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Alice

Al terminar de bañarme, me percaté de que él no volvía al cuarto, no sé si cansó de esperar o simplemente no tenía pensado volver.

—Choso... —hablé bajo—. ¡Choso! —repetí más fuerte—. ¡Cho... —la puerta del baño se abrió de golpe, ví que traía unas cosas en mano... además de una silla.

—¿Ya terminaste? —preguntó, a lo cuál asentí—. Bien, exprime un poco tu cabello, linda —dejó las cosas en el tocador del baño, con la silla justo en frente de este. Obedecí a lo que me pidió, sin levantarme de la tina.

—¿Puedes pasarme una toalla? Por favor —pedí de forma amable.

—Primero te ayudo a levantarte —me sujeté de sus manos, logrando alzarme con menor dificultad que ayer. En ningún momento bajó la vista, estuvo mirandome el rostro mientras me encontraba aquí... parada y desnuda.

No tardó mucho en cargarme con la intención de sentarme en el borde de la bañera. Me entregó un par de toallas, una la coloqué en el cuerpo y con la segunda empecé a secar mi cabellera.

Mientras lo hacía, ví que Choso se lavaba el rostro y cepillaba sus dientes.

—Discúlpame por despertarte tan temprano —mencioné en cuánto lo ví terminar.

—De todas formas ya casi iba a despertarme —comentó. Caminó hacia mí, trayendo una prenda doblada en manos.

—¿Puedo saber por qué?.

—Voy a hacer ejercicio, pero primero te ayudo con esto —lo que traía consigo era una bata de baño. Me hizo quitarme la toalla y colocarme la bata, haciendo un nudo con los lazos en la parte delantera—Ven —sujetó mi mano, guiándome a la silla que dejó frente al tocador.

En este momento pude apreciar mi reflejo en dicho espejo. Dejando de lado los pequeños cortes de mi rostro, esta vez pude visualizar la herida al costado de mi frente, tenía cosido en forma de línea.

Lo ví rebuscar entre los pequeños cajones del tocador para después sacar  un secador de cabello. Una vez conectado, lo encendió con calma, se posó detrás mío tomando mis mechones y comenzando a secarlo.

—Necesito que no esté mojado para que pueda colocarte la venda que cubre tu frente —explicó, viéndome por el reflejo—. Trata de no tocar tu herida de la parte de arriba en la cabeza, por el lugar donde se ubica no puedes usar gasas —asentí a sus indicaciones.

Todo el tiempo me mantuve inclinada hacia adelante, sentía bonito ver la cantidad de atenciones que estaba teniendo conmigo. Reprimí una sonrisa, no quería que notara el modo en que me hacía sentir con acciones tan pequeñas, me afectaban más de lo que pensaba.

Que se comportara de esta forma solo me hacía fijarme más en él.

—He terminado —habló casi 10 minutos después, desconectando el secador. Tomó de mi mano, llevándome a la habitación, haciéndome sentar en el borde de la cama—. En unas horas iré a comprar tus medicamentos ¿De acuerdo? —asentí sin responder.

Ví como se hincaba delante mío, había dejado las cosas a un lado, sobre el colchón. Cubrió la herida de mi frente con una gasa, sosteniéndola con cinta quirúrgica, después enrolló la venda en mi cabeza, tapando por completo la gasa.

No pude evitar mirar sus facciones, lo tenía tan cerca de mí que sin querer me estaba dando la oportunidad de apreciar su rostro una vez más. Se veía muy concentrado en dejar el vendaje bien acomodado, pero yo me sentía concentrada en otra cosa.

—Ya quedó fija, ahora voy a descubrir tu brazo para... —pusé mis dedos en sus labios, consiguiendo callarlo.

—Gracias por ayudarme —bajé mi mano para tomar una de las suyas. Con mi otra mano agarré el listón de la bata de baño y jalé de este, logrando desatarlo.

Sin dejarlo hablar, llevé su mano a uno de mis pechos. Al principio fijó su vista en mí, luego la bajó lentamente.

