De Esta Noche No Pasa

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Vanesa

Abrí los ojos en una sala blanca, con una luz demasiado cegadora para mis ojos, así que tuve que volver a cerrarlos para luego intentar levantarme.

-no, no, quédate allí - era Ana quien apareció en mi campo visual.

Tampoco podía levantarme, aunque esa fuera mi intención, porque con sólo sentarme todo comenzó a dar vueltas.

-estamos en el hospital, te han puesto unos medicamentos, pero necesitan unos análisis. estarás un poco cansada, así que si quieres dormir puedes hacerlo, yo voy a estar aquí -.

Miré mi brazo y vi dos tiritas en él. Pasé mis dedos sobre estas, dolía un poco así que pensé que pronto mi brazo estaría de color morado como aquella vez.

-¿está Emma? - pregunté esta vez recorriendo la habitación con la mirada.

-te ha atendido un tal... Ricardo, creo.-.

Me quedé en silencio, volví a acomodarme en la cama, está vez de lado, mirando a Ana y mis ojos completamente pesados se cerraron, hasta que escuché a un hombre hablar, definitivamente no era quien yo esperaba, pero debí poner cara de que estaba encantada con mi médico.

- no puedo ponerle tantos medicamentos sin antes hacer análisis de sangre, ya que algunos medicamentos los alteran. Por lo que voy a hacerle los análisis correspondientes para luego administrar el suero con los medicamentos-

Abrí demasiado los ojos, en un intento de pedirle a Ana que me sacara de allí.

-¿no hay pastillas? - pregunté.

-hace efecto más rápido en el suero y no tenemos tiempo para esperar a que una pastilla haga efecto-.

-no quiero - dije mientras subía la mantita que había en la camilla hasta taparme por completo.

Emma

Los meses habían pasado y yo la verdad estaba mejor.
Volví al trabajo, compré el coche de mis sueños y volví a mi rutina con candela: salir de día de chicas, dormir hasta tarde los días libres, cocinar cosas que ella amaba y yo odiaba. Definitivamente ella estaba encantada, aunque siempre repetía la misma pregunta "Vanesa se ha tardado mucho ¿va a llegar hoy?".

*

-¿Tienes la tarde libre? - preguntaba patricia entrando a mi oficina muy hiperventilada.

-no, se supone que la tendría libre pero hay más pacientes de lo que pensábamos. Definitivamente hoy es el día de venir al hospital - dije mientras jugaba con las teclas del computador.

-ni me digas. ¿Me vas a creer que me tocó un paciente que me ligó todo el tiempo? -.

-normal -. Reí mientras me levantaba a hacerme un café.

-no, es normal que te liguen a ti , a mi no. Me desconcentré y le puse mal la aguja ¿me vas a creer eso? -.

-si, si. Te creo -.

-Emma, te estoy hablando en serio... - siguió hablando, pero no escuché más. La cabeza me dolía demasiado, al igual que lugares específicos del cuerpo. - ¿Estas bien? - preguntó.

-bien, super bien - respondí por inercia.

Cuando mi café estaba listo decidí hacer otro y llevárselo a Matías, salí de mi oficina y mientras caminaba iba mirando las luces de las habitaciones, esas que avisaban si tenían un paciente dentro o no, todas estaban ocupadas, menos las del fondo: 199, 200 y 201.
siempre estaban vacías, eran sólo para los casos especiales. Pero esta vez la 200 estaba con la luz encendida.

ESTA VEZ SÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora