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No pude dormir muy bien

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No pude dormir muy bien. Había una pequeña preocupación que no me dejaba hacerlo.

Al despertar, fui a comprar unas cosas, entre ellas algo de comida preparada y regresé en la tarde a mi casa.

Dejé lo mío en la cocina, tomé la bolsa de comida para volver a salir de casa e ir a ver a Choso.

Toqué su puerta varias veces, pero no abrían. Su auto sí estaba, probablemente no quería verme. Volví a tocar y no abrieron, me di la vuelta para marcharme, aunque no lo hice por completo, ya que se escuchó cómo se abría la puerta.

—¿Qué haces aquí, mocosa? —se recargó en el marco de la puerta, mirándome serio.

Seguía sin camisa y con la ropa de ayer. Miré sus vendajes, estos se notaban un poco rojos debido a las manchas de sangre.

—Te traje algo de comer —le mostré la bolsa de mi mano—, hay que cambiar esos vendajes, están sucios.

—No te pedí que vinieras —habló—, te dije que estaría bien, lo estoy.

—Por favor —lo miré—, te estoy ayudando porque tú me ayudaste ayer.  Tan solo mírate como estás —no sé si él estaba acostumbrado a recibir ese tipo de heridas y por eso no les tomaba importancia.

—No necesito tu lástima —me respondió hosco.

—No es eso —pausé—, estoy preocupada, ayer tus heridas se veían espantosas y... —me callé. Su cara me decía que era inútil explicarle el porqué me encontraba aquí—. ¡Olvídalo! —agaché la cabeza considerando que lo mejor era irme.

Suspiró segundos después.

—Pasa —se quitó de la puerta, luego caminó al interior de la casa.

Subió las escaleras para ir hacia su habitación. Me quedé parada en la planta baja. Choso al ver que no lo seguía, detuvo su andar a media escalera.

—¿Te sigo? —pregunté, ya que no me dijo si debía hacerlo o no.

—Has andado por toda mi casa, 2 veces y sin mi permiso —pasó una mano por su cabello—. ¿Ahora esperas mi indicación para hacerlo?

No le respondí, me apené por lo que dijo. Le seguí hasta llegar a su habitación.

Puse la bolsa de comida en una cómoda, después entrelacé mis manos mientras me quedaba parada en el rincón del lugar.

—Son un poco más de las 6 de la tarde —le comenté. Me acerqué a él para quitarle el vendaje de la mano y el abdomen—, te voy a quitar esto, pero necesito que te bañes para colocar el nuevo vendaje.

—¿Me estás diciendo mugroso? —cuestionó.

—¡No! —contesté alzando un poco la voz sin querer. No pude evitar reír un poco—, pero si no te bañas ahora, no podrás hacerlo hasta mañana en la noche que se vuelven a cambiar las vendas.

In The Shadows | Choso (Adapt.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora