ESPÍA

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DEREK

Se siente extraño salir a la calle vistiendo un conjunto de ropa deportiva.

No me malentiendan. Me gusta la ropa deportiva, tengo muchos uniformes que uso a diario cuando hago ejercicio, porque sí, yo hago mucho ejercicio. Mi físico no es un regalo del cielo, como sanamente y hago ejercicio, los abdominales no se obtienen jugando a la lotería. Sin embargo, la ropa deportiva la uso en el gimnasio, no en la calle. Siempre que salgo uso un traje de vestir, lo único que varía es el diseño y color, pero siempre es un traje y, en ciertas ocasiones, opto por una chaqueta de cuero. Pero 8 de cada 10 ocasiones siempre es un traje.

¿Por qué no visto un traje en estos momentos? La respuesta es sencilla... no puedo.

Las personas me conocen, salgo en la televisión y periódicos, no soy un artista ni mucho menos, pero ser el mejor abogado de la ciudad, por no decir del jodido país entero, te hace en cierta medida alguien famoso.

La pandemia del 2020 fue una mierda, realmente una mierda que apenas a inicios del año 2022 fue mejorando. Lo único que puedo decir que fue positivo de esta pandemia, es que adoptamos el uso del cubrebocas. Aunque, decir positivo es exagerar, esa ola de muertes fue muy trágica, solo lo dije para resaltar ese hecho.

Junto con mi conjunto de ropa deportiva uso un cubrebocas, eso disimula mi identidad. Pero lo sé, mis palabras generan más preguntas que respuestas.

¿Por qué lo hago?

¿Por qué quiero pasar desapercibido entre la multitud?

Digamos que debo hacerlo sino quiero alertar a mis enemigos.

Actualmente me encuentro trotando cerca del parque, llevo unos 20 minutos en esto, pero no lo hago por gusto o porque quiero hacer ejercicio, la verdad es que tengo un motivo oculto. Me detengo y dejo de trotar, camino lentamente hacia el banco más cercano y me quedo en completo silencio.

—Buenos días —un hombre de traje, claramente un oficinista, se sienta a mi lado con un periódico en sus manos—. ¿Qué tal tu mañana?

El hombre abre el periódico y finge leerlo.

—Eric —pronuncié su nombre—. Vayamos directo al grano.

—Siempre tan ansioso, jefe —dijo—. Me ordenó que investigara muchas cosas en tiempo récord, pienso pedirle un aumento por esto.

—Si la información es buena, te aseguro que tendrás tu aumento —respondí—. ¿Pudiste encontrar algo?

Eric pasa la página del periódico y se enfoca en el apartado de deportes.

—Octavio no quiere que nadie se entere, jefe. Solo son rumores, pero hay un sector de la empresa que murmura algo sobre la legitima heredera. Se decía que Anyra Evans estaba en el extranjero estudiando en la universidad, pero nadie supo nada más de ella hasta ahora.

—¿Todo eso porque me topé con Víctor? Es muy pronto para los murmullos.

—No, jefe. Algunos vieron en redes sociales la foto de la señorita Anyra en tendencia por ese desfile de modas. Lleva muchos años sin estar frente a las cámaras, pero algunos empleados que la vieron crecer pudieron darse cuenta que era ella, ahí iniciaron los rumores.

Comprendo.

El salto a la fama hizo que algunos empleados con los que seguramente Anyra trató de pequeña y adolescente se percataran de su repentino regreso, claro, si alguna vez hubo uno, ya que ella nunca estuvo realmente fuera del país.

—¿Pudiste encontrar la razón de por qué los Evans ya no aporten a las fundaciones?

—Cambiaron de fundaciones, jefe. Ahora donan únicamente a las fundaciones fundadas por la familia Hess.

—¿Me estás diciendo que Víctor Evans dejó podrir el legado de su abuela, madre y fallecida esposa así nada más?

—Sí... justo eso.

Ese hombre debe estar sufriendo de demencia senil. ¿Quién abandona su propio legado por nada? Debe estar loco. Porque no hay explicación que pueda hacer que entienda la lógica de ese hombre.

—¿Algo más?

—Soy el mejor ingeniero en sistema que hay, ¿recuerdas?

—Al grano, Eric.

—La señora Emma dejó una cláusula muy peculiar en su porcentaje de acciones, jefe. Aunque son manejadas directamente por Víctor, realmente no son de él esas acciones.

—¿En serio?

—Así es. La señora Emma se las heredó a su única hija antes de morir.

—Pero si eso es cierto. ¿Por qué Anyra nunca supo nada de eso?

—Dudo que el propio Víctor Evans lo sepa.

Lo suponía.

Esta trama es tan predecible que me causa nauseas. Ese anciano, Víctor Evans, está siendo despojado sin darse cuenta de su propia fortuna familiar. ¿Por quién? Aun no tengo pruebas sólidas, pero estoy un 99.999% seguro que el causante de todo es el padre de la zorra que tiene como esposa.

—Buen trabajo —dije.

—Gracias —sonrió orgulloso—. Sobre mi aumento.

—Consígueme pruebas en físico y triplicaré tu tarifa —le propuse—. ¿Aceptas?

—Usted es el mejor jefe del mundo —me respondió con alegría—. Bueno, jefe. Es hora de irme.

—Procura que no te descubran —le dije—. Eres mi único espía dentro de la Constructora Evans.

—Tranquilo, jefe —Eric guardó su periódico y se levantó—. Se lo que hago.

Lo veo irse y yo me quedo sentando unos minutos más.

Esto es más grave de lo que pensaba. Los malditos Hess están robando la fortuna de los Evans debajo de las narices del actual patriarca familiar. Anyra es la amenaza directa que puede obstruir los planes de Octavio.

Conozco a esa serpiente rastrera, es un monstruo desalmado en piel humana. Dejó en paz a Anyra porque seguramente juró que ella sola no sería un problema, luego no supo más de ella y dio el asunto por cerrado. Pero ahora, Octavio ya debe estar al tanto que Anyra está conmigo, y eso es algo que él nunca pudo haber previsto.

Anyra es la hija mayor de Víctor Evans y su primera esposa, la amenaza que puede reclamar lo que pensó seria únicamente para sus nietos. Este no es el siglo XIX o inicios del siglo XX, hoy en día las mujeres tienen derecho legítimo a la fortuna familiar. No puedo dejarla sola, si lo hago ella será víctima de los Hess y primero muerto antes de dejar que lo sea. Amo a esa mujer, por más loco que suene porque juré nunca enamorarme, en serio la amo y daré mi vida por ella si es necesario.

—Te atacaré donde más te duele, Octavio. Destruiré ese imperio que formaste robando y drenando dinero que no te pertenecía.

Esto es una carrera contra el tiempo. Un juego peligroso donde si te equivocas puedes morir. Pero yo no pienso morir, ni mucho menos permitir que Anyra lo haga.

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Twitter: D.F.Burgos

YouTube: Mr.Deivid

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