Silencioso #2

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"¿Sabes algo, Silencioso? A veces me gusta mirar el cielo azul e imaginarme cómo se debe de sentir estar en el paraíso. Es algo que me causa mucha duda y curiosidad, supuestamente es un lugar perfecto, en dónde todos viven una segunda vida feliz y eterna. Pero no sé, mi cerebro no es capaz de comprender algo así, ¿Un sitio en donde todo sea perfecto? Eso es imposible, porque además, ¿Qué es la perfección? Dudo mucho que todos los que vayan al cielo tengan los mismos gustos, la misma religión y moral sí, porque sino no estarían en el cielo, ¿Pero los mismos gustos? No lo sé, no me convence... ¿Y como sabemos que haciendo lo que hacemos iremos al cielo y no a otro lugar? La muerte es muy misteriosa e impredecible, desconocemos qué puede pasar realmente luego de fallecer. ¿Y si no hay nada? ¿Y si Michael y mi madre no se han ido a ningún sitio en realidad? Nah... Seguramente sí haya algo después de... Morir, no puede ser simplemente la inexistencia, ¿O quizás sí pero yo soy incapaz de procesar el cómo se sentiría la inexistencia? ¿Y si en realidad la vida después de la muerte, la reencarnación, y todo eso que dicen algunos no son más que simples intentos del hombre por alejarse de la idea de la no existencia? Agh... No sé qué hago hablando de esto contigo, eres solo un perro, seguramente ni me entiendas"

Dijo el peli rubio acostado en el pasto del parque con su perro acostado al lado. Cada cierto tiempo, el niño, que observaba con una mirada perdida el cielo, dirigía su mano con su mascota para acariciarla suavemente y darle algunos mimos. Y así estuvieron por un rato, el niño acariciaba a su perro mientras observaba el cielo azul. Hasta que en un momento, se percató de que la hora de la comida llegó, y tenía que alimentar a su perrito para que pudiera crecer sano y fuerte

"Ten, Silencioso, siento mucho no poder comprarte tus croquetas, pero... Pasa que no tengo dinero, jeje... Bueno, al menos tengo algo de carne, espero que esto te sacie el hambre..."

Dijo el chico sacando algunos trozos de carne guardados en una bolsa transparente dentro de su mochila. El pequeño perro comió algunos trozos hasta sentirse saciado, y una vez había saciado su hambre, el cachorro comenzó a correr por todas partes, dando vueltas en círculos y tirándose al suelo para revolcarse en la tierra cual cerdito. Andrew solo se lo quedó mirando con una sonrisa en su rostro, recordando cómo fue la primera vez que se encontró con aquel tierno cachorro, y siendo incapaz de imaginarse a sí mismo ahora maltratando a ese pequeño perrito. Toda la mañana se la pasó con su tierno cachorro jugando con él y pasándoselo bien a su lado, 2 horas enteras jugando con el animal sin cansarse en lo absoluto, y así fue, hasta que la hora de almorzar llegó...

"Oh, demonios... Tengo que irme a casa a almorzar, mi padre no me dejará llevarlo a dentro... Agh, creo que tengo que decírselo"

Pensó el muchacho para después agarrar valor, dirigirle la mirada a su mascota, y dejarle un par de cosas claras

"Escúchame, Silencioso, yo sé que tú me quieres, yo también te quiero, y mucho. Eres mi tercer mejor amigo en el mundo, solo por debajo de Cassidy y Evan, pero ahora es momento de que te deje un ratito solo. No te preocupes, de verdad, volveré contigo más tarde, pero por ahora. Quédate aquí, ¿De acuerdo?"

Explicó el muchacho en un intento fallido por hacerle entender la situación al animalito. Pero como era evidente, Silencioso no entendió absolutamente nada de lo que su amo dijo, y optó por mejor comenzar a seguirlo por todas partes

"No, Silencioso... Tienes que quedarte aquí, no puedes seguirme hasta casa"

Repitió Andrew asustado por lo que podría llegar a pasar a su perrito si es que su padre lo llegaba a encontrar. Y tal miedo solo incrementó aún más cuando vio como aquel perro comenzó a seguirlo nuevamente. Desesperado, el peli rubio decidió usar su carta especial para deshacerse momentáneamente de su perro, empleando su plan B

"¡Agarra el palo! ¡Agarra el palo!"

