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Narrador Omnisciente

Tokio, Japón

03:45am

El clima de madrugada no era el mejor para "trabajar" aunque eso era algo que no importaba en estos casos.

Aquella mujer yacía sentada en un sofá negro de piel, mientras observaba a sus más leales hombres torturando a un sujeto de aproximadamente 26 años.

Sus métodos para sacar información no podían ser considerados de los mejores, pero al no tener necesidad de meter las manos ese tema quedaba de lado.

-Señorita Mori -susurró su mano derecha a sus espaldas, con el propósito de no interrumpir lo que estaban haciendo los demás-. Tenemos buenas noticias.

Ese "señorita" la hizo sonreír, amaba que todos se dirigieran a ella de esa forma, pues a sus 36 años eso era ella: una señorita.

—Dime qué es —ordenó, sin dejar de ver al pobre hombre que seguían torturando.

—Se trata sobre Choso —al escuchar ese nombre se levantó con rapidez de su asiento.

Caminó hacia la mesa descuidada que estaba en el rincón del almacén, ya que de ese lado había una pequeña lámpara que iluminaba dicha mesa.

Su personal de confianza dejó una carpeta en aquel mueble para que la castaña pudiera revisar ese inusual expediente.

—Se fue a Estados Unidos —le mencionaron.

Con cuidado de no maltratar sus uñas postizas, tomó aquellos papeles entre sus delgados dedos y comenzó a darles una ojeada. Llamó su atención el ver que había salido del continente, al inicio pensó que estaba en un lugar más cercano, no cruzando medio mundo.

—¿Nebraska? —preguntó sin dejar de ver el expediente.

—Sí, allá reside Satoru Gojo desde hace 2 años —le explicó y ella asintió sin verlo.

Se detuvo cuando vio una foto que no esperaba ver, algo que le provocó expresarse con coraje.

—Y esto ¿Qué carajos significa? —mostró la fotografia apretando el papel con enojo.

Era un momento capturado de Choso, de hace un par de días. En la foto se veía con claridad que él estaba en un estacionamiento, tenía recargada a una mujer en su auto y se estaban besando.

No se podía apreciar bien el rostro debido a la distancia en que se tomó la fotografía.

—No sabemos quién es —contestó su hombre de confianza.

—Seguramente es otra de sus putas —comenzó a reír mientras rompía con ganas el papel.

—¿Quiere que la investiguen?

—¿Y gastar dinero en algo que no lo vale? —preguntó burlona—. Hay que esperar uno o dos meses más, si veo que sigue con ella... significa que sí es alguien de importancia —explicó de mala gana, pues ver esa imagen le había creado un mal sabor de boca—. No me vaya a equivocar como la otra vez —negó con la cabeza—. Aunque conociendo a Choso, no creo que sea algo serio.

La castaña recordó el inconveniente de hace tiempo, dos meses antes de que Choso se fuera de Japón: sus hombres le habían hecho llegar unas fotografías de él, saliendo de un bar con una zorra francesa y otra donde ingresaban a un hotel.

Sabía de sobra que él jamás había tenido alguna relación.

Aquella vez, la castaña actuó por impulso, días después de ver la foto, mandó a matar a la francesa, al revisar sus documentos pudo ver que la zorra estaba casada y que solo había ido de vacaciones a Tokio, lo que significaba que fue una aventura de una noche la que pasó con Choso.

In The Shadows | Choso (Adapt.)Where stories live. Discover now