LIBRE

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Vanesa

–te vas a poner esto– dijo Emma entrando a mi habitación con una bolsa que traía un traje quirúrgico.– tengo que entrar a quirófano y tú vas a estar ahí–.

–¿Qué? No, no... Yo no puedo– dije alejando el traje de mi cama.

–te explicaré el caso; es una chica de 34 años que tiene dos disparos, uno en la cabeza y otro en el pecho. ¿Por qué lo hicieron? Fué a una fiesta con unos chicos y la drogaron, ella puso resistencia a lo que ellos querían hacer– explicaba mientras me tironeaba la ropa en un intento de obligarme a quitarmela– las probabilidades de que salga viva de esta operación es un 50 y 50–.

–¿Y para que debo ir yo?– pregunté mientras me cambiaba.

–luego vas a entender–

Me ayudó a cambiarme, volvió a ponerme el inmovilizador en mi pierna y me ayudó a sentarme en la silla de ruedas. Con ella empujando la silla comenzamos una ruta por un camino que no conocía antes, al quirófano. Supe que estábamos allí cuando el cambio de temperatura se hizo notorio.

–vamos a entrar y tú te vas a quedar en una esquinita, te debes poner esto– dijo mientras me mostraba una mascarilla y algo para tomar mi cabello.

Me dejó a su lado mientras se lavaba las manos y mientras tanto me hablaba sin parar.

–lo siento, en mi casa no me enseñaron a pedir disculpas por lo que hacía. Cada vez que peleaba con mis padres o ellos lo hacían conmigo se resolvía a la hora de comer, nunca nadie pedía perdón, simplemente seguían la vida como si nunca estuvieron enojados– explicó– jo... Me faltó esto– dijo mostrándome el gorrito que era el mismo que yo tenía en las manos y no sabía cómo ponerme.

–es asi– dijo mientras se lo ajustaba a ella misma.

La miré atentamente intentando seguir lo que hacía, pero fué inútil, no podía cerrar el gorrito. Ella se acercó y en unos segundos lo ajustó y nuevamente volvió a lavarse.

Alguien del equipo guío mi silla hasta donde Emma había decidido ponerme y me quedé allí inmóvil mientras veía el cuerpo y a un equipo bastante grande alrededor de este.

–¿Todo listo?– preguntó Emma entrando.

Todos tomaron una postura seria y yo aún más, no entendía lo que pasaba, pero a la vez estaba entendiendo que por primera vez podría ver a Emma trabajar, podría verla hacer eso que siempre me contaba en casa.

Miré a Emma unos segundos, su mirada era seria, sus ojos brillaban, se veía como una persona que imponía demasiado y luego de escucharla dar las primeras órdenes me di cuenta de que si imponía muchísimo.
Tomaba mil cosas, tres personas más tenían las manos ahí, otros solamente controlaban algunas cosas, veía como alguien anotaba en una hoja, estaba tan perdida viendo eso que no había logrado darme cuenta de que lo que estaba ocurriendo, hasta que volví a escuchar lo que hablaban.

– Doctora Martín, las arterias están reventadas... Usted saca el bisturí de ahí y la paciente va a morir–.

Emma tenía el brazo inmóvil, lograba escuchar que la bala estaba a centímetros de la aorta, la cual había sido perforada con el movimiento, de cualquier forma ella iba a morir.

–tiene muerte cerebral, no podemos hacer nada más–agregó un hombre mientras salía de la sala.

– la aorta está perforada, estoy deteniendo la hemorragia con mi mano... No podemos hacer nada– dijo Emma mientras miraba a todas partes.

Uno de los que estaba allí le asintió y Emma quitó su mano, a los segundos comenzó a sonar una máquina señalando que la paciente estaba perdiendo los latidos, así hasta que alguien desconectó la máquina.

ESTA VEZ SÍ Место, где живут истории. Откройте их для себя