Canto XXXVII.

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CORAZONCITO AMARILLO AQUÍ SI EXTRAÑAMOS A LUCAS Y SAM💛:

Dejen muchos comentarios en este capítulo para que Lucas no se muera porque ya anda viendo la luz, JAJSJAJ<3

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Lilith ya anticipaba el arribo de Luzbel mucho antes de que cruzara las puertas del Exsilium, y aunque estaba lista para recibirlo, no esperaba que fuera tan pronto.

La Diosa madre se encontraba de pie en el balcón de la primera habitación del alcázar, con las manos sobre la barandilla mientras observaba a lo lejos cómo sus hijos, los demonios, creaban toda una algarabía en torno a la sonata que provenía del violín de un cansado y torturado Giuseppe Tartini.

Lo único que logró llamar su atención por encima de aquella grotesca orgía, fue el sonido de las pisadas de Luzbel haciéndose cada vez más nítidos conforme atravesaba la habitación para llegar a Lilith.

—Eso me trae recuerdos — Dijo ella, cuando Luzbel se detuvo a su lado. Lilith señaló con un movimiento de cabeza a la multitud de demonios que veía a lo lejos —. Dime, ¿ya olvidaste lo mucho que nos divertimos juntos, Estrella de la Mañana? Ambos torturando a aquellos que osaran desafiarnos y fornicando sobre su miseria en cada recoveco del Infierno — esbozó una sonrisa mezquina —. Adán habría tenido un infarto de haberlo visto.

—Eso te habría encantado, ¿no?

Lilith asintió y, acto seguido, ladeó la cabeza para mirarlo.

Desde su perspectiva, nada había cambiado en Samael, excepto algo que iba más allá de su aspecto físico; todavía tenía esa mirada que parecía proyectar nada más que odio a todo sobre lo que sus ojos se posaran, pero la intensidad con la que lo hacía había disminuido considerablemente, y eso era todo un logro tratándose de Samael.

Por supuesto, Casandra ya había puesto a Lilith al tanto de los motivos por los que el Diablo estaba tan aferrado al Plano Terrenal, y rápidamente atribuyó ese pequeño cambio en la mirada de Luzbel al mortal con el que se había encaprichado y que, además, era la razón principal por la que decidió visitar el Infierno.

—Ha pasado un tiempo, querido — finalmente Lilith lo saludó con voz suave y elocuente. La serpiente de dos cabezas que seguía descansando sobre sus hombros, se irguió como si también quisiera observar al Ángel Caído —. Escuché de una profeta que vendrías.

— ¿Por qué Casandra está aquí? — El Diablo preguntó.

— ¿No nos vemos en más de un milenio y así es como me saludas? — La Diosa madre acarició una de las dos cabezas de la serpiente, mientras la otra se frotaba contra sus dedos, exigiendo también su atención.

—El tiempo en el Infierno es apenas un concepto, Lilith, y especialmente a ti no te importan las cortesías.

Ella se echó a reír.

Hidromiel.  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora