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Al llegar a su habitación, me soltó de la mano. Caminó a uno de los muebles y sacó un pequeño maletín plateado.

Observé que de la parte trasera, a altura de su cintura, sacaba un arma y otras cosas de sus bolsillos.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté a sus espaldas. Ví que sacaba unas navajas, las cuales echó junto a la pistola, dejando todo junto en el estuche para después cerrarlo.

—Te comenté que iba de salida —contestó sin verme, guardando el maletín en uno de los cajones.

—¿Tienes que irte? —cuestioné insegura, creo que había llegado en mal momento. Él se dio la vuelta para llegar a donde me encontraba.

—Ya no importa —respondió tranquilo—. Alice... —me sujetó de los hombros, viéndome fijamente—. ¿No tienes miedo? A lo que hago, a las armas, a mí...

—Me aterra lo que haces ¡Mucho! También las armas me asustan... —su agarré comenzó a perder fuerza, ví su mirada algo afligida—. Pero he dejado de tenerte miedo ¿Es eso suficiente para ti? —sonrió de lado, colocando sus manos en mis mejillas.

—Dejaste de temerme... —susurró sin apartar su vista—. Era lo más difícil de lograr —con sus dedos comenzó a acariciar mis labios, muy suave, apenas y los tocaba—. Despues de esto, no habrá vuelta atrás. ¿Sigues queriendo que lo hagamos?.

Coloqué mi mano en su mano derecha, la que había dejado fija en mi mejilla. Cerré los ojos e hice mi rostro de lado, apoyándome en la palma de su mano, sintiendo su calor.

—Sí —afirmé expresando completa seguridad—. Que sea contigo —Choso depositó un beso en mi frente y bajó sus manos a mis muslos, con la finalidad de cargarme.

Posé mis manos en su cuello, tratando de agarrarme. Él caminó con tranquilidad hacia la cama, se agachó levemente para destender las sábanas y dejarme sobre el colchón.

—Con eso de que te gusta cubrirte, me voy a tener que acoplar —con cuidado se posicionó arriba mío, sin aplastarme.

Empezó repartiendo besos por mi cuello, poco a poco hasta llegar a mis labios, yo lo besé con desesperación y él me siguió al momento. Su cabello caía en mi cara por la forma en la que estábamos acostados, aunque eso no me impidió detenerme. Con gentileza agarré sus mechones marrones, colocándolos detrás de sus orejas.

Las manos de Choso fueron a mi blusa, empezando a desabotonarla, no pude evitar sentir nervios cuando terminó de quitarla.

—Estás temblando Alice —dijo entre cortos besos, aunque eso logró colocarme más nerviosa—. Si ya te he desnudado antes —llevó las manos a mi espalda y desabrochó el sujetador, haciendo que quedara descubierta de arriba.

—Estoy muy nerviosa —hablé apenada, se separó un poco de mí para mirarme.

—Si quieres que me detenga...

—¡No! —exclamé asustada, quería esto pero los malditos nervios parecían traicionarme—. Es que tengo nervios, es todo.

Cómo si el tiempo se le fuera a acabar, se quitó su camisa lo más rápido que pudo. La aventó lejos de la cama y regresó a su labor de besarme.

No tenía idea de qué hacer, bajé indecisa mis manos a su pantalón, esperando ir por un buen camino.

—¿Puedo? —pregunté cuando toqué su cinturón. Sentí como sonreía en mis labios.

—Claro que puedes, preciosa —con torpeza logré desabrochar sus pantalones y el cinturón. Choso notó que me detuve, sujetó mi mano para meterla bajo sus pantalones, pude sentir un gran bulto que me dejó sin aire—. Siente lo que provocas en mí —acercó sus labios a mi oreja—. Eso mismo va a estar dentro de ti en unos momentos.

In The Shadows | Choso (Adapt.)Where stories live. Discover now