán las alarmas.

—Satoru dijo que ponías todo esto por mi culpa —no pude evitar mencionarlo. De ser cierto, técnicamente si era un estorbo en estas condiciones.

—No es tu culpa, linda —dio un leve apretón en mi muslo—, estarás descansando y yo no podré permanecer todo el tiempo aquí para cuidarte. Prefiero que estés segura.

—No quiero permanecer encerrada, como si fuese una jaula —entendía lo de las cámaras y el sistema de alarmas pero ¿la protección en todas las ventanas y puertas? ¿Era necesaria?

—Es por seguridad, Alice —quitó la tablet de mis manos, dejándola en el mueble de al lado—, no te estoy encerrando —sujetó mi mano, entrelazando sus dedos con los míos.

—Entonces ¿Por qué lo haces parecer así? —pregunté en un susurro, no lo dije a manera de queja.

—Tú puedes salir cuando quieras, preciosa —soltó mi mano para posar su brazo en mi espalda, atrayéndome con cuidado hacia él—. ¿Recuerdas al imbécil que se metió hace unos meses? —asentí con la cabeza—. No quiero que vuelva a ocurrir algo así, ahora que vives conmigo.

—Bien, porque en unos días necesito ir a comprar varias cosas —los pendientes de mi Universidad eran muchos y estar encerrada no entraba en mis planes.

—Está bien, Alice —se inclinó un poco, besando mi mejilla con delicadeza—, pero anda con cuidado, aún estás herida.

Sus palabras se escuchaban sinceras, a lo mejor sí se preocupaba un poco por mi bienestar.

—Gracias por cuidarme —musité sin verlo, aún seguía apegada a él—, siento exagerado todo lo que pusiste de seguridad, pero si eso te tranquiliza, lo acepto —al fin y al cabo esta era su vivienda, él sabría que era lo mejor para el lugar.

—Sí, la verdad me tranquiliza —se quedó en la misma posición, sin separarse. Sus dedos acariciaban mis costados y ninguno de los dos emitió algo más.

Al parecer, decirle que "sí" lo calmó, ya que su cuerpo se sentía más relajado que antes.

Al parecer, decirle que "sí" lo calmó, ya que su cuerpo se sentía más relajado que antes

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In The Shadows | Choso (Adapt.)Where stories live. Discover now