—Alice —musitó, soltando un suspiro—. No lo hago por esto...

—Tampoco lo hago como agradecimiento —respondí, riendo levemente.

—¿Es lo que quieres? —me observó a los ojos, esperando una confirmación para así comenzar a tocarme.

—Considerando que no podré tener sexo por varios días... sí —separé mis piernas dándole espacio de meterse entre ellas—. Es lo que quiero.

Choso terminó posando ambas palmas en mis pechos, manteniendo su mirada conectada con la mía. Los masajeó con tranquilidad antes de llevarse a la boca uno de mis senos, sentí su lengua pasearse por mis pezones. Coloqué las manos en su cabello, mientras él seguía succionando y lamiendo como si fuese lo más delicioso que había probando en el mundo.

—Todavía no son ni las 7 de la mañana y ya estoy desayunando —habló separándose tan solo unos milímetros de mis pechos, provocando un leve cosquilleo en mí, pues sentía su tibio aliento en la piel—. ¿Puedo quedarme un rato aquí? —preguntó, viéndome desde abajo. La mirada que me estaba ofreciendo parecía ser de ternura o a lo mejor yo estaba viendo cosas donde no las había.

—¿No dijiste que me pondrías la venda?

—Tienes razón —cerró los ojos, manifestando arrepentimiento por su solicitud—. Lo lamento, me estoy distrayendo y... —me incliné con el fin de besar su frente, brindándole calma.

—Mejor apúrate en vendarme el brazo —sonreí, pasando mis dedos por su mejilla—. Así podremos seguir con lo nuestro —deslizó la bata de baño por mis hombros, continuando con el vendaje faltante.

Desvié la vista a un punto fijo de la habitación, realmente la herida no se veía "mal" ya que se apreciaba totalmente limpia y con buena técnica de sutura. El problema iba en que no podía ignorar el hecho de estar lastimada. Deseaba con todas mis fuerzas que aquella lesión no quedara plasmada en mi piel de por vida.

—Ya está, linda —pronunció en el momento que terminó de cubrir mi brazo.

—Por favor, cierra los ojos en lo que me cambio —pedí con gentileza, se hizo a un lado, mirándome sin intender.

—Pero dijiste que... —su tono de voz me conmovió, parecía un niño pequeño al cuál no le habían dado lo que prometieron.

—Sé lo que dije, cierra los ojos, por favor —obedeció sin ánimos a mi petición. Terminó sentándose en el piso, con la espalda recargada contra la esquina de la cama.

Busqué ropa limpia en el clóset, me coloqué unas bragas negras y un pantalón de dormír. Hoy no saldría de casa así que no le veía sentido el arreglarme.

—Puedes abrirlos —comenté bajo. Choso me miró de pies a cabeza, notando que no me había puesto nada en la parte superior.

—Que estés descubierta es un ¿Sí? —se levantó con rapidez, quedando de pie, frente a mí.

—En eso habíamos quedado, pero hay que acostarnos en la cama. Todavía me cansa estar parada —que yo anduviera de hormonal no significa que sería una descuidada con mi salud.

Me ayudó a recostarme en el suave colchón matrimonial, le pedí que se acostara a mi lado, del costado izquierdo donde tenía mi brazo sano, así no tendría que preocuparse por lastimarme.

Jaló las sábanas, cubriéndonos hasta el abdomen. Choso se bajó un poco más, logrando que su cabeza quedara a la altura de mis pechos, tardó un par de segundos en continuar con lo pendiente.

Miré al techo con satisfacción, concentrándome en la sensación que me provocaba este hombre, enredé mi mano entre sus mechones con la intención de acariciar su cabellera, para después cerrar los ojos y disfrutar de sus movimientos con sus labios.

Miré al techo con satisfacción, concentrándome en la sensación que me provocaba este hombre, enredé mi mano entre sus mechones con la intención de acariciar su cabellera, para después cerrar los ojos y disfrutar de sus movimientos con sus labios

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In The Shadows | Choso (Adapt.)Where stories live. Discover now