EL SECUESTRO

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ANYRA

Cuando llegué a la oficina y abrí mi laptop, lo primero que recibí en el correo electrónico fue un mensaje de mi padre. Eso me extrañó y alivió. Me extrañó saber que mi padre de alguna manera había conseguido mi nuevo E-Mail, y me alivió darme cuenta que estaba bien a pesar de haber descubierto las mentiras de Octavio y Sofia.

El mensaje de mi padre fue el siguiente:

Amada hija, las disculpas de este anciano tonto jamás podrán devolverte esos años que sufriste sola y en silencio. Anyra, realmente me disculpo por ser un hombre ciego que no vio como destruyó la vida de su preciada princesa.

Ya es tarde, no soy tan ignorante para pensar que puedo cambiar las cosas. Yo más que nadie comprendo que una traición como la mía no tiene vuelta atrás, y el daño que te hice no puede ser olvidado. Sin embargo, si de algo sirve, eso que tantos deseas te será otorgado, hija mía. Mis acciones, el 45% que poseo, te serán devueltas por mi orden, en estos momentos mi abogado está redactando el documento y cuando leas esta carta, dicho documento ya debe estar en notaria sellado y firmado.

Anyra, lo único que te pido es que no desampares a Andy y a Helena. A pesar de todo siguen siendo mis hijos y tus hermanos, poner en tus manos su futuro es injusto, pero solo puedo confiar en ti, mi princesa. Yo, aunque añoraría volver a ser ese ejemplo a seguir que un día fui para ti, ya no puedo serlo. Voy a enfrentar mis errores, lucharé esta batalla solo, quizás así pueda encontrar la fuerza necesaria cuando me toque reencontrarme con tu madre en el más allá.

Ese hijo que tanto busqué siempre lo tuve, estuvo conmigo durante 18 años y me di cuenta de ello demasiado tarde. El heredero que necesitaba siempre fuiste tú, y estoy feliz que mi legado y el de la familia Evans, ahora esté en tus manos. Derek Reed no es ni de cerca el hombre que soñé para ti, pero al final resultó ser el hombre que necesitabas para resurgir de las cenizas como el ave fénix.

Siempre te amaré, nunca lo olvides. Te deseo lo mejor hoy y siempre...

Ni siquiera yo misma puedo comprender como fui capaz de leer todo ese mensaje con los ojos complemente llenos de lágrimas.

—Papá... —murmuré con voz emotiva.

Jamás pensé que él me escribiría una carta como esta. ¿Por qué lo hizo? Esas palabras fueron las que siempre añoré escuchar. Verlo buscar durante años a ese hijo varón me rompía el corazón, porque con eso demostraba que yo nunca sería suficiente para él. Pero ahora, leyendo su carta, un vacío en mí corazón por fin se cerró, al fin me reconoció como un heredero digno de su legado.

Mi existencia no fue un error al final.

—Anyra, soy Lana —del otro lado de mi puerta escucho la voz de mi amiga—. ¿Puedo pasar?

—Sí —me sequé las lágrimas lo más rápido que pude—. Adelante.

—Gracias. Me sorprendió tu llamada y... —Lana dejó de hablar cuando se percató de mis lagrimas secas—. ¿Estabas llorando?

¿Le miento? No. Mentirle a Lana solo causará un malentendió que no vale la pena.

—Mi papá me envió una carta, Lana —le confesé—. ¿Cómo decirlo? Fue... muy sentimental.

Lana metió su mano en el bolso que trae consigo y sacó un pañuelo, se acercó a mi rostro y secó con cuidado mis lágrimas.

—La presidenta no puede llorar o dará mala imagen —bromeó—. Todo es más bonito cuando sonríes, ¿bien?

UN LAZO A TRAVÉS DEL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora