antes de irnos

540 31 7
                                    

Emma

17 de diciembre

Unas cuantas semanas habían pasado desde que Vane se había realizado la tranferencia embrionaria, los primeros días la obligué a no tener ningún tipo de actividad. Hablé con Ana y le pedí que cancelara todas las cosas que tenía en su agenda por tres o cuatro días, a regañadientes Ana y Vanesa aceptaron. Luego de una semana ya estaba haciendo su vida normal, tenía unos cuantos conciertos antes de las fiestas, entrevistas e invitaciones a teatros, estrenos y ese tipo de cosas donde obviamente me llevó como su acompañante.

–me duele muchísimo la cabeza– Vane recién llegaba a casa después de una sesión de fotos para una revista.

Me levanté del sofá dónde estaba trabajando en mi computadora y me acerqué dónde ella para abrazarla. El test de embarazo se hacía a los 10 o 12 días después de la tranferencia embrionaria, pero como Vanesa no se había acordado, yo no quería agobiarla, por lo que simplemente estaba esperando a que ella notara cambios o recordara que tenía dos test de embarazo listos para usar en su mesita de noche.

Pero si me preguntan a mi, ya sé que es positivo. Vanesa no es una persona que tenga mal humor al despertar, ni dolores de cabeza frecuentemente, por lo que desde que me comenzó a decir que le dolía la cabeza y a enojarse conmigo por no dormir con ella en las noches que me tocaba ir al hospital, comencé a cuidar su alimentación y sus hábitos. Si ella tenía que salir por temas de trabajo obligaba a Ana a vigilar su alimentación y a que verificara que si se tomara por lo menos tres vasos de agua. Algunas veces quería decirle que se hiciera el test, pero la verdad es que estoy esperando a que ella se dé cuenta y lo hará el día que debe llegarle la regla, es decir entre hoy o mañana.

–¿Almorzaste?– pregunté mientras iba a la cocina.

–no y tengo hambre ¿Podemos comer macarrones con queso?– preguntó entrando a la cocina conmigo– Ana hoy me ha dicho que hay otra fecha en latam agotada, que fuerte todo, tía– dijo emocionada.

–¿No vas a hacer doblete a alguna de esas fechas?– pregunté mientras buscaba los macarrones con queso instantáneos.

–si, obvio. Mañana se suben las entradas de la segunda fecha en... No recuerdo dónde– dijo entre risas– ¿Ayer llegaste tarde? Yo desperté y ya estabas en la cama–.

–llegué a las cinco, me obligaron a volver a casa para dormir– dije alzando los hombros.

–Emma, llevabas 24 horas sin dormir ¿Tu crees que eso es bueno?– Preguntó mientras se sentaba en la encimera.

–ya, pero han sido 24 horas productivas, he venido a almorzar contigo ayer, luego he vuelto al trabajo–.

–es que la hora donde has venido a almorzar era tu hora de descanso–

–bueno, eso sí. Pero las habitaciones de descanso estaban llenas, todos estaban durmiendo a la hora que yo quería dormir– intenté poner una excusa, cuando la verdad yo solo quería almorzar con ella y con candela.

–tienes oficina y una cama en tu oficina, te lo recuerdo– reía Vanesa.– ¿Dónde está Candela?–

–arriba, tiene tareas... Ya está haciendo picadillo una revista– dije riendo.– la profesora de Candela ha mandado una citación para hoy–.

–¿Qué ha hecho?– preguntó Vane preocupada.

–ha escrito que es para hablar del rendimiento de Cande–.

–coño, pero si la niña tiene muy buenas calificaciones ¿De qué rendimiento está hablando? Si las únicas tareas que manda son recortar revistas, la casa está llena de papel picado, por favor– Vane habló con su acento andaluz muy marcado.

ESTA VEZ SÍ Where stories live. Discover now