mis planes (contigo)

519 50 15
                                    

Emma

Estábamos aún en la sala, Vane estaba sentada en el suelo con el plato con queso en la mesilla mientras yo dibujaba y ella coloreaba mandalas.

–¿Cuándo te diste cuenta de que te gustaban las tías?– pregunté mientras me levantaba del sofá para ir a cambiar el vinilo.

–de pequeña, supongo. Porque era muy distinta a mis amigas, no me gustaba ningún cantante hombre, porque ya te digo que mis amigas mojaban las bragas por unos cantantes o actores y yo no, después llegó la época donde casi todas tenían novios pero yo a todos les encontraba un algo que no me gustaba... no me llamaban la atención y tenía ese pensamiento de que ningún hombre merecía a mis amigas porque ellas merecían más–.

–¿Cómo fué la primera vez que te gustó una chica?– pregunté mientras comenzaba a sonar Pablo Alborán.

–yo tenía como quince y ella tenía... Unos diecisiete o por ahí, usaba gafas de ver y era alta, tenía esa típica vibra de niña mala y yo embobá... Aunque no era para nada mala, recuerdo que usaba un crucifijo de plata...–no la dejé terminar.

–¿Te enamoraste de una tía que era hetero y fiel creyente de la iglesia?– pregunté sabiendo que las posibilidades eran cero.

–si– respondió Vane entre risas– lo peor es que ahí estaba yo unos días después con un crucifijo de oro entre las tetas... Porque quería gustarle de cualquier manera. Con los años me enteré de que yo también le gustaba a ella, pero nunca se atrevió a decírmelo, ni yo a ella–.

–¿La has vuelto a ver?– pregunté interesada en el tema, mientras continuaba mi dibujo.

–si, está casada con una tía. ¿Te puedo hacer una pregunta?– preguntó mientras llevaba su vista a mi brazo.

Ya sabía cuál sería su pregunta así que solo comencé a contarle la historia, porque con ella no habían secretos, no habían miedos.

– algunos son de antes pero los más fuertes fueron con diecisiete, tenía problemas en casa y problemas con Antonio. Mis padres no podían costear todos los gastos de casa y tuve que trabajar para poder ayudarles, mezcle el trabajo con los estudios y el amor con el dolor. Comenzaron los reproches por parte de Antonio, me decía que era una muy mala novia por descuidarle, por decirle que estaba cansada cada vez que el quería follar. Los golpes comenzaron a ser cada vez más fuertes y sentía que me los merecía por no estar el tiempo necesario con él. No comía, ni dormía bien y todos podían nortarlo. Un día, recuerdo que era lunes, también recuerdo la hora y que dejé mi carta en la mesa, una donde anoté todo lo que sentía... Me encerré en el baño y simplemente me corté, ya lo había hecho antes y eso me daba adrenalina, supuse que era el mismo sentimiento que Antonio tenía al meterse todas la drogas que consumía, eso se había vuelto mi droga. Así que ese día decidí que iba a ser mi último día, porque estaba cansada y no podía más. Sentía que con cada corte se iba un problema, pero también me iba yo. La sangre comenzaba a correr y yo comenzaba a ver borroso, pero no sentía dolor, estaba tranquila... Después solo recuerdo llanto y estar en los brazos de mi padre.–.

–¿Qué pasó cuando despertaste?– preguntó Vane mientras se levantaba del suelo y se sentaba a mi lado. Buscó mi brazo y pasó sus dedos por mis cicatrices.

–desperté en una sala de hospital. Y allí fué donde me di cuenta de que no podía dejar a mi familia, porque me amaban tanto como yo a ellos, que debía pedir ayuda porque no estaba bien, que lo fácil no es el camino correcto. Los doctores me explicaron que sería un largo camino para poder estar bien, pero que lo lograría, me repitieron mil veces que mi familia me amaba y que mereciamos vivir más momentos juntos, que era joven y me quedaba mucha vida por vivir. Estábamos en Mayo, a los días de que yo despertara los médicos me dijeron que estaba embarazada.... Ya el resto de la historia lo sabes–.

ESTA VEZ SÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora