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Acaricié su pecho mientras escuchaba el latir de su corazón.

—¿En verdad tienes 30 años? —fue inevitable preguntarle.

—¿Crees que mentí? De ser así me hubiera quitado años, no agregado —expresó con un toque de gracia.

—Es que, te ves más joven.

—Lo sé —respondió sin sorprenderse—. ¿Te molesta mi edad?

No sé que estaba mal conmigo, porque se me hizo atractivo que fuese más mayor de lo que pensé.

—En lo absoluto —levanté mi vista para verlo—. ¿Y te llamas Choso? O solo es un apodo que...

—Choso Kamo —se adelantó en contestar—. Es mi nombre completo —asentí, volviendo a recargarme en su torso.

Tenía mi vista fija en la ventana, seguramente no pasaban de las tres de la tarde. Estuvimos un pequeño rato así, sin decir nada.

—¿Puedo preguntar más sobre ti? —pregunté bajito y rompiendo el silencio, ya que no sabía si lo tomaría de buena manera.

—¿Cosas sencillas? Sí —movió su mano, la cual fue a dar a mi trasero—. Anda, pregunta —me dio un par de palmadas.

Medité por unos segundos para saber con qué empezar. Tendrían que ser preguntas muy básicas si quería lograr que contestara.

—¿De dónde eres? —su peculiar acento hacía difícil adivinar su origen.

—Japón —habló de inmediato, reforzando su agarre en mí—. Específicamente de Tokio —añadió.

—¿Hay algo que te guste hacer? Como leer, caminar... no sé —rezaba porque no se burlara de mis estúpidas dudas.

—Me gusta estar recostado en la cama, no por pereza, si no porque son de los pocos momentos en los que puedo descansar —escuché atenta lo que decía, pues lo dijo de forma agradable.

Utilicé eso a mí favor y me animé en preguntar algo que me interesaba mucho.

—¿Mei Mei es tu amiga? —solté de repente. Choso liberó una fuerte carcajada, al parecer fui más obvia de lo que pensé.

—Sí Alice, es mi amiga.

—Por cierto ¿Dónde está? —me desvié un poco del tema. No volví a verla desde hace días cuando me la presentó.

—Se marchó ayer —pausó un momento—. Tenia cosas que hacer en Tokio.

No quise insistir en ello, tal vez pasó algo que no quería contarme, yo no era nadie para exigirle.

—¿Qué te gusta comer? —fue mi última pregunta.

—Hamburguesas —mencionó sin titubear, muy seguro de su respuesta.

—Con el cuerpo que tienes jamás pasaría por mi mente que comes hamburguesas —reí acariciando su marcado abdomen.

Tenía 2 cicatrices grandes: producto de aquella vez que peleó en el sótano. Si veías a detalle su piel, podrías percatarte de cicatrices menores, esparcidas en el torso.

—Eso es porque me mato haciendo ejercicio y entrenando —explicó sereno. —Por obvias razones necesito una buena condición física.

Mordí mi labio y me maldije internamente. Él hablaba de su "trabajo" y yo lo primero que pensé fue en que cuidaba de su físico para tener sexo.

Junté mis piernas de manera involuntaria por la sensación que apareció en mi zona. Choso se dió cuenta del movimiento ya que seguíamos desnudos.

—No me refería a eso —rió levemente.

Bajé mi mano y la metí entre las sábanas. Pasé mis dedos por sus testículos, acariciándolos antes de llevar mi mano a su miembro.

Pude escuchar su respiración pesada aunque no emitió palabra. Sin temor rodeé su pene y comencé a pasar mi mano por toda su longitud.

—Alice... —susurró. Ignoré su llamado y continué con lo mío. Volví a apretar mis piernas, creo que el estar tocándolo comenzaba a excitarme.

No tardé mucho en soltar su miembro porque noté algo.

—¡Oh! —saqué mi mano y alcé la sábana para ver debajo: tenía una erección—. Pero... ¿Cómo? —bajé la sábana, volteando a verlo.

—Alice —sonrió con sorna, tratando de no reír—. ¿Tú que crees que iba a pasar si seguías tocándome de esa forma?

—Lo siento, no era mi intención hacer que...

—Está bien, mocosa —besó mi frente—. No pasa nada.

—Yo lo arreglo —contesté, subiéndome arriba de él. Posé mis piernas en cada costado de sus caderas.

Me observó con atención puesto que, de esta manera, quedé completamente descubierta. La mirada de Choso viajó desde abajo de mi cuerpo y subió lento, hasta conectar con mis ojos.

—Alice...

—Ya sé, solo tengo que... —busqué alinear su miembro en mi entrada, me dejé caer sintiendo cómo lo introducía todo en mí—. ¡Ah, carajo! —gemí, apretando los labios—. ¿Y luego? —le pregunté apenada.

Choso ladeó su cabeza, trató de contener una sonrisa pero no lo logró.

—Es increíble que puedas verte tan tierna en estas situaciones —llevó su mano a su rostro tratando de tapar el leve rubor de sus mejillas: se había avergonzado. Descubrió su rostro y pasó la lengua por sus labios, humedeciéndolos —Puedes dar pequeños saltos, moverte de adelante hacia atrás o en círculos —dio sugerencias y asentí con la cabeza.

Empecé con lo primero que dijo, colocó sus manos en mis caderas con la intención de ayudarme a llevar un ritmo. Comencé a hacerlo más rápido, mis pechos rebotaban por la posición en la que estábamos y Choso tomó en sus manos uno de mis senos, lo masajeó con algo de fuerza, sacándome un gemido.

Eché mi cabeza para atrás antes de terminar los movimientos, debido a que me estaba cansando. Me detuve para cobrar la respiración, coloqué mis manos en el pecho de Choso, iniciando a moverme en círculos. Sentí el calor emanar de mi piel, una capa ligera de sudor se podía percibir en mi cuerpo.

Volví a los saltos ya que la sensación era más placentera, solo aguanté unos minutos extra y terminé desplomándome sobre su cuerpo.

—Esto es muy cansado —dije cerca de su oreja. Mi pulso estaba acelerado, como si acabara de correr—. Se siente delicioso pero qué agotada acabé.

—El cansancio lo vale —dijo dándome la razón. Choso comenzó a reír con ganas por mis comentarios. Pasó sus brazos por mi espalda, dándome un abrazo.

—¡No! —mencioné alarmada—. Estoy sudada y... —traté de separarme pero él no me lo permitió, al contrario, me apegó a su pecho.

—¡Shhh! Mocosa —acarició mi espalda—. En un rato nos bañamos, no te preocupes —sus palabras me calmaron, ocasionando que dejara de tensar mi cuerpo.

Elevé mi cabeza para verlo a los ojos, sonreí antes de depositar un corto beso en sus labios.

Elevé mi cabeza para verlo a los ojos, sonreí antes de depositar un corto beso en sus labios

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In The Shadows | Choso (Adapt.)Where stories live. Discover now