Canto XXXVIII.

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Advertencia de que este capítulo está muy intenso<3



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El grimorio de Remiel tenía instrucciones precisas sobre lo que los ángeles debían hacer en caso de que él muriera y no pudiera cumplir con su misión.

Metatrón fue quien lo encontró cuando su hermano se embarcaba en una misión suicida, y aunque creyó que era un libro como cualquier otro, su apariencia indicaba que era, en realidad, más importante de lo que imaginaba, pues en el centro de su empastado, el nombre de Remiel estaba escrito en hebreo.

Al leerlo, Metatrón encontró —entre otras cosas—, hechizos de magia blanca y magia oscura, recetas de pociones, la correcta práctica de la alquimia, respuestas a preguntas que la humanidad llevaba formulándose desde hace siglos, notas sobre demonología y angelología, incluso tenía un apartado muy especial sobre cómo invocar demonios de cada uno de los Nueve Círculos del Infierno. Entre ellos, existía un ritual de cómo invocar a Luzbel Estrella de la Mañana, pero en una nota escrita con tinta roja, Remiel especificaba que ese ritual no estaba comprobado, y que no conocía a nadie que hubiese intentado invocar al Diablo, por lo que tampoco recomendaba llevarlo a cabo.

Como fuera, ese grimorio dejó tan sorprendido a Metatrón que se preguntó qué tan peligroso podría ser en las manos equivocadas, no obstante, también descubrió lo cuidadoso que Remiel había sido en ese aspecto, pues sus galimatías hacían difícil comprender a ciencia cierta algunas cosas, como la forma de llevar a cabo ciertos hechizos o como preparar ciertas pociones; ese grimorio sólo podía ser comprendido en su totalidad por Remiel Arcángel, exceptuando sus últimas páginas, sobre las que escribió el por qué la Legión de Ángeles había fallado tanto en encerrar a Luzbel en el Infierno.

«El mortal siempre fue la respuesta, porque Luzbel no escucha a nadie, excepto a él.»

Esa era la frase que estaba escrita en enoquiano en la página final, y a ella le seguían indicaciones que Metatrón comprendió que debían llevarse a cabo tan pronto como fuera posible, así que, mientras Remiel se encargaba de quitar la marca en Lucas, él se encargó de que la Legión de Ángeles cumpliera con las indicaciones tal cual estaban escritas.

Por otro lado, Metatrón creía que las posibilidades de que Remiel sobreviviera eran nulas; había hecho preguntas a arcángeles como Miguel que habían marcado mortales con anterioridad, y las respuestas que recibió no fueron alentadoras, pero sintió una especie de alivio al ver que su Sello había sido muy útil y que su hermano, pese a estar muy malherido, todavía estaba vivo.

Tan rápido como pudo, llevó el cuerpo de Remiel al Plano Celestial, lo recostó en una cama que se encontraba dentro de una habitación de paredes blancas, y le pidió a un ángel de bajo rango que curara las heridas de su hermano.

Hidromiel.  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora