ADAPTACIÓN
Las malas decisiones te llevan a cometer actos atroces pero... Siempre hay una luz al final del túnel.
-Historia original.
-Los personajes pertenecen a Gege Akutami
-Lenguaje y contenido explícito
-Historia desarrollada fuera del mundo d...
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Tomé mis clases como de costumbre.
En la hora del almuerzo, cuando por fin me senté con mi charola de comida en un lugar apartado, pude revisar mi celular tranquilamente.
Llamó mi atención los mensajes de texto que tenía.
~~~~ Choso ~~~~
~¿Crees qué puedes hablarme así y largarte como si nada? 7:46 am
~Será mejor que salgas por cuentapropia a pedirme perdón o vas a lamentarlo. 7:49 am
~Bien, he preguntado y me dijeron que las clases comienzan a las 8 de la mañana, pero tienen descanso en unas horas. Te veo en el estacionamiento a las 10:30 a. m., si no sales, entro por ti. 7:57 am
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Miré la parte superior de mi teléfono para ver la hora: 10:38 am
Ni siquiera toqué la comida de mi charola, me paré rápidamente y corrí en dirección al estacionamiento.
El miedo se estaba acumulando con cada paso que daba, llegué a la entrada de la Universidad sin contar que chocaría con alguien. Caímos al piso debido a que yo venía corriendo.
—Lo lamento, lo lamento —tomé algunos de sus libros regados para ayudarle.
—No hay problema, Alice —al escuchar mi nombre, alcé la vista, era Thomas, un compañero de clase.
—¡Oh! Tommy, no había visto que se tratara de ti —respondí.
—Con la velocidad en la que venías era de esperarse —rio.
—En verdad lo lamento —le pasé sus libros, él metió el resto de cosas a su mochila. Se levantó extendiéndome la mano para saludarnos.
—Te perdono si me invitas un café —sonrió alegremente e incluso sus ojos se cerraron.
Quería responderle, pero escuché a alguien más detrás de mí.
—Alice, ¡ahí estás! —sentí cómo un brazo me rodeó de la cintura con el propósito de acercarme a su cuerpo. No hacía falta que alzara la vista: era él—. Preciosa, la Universidad es tan grande que no encontraba la entrada —habló con el tono más amable que jamás haya escuchado.
—Sí, yo —pausé—, ya iba a buscarte —comenté bajito. Miré a Thomas, quien tenía una expresión triste. Me sentí muy apenada con él. —Será en otra ocasión, Tommy —respondí cortés—, nos vemos después.
Di la vuelta lo más rápido que pude para que el idiota no le dijera nada a Thomas, caminamos por el jardín en dirección al estacionamiento.