Exclamaba mientras agitaba de un lado a otro el palo que llevaba en su mano derecha, mismo el cual Silencioso observaba con gran deseo. Y tras un rato de agitación intensa de palo, el chico lanzó el objeto con todas sus fuerzas lejos de ahí. A lo cual, el cachorro, no dudó ni un segundo en ir a toda velocidad hacia el palo lanzado, hasta finalmente llegar a donde cayó y recogerlo con la boca. Seguido a eso, trató de devolverle el palo a su dueño para que se lo volviera a lanzar, con la única contra de que, al volver con él, se dio con la sorpresa de que aquel muchacho ya no estaba ahí, se había ido a toda velocidad evitando que su mascota lo viese irse...

...

"Uf... Uf... Dios... He corrido lo más rápido que he podido, estoy... Agotado..."

Dijo Andrew al borde de morirse por falta de aire a causa de lo mucho que acababa de correr hace un momento. Sea como sea, había logrado su objetivo: Llegó a su casa sin su perro al lado, y con ello, se aseguraba de que el pobre animal estuviera fuera de las garras de su padre. Y ya sin nada más por hacer, el chico abrió la puerta y se metió a su hogar, listo para almorzar durante un rato e irse directamente a la calle otra vez

"Buenos días, padre"

Saludó el chico cordialmente preparándose para comer la comida preparada por progenitor. Qué posiblemente sabría horrible y estaría quemada, pero bueno, al menos lo alimentaba, y eso ya era algo

"Buenos días, Andrew"

Respondió el adulto mientras agarraba un buen trozo de su comida y se lo devoraba sin cuidado alguno, comiéndose todo aquel trozo con un único y monstruoso bocado. Afortunadamente para el peli rubio, su padre en ese momento no se encontraba bajo los efectos del alcohol, mas sin embargo eso no quería decir que la situación no se pudiera poner violenta, pues aparte de alcohólico, ese hombre también tenía ataques de ira severos y problemas para controlarse. Así que lo mejor era quedarse callado, comer, y luego irse antes de que algo malo pudiera pasar. Y eso era lo que el niño tenía planeado, pero para su infortunio, no comió su comida lo suficientemente rápido y al final terminó ocurriendo algo malo

"¡Guau!"

Su sangre se congeló cuando el ladrido de su mascota se pudo escuchar a fuera de su hogar. El mayor miedo que en ese momento el chico sentía, se hizo realidad: Silencioso lo había seguido hasta su casa. ¿Cómo? Juraría que se había ido antes de que el cachorro se diera la vuelta, no pudo haberlo visto irse de ninguna manera... Y fue entonces, cuando el muchacho recordó que los perros no solo son muy fieles a los humanos, sino que, además, tienen un sentido el olfato increíblemente desarrollado, mismo sentido el cual le permitió rastrear a su querido amo...

Lo siguiente que pasó fue una tortura psicológica para el infante, su padre salió de la casa para ver qué era lo que pasaba con ese perro, y Andrew, en una acción tonta por su parte, salió de la casa justo detrás de él con el miedo de que su padre pudiera hacerle algo a Silencioso. Únicamente provocando que este último lo reconociera, y fuera de manera inmediata a acariciar su pierna con la cabeza. Viéndose obligado a decir la verdad, Andrew le reveló a su padre sobre la existencia de Silencioso, que era su mascota, cómo fue que lo conoció, etc... Y su padre, tras escuchar toda su historia, hizo lo que el niño tanto se esperaba...

"¿Una mascota? ¿En serio? Agh... Mira, Andrew, haz lo que quieras. Es tu responsabilidad, no la mía..."

Para su sorpresa, su padre se mostró únicamente decepcionado, más no enojado por su elección de tener una mascota. Tras eso, el adulto se retiró directo a su hogar, cerrando la puerta tras de sí y dejando en el patio a su hijo junto a su mascota

"Bueno, pues no ha ido tan mal después de todo"

Pensó él para luego darse la vuelta y marcharse de ahí junto a su pequeño perrito, listos para seguir jugando un rato más

"¿Y que te parece si esta vez nos vamos a jugar con mis amigos? Ellos también son muy amables"

Ofreció el chico esperando que su perro le diera una respuesta a su propuesta, aunque sea un simple ladrido inentendible

"¡Guau!"

Y efectivamente, el perro le respondió con un ladrido que, por la forma en la que lo hizo, se podría decir que estaba de acuerdo con su propuesta, y sí quería jugar un rato junto con las otras mascotas de su dueño

"Okay, tomaré eso como un sí"

Fue lo último que dijo antes de finalmente irse de ahí junto al cachorro.

Y con ello, se dio por terminada esta historia, fin.

El multiverso de FNAFWhere stories live. Discover now