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Alice

Abrí los ojos de manera lenta, la luz artificial entró directame en mis pupilas y giré el rostro, evitando la incomodidad de la luz directa en mi rostro.

Al hacerlo pude visualizar a Choso, sentado en un sillón, estaba escribiendo algo en su celular por lo cual su vista estaba enfocada en el dispositivo móvil.

—¿Choso? —musité, aunque sonó más como a una pregunta.

Alzó la vista para verme, dejando el celular en el sofá y levantándose de este.
Se acercó a mí, mirándome tranquillo.

—Mocosa, por fin despertaste —habló con cierto ¿alivio?—. ¿Cómo te sientes?

—Me duele el cuerpo —expresé con dolor, ya que había intentado moverme para acomodarme mejor en la cama.

—Quédate quieta, linda —ordenó al ver que quise moverme—. O vas a lastimarte.

—¿Sabes qué me pasó? —cuestioné con dificultad.

A mí mente llegaban pequeños flashback del incidente, pero no podía deducir exactamente lo que ocurrió. Solo recuerdo que estaba en el piso, con el brazo lleno de sangre.

—Un automóvil atropelló a varias personas, estrellándose contra el cristal de una tienda —explicó de forma breve. Giré mi rostro hacia mi brazo vendado.

—Mi... mi brazo —un par de lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. No podía moverlo y me aterraba pensar en lo que había bajo ese vendaje.

—Te cortaste —se inclinó para darme un beso en los labios—. Descansa, vas a estar bien.

Miré el reloj de la pared y pasaban de las seis de la tarde, estuve dormida por varias horas.

—Tengo que ir a comprar unos materiales para mis tareas —comenté preocupada, no podía atrasarme con mis trabajos de la Universidad.

—¡Tú no vas a ir a ningún lado! —respondió molesto, sentándose en el sofá—. Sé que te importan más los jodidos estudios que tu propia vida, pero por una maldita vez... intenta ver por ti —pasó las manos por su rostro—. Ni siquiera puedes levantarte.

—Choso... debo hacer tareas —mi única inasistencia fue aquella vez que el profesor me negó la entrada al salón de clases, no podía darme el lujo de faltar a la Universidad—. Mañana tengo clases.

—Así vaya el puto presidente el día de mañana, no vas a asistir en esas condiciones —se levantó del sillón, caminando hacia el baño. Segundos después salió con un espejo mediano.

Lo puso frente a mí con el propósito de hacerme ver mi reflejo: tenía una venda en la parte de la cabeza, mi rostro estaba lleno de ligeros cortes, como si me hubiese arañado un gato.

—Mi cara... —musité asustada, retiró el espejo para después ir a dejarlo en el baño. Seguí prestando atención a lo que hacía.

—No te lo mostré con la intención de hacerte sentir mal —contestó una vez que regresó a mi lado—. Entiende ¡No puedes ir así! Estás herida.

—Es que no puedo perder mi beca, tengo la obligación de ir...

—No vas a perder nada, yo me encargo de eso —respondió seguro, tomando mi mano entre sus palmas—. En un rato nos vamos, ya casi te dan de alta.

—¿Cómo supiste que estaba aquí? —pregunté en un susurro. Cambiando repentinamente de tema.

—Intentaron contactar a algún familiar, pero en tu registro de llamadas solo estaba yo —asentí triste ante su respuesta. No tenía familia de este lado, los únicos contactos en mi teléfono eran mis amigos y Choso.

In The Shadows | Choso (Adapt.)Where stories live. Discover now