La inmortalidad

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La mujer de pelo castaño acabó su turno de trabajo y fue hasta su casa caminando, ya de paso, comprando un paquete de chicles sabor sandía. Tras unos minutos, al fin llegó a su hogar, abrió la puerta con las llaves, entró y después la cerró detrás suya, todo estaba a oscuras así que decidió encender la luz. Tras eso, agarró unas pinzas y procedió a presionar estas mismas con su nariz para evitar el mal olor, con el paquete de chicles en mano, se dirigió a una de las habitaciones que se situaba en el fondo de la casa, una vez llegó a la puerta, se mentalizó sobre lo que encontraría tras de ella, sin nada más que hacer, abrió la puerta, y entró al lugar...

Silencio... Era la palabra que mejor describía la situación, aquel hombre se encontraba a un lado de la cama, sentado, con la espalda encorvada dejando ver su columna vertical, su mirada estaba pérdida en el suelo, no veía nada, aparentemente ni siquiera se había dado cuenta de la presencia de su amiga hasta ese momento, normalmente no se lo encontraba así, lo más frecuente era verlo acostado en la cama con la mirada perdida en el techo, pero aquella ocasión fue ciertamente especial

"Emmm... Michael, ya llegué"

Anunció ella al ver como su amigo parecía estar distraído, él, al escuchar tales palabras, le dirigió su mirada dejando ver su rostro... Su piel morada, sus cuencas vacías en donde alguna vez hubieron ojos, sus escasos dientes, su total calvicie y sus múltiples heridas, además de la gran abertura que tenía en la boca causada por haber expulsado a un robot de media tonelada por un sitio tan pequeño. Tras unos segundos que parecieron horas, el hombre decidió hablar un poco rompiendo así el silencio

"Oh, hola Mary, que bueno que viniste"

Dijo él con su voz ronca y casi sin fuerzas, denotando una falta de emociones que solamente cubrían el verdadero sentimiento de tristeza que sentía en aquel momento por su estado actual, la mujer era consciente de aquella tristeza, era por eso mismo que lo mantenía oculto en su casa, alejado de toda civilización que pueda llegar a juzgarlo por su apariencia, y sin nada más que hacer por ayudarlo, simplemente se acercó a él, se sentó en la cama justo a su lado, y le ofreció el paquete de chicles

"Ten, los compré por ti, ya que no puedes comer, mínimo tendrás algo que meterte a la boca"

Dijo ella mientras le extendía el brazo con el paquete, Michael, con la poca fuerza que aún tenía en sus extremidades, agarró el paquete y trató de sacar un chicle de ahí mismo, tras un par de intentos fallidos, logró sacar uno de los 6 que había y se lo metió a la boca, masticándolo con los pocos dientes que aún conservaba, sintiendo el dulce sabor que rellenaba ese vacío suyo al no poder ingerir alimentos, sintiendo por primera vez en mucho tiempo el satisfactorio sabor de una comida, Mary se quedó ahí, viendo como masticaba el chicle y parecía disfrutar de hacer dicha acción, cosa que le agradaba, ver un poco de felicidad en su amigo, en una situación como esta le resultaba todo un logro, y por supuesto, no pudo evitar acariciar lentamente la cabeza casi sin pelos del chico con la intención de mejorar aquel momento

"Y... ¿Qué tal está?"

Preguntó ella

"Está bueno, gracias por el chicle, hacía tiempo que no sentía algo así"

Respondió Michael mientras continuaba mordiendo aquella "comida", después de recibir tal respuesta, la mujer decidió cambiar un poco de tema e irse a algo un poco más importante

"Oye... ¿Y cómo vas con tu regeneración? ¿Has notado progresos importantes?"

Preguntó ella para ver si así podía hacer que su amigo se sintiese más optimista, y para su suerte, efectivamente lo logró

"Ahora que lo preguntas... Sí, algunos de mis dientes ya se han recuperado, me ha comenzado a salir pelo en algunas partes del cuerpo y siento que mi voz ya no está tan desgastada. Realmente siento una mejoría"

Respondió él con optimismo, cosa que alegró aún más a la castaña. Ya habiendo cumplido su trabajo en aquel lugar, la mujer decidió irse del lugar para darle más privacidad a su amigo

"Bueno, me voy ya, si me necesitas llámame, vendré enseguida"

Dijo mientras caminaba hacia la puerta para irse de la habitación, pero antes de que se fuese, el Afton la detuvo momentáneamente para decirle algo

"Mary, espera..."

Dijo él levantando la voz para que su amiga lo escuche, ella al oír dichas palabras se detuvo y le dirigió la mirada en espera de una explicación que explique por qué la detuvo

"Yo... He... T-te quiero dar las gracias por todo esto, de verdad, m-muchas gracias por darme todo esto, no sé qué haría sin ti"

Dijo el morado mientras evitaba el contacto visual por vergüenza. La castaña por su parte, respondió dichas palabras con una sonrisa cálida

"No tienes que agradecérmelo, Mike, yo siempre estaré aquí para ti, tanto en las buenas, como en las malas"

Respondió ella para después marcharse dejando a su amigo solo en la habitación. Con tal soledad, el único refugio que tenía el hombre era su propia mente y pensamientos

"Echo... Echo de menos a Evan... A Elizabeth... A Charlie... Todos... Incluso a Cassidy... Extraño a todos..."

Pensó el chico para después taparse la cara con las manos y comenzar a sollozar en silencio, sin la posibilidad de llorar debido a la falta de líquidos en su cuerpo, arrepentido por como trató siempre a sus hermanos cuando estos estaban vivos, por como trataba a Charlie pese a que ella lo veía como un primo mayor, por como se peleaba con Cassidy y la insultaba siempre cuando ella lo único que hacía era defender a Evan de su hermano, por como le faltaba el respeto al señor Emily cuando este lo quería aún más que su propio padre. Todos esos pensamientos, no hacían más que empeorar cuando pensaba que quizás, sólo quizás, nada de todo esto hubiese pasado si él no hubiera sido un narcisista ególatra que se mete con los demás, que quizás, si trataba a sus hermanos con respeto y como se debe, estos no hubiesen muerto trágicamente y él no sería ahora una bolsa sin órganos en su interior, todos esos pensamientos inundaron su mente, provocándole dolores de cabeza al pensar demasiado en dichas ideas y llenarse de estrés con ellas mismas, todo aquello lo ahogaba, era como tener a una persona detrás suya haciéndole daño constantemente sin detenerse, no pudo más, quería acabar de una vez con aquel sufrimiento pero... Era imposible, por más balas, por más cortes, por más cuerdas que rodeen su cuello, por más todo, no había nada que pudiera acabar con él, era inmortal, aquel era su don, su maldición, no poder morir nunca, ¿suena bien en un principio, no? La inmortalidad... El sueño que todo hombre desea tener... Y sin embargo, irónicamente, el único portador de dicha cualidad, es un pobre desgraciado que vive en la casa de una amiga de su infancia, cuyo único deseo es viajar en el tiempo para poder cambiarlo todo y abandonar así aquel poder que lo ha estado atormentando durante meses. Horas y horas pasaron mientras él tenía aquella tortura psicológica, llegó la hora de dormir pues ya era de noche, él se acostó en su cama, se arropó con las sabanas y cerró los ojos, no fue fácil dormir pues el simple hecho de pensar en aquellas horas que pasó en aquel local bajo tierra, le quitaban todo el sueño, hasta que inevitablemente se durmió, teniendo a su vez, una pesadilla sobre su difunta familia...

El multiverso de FNAFWhere stories live. Discover